El Puma de Olivos
¿Usted cree en la reencarnación?
Con esta inesperada pregunta me recibió Ferretti, refugiado de la lluvia en una pizzería de Plaza Italia, a la que concurre asiduamente desde que, en un rasgo de dignidad patriótica, renunció a todos los subsidios.
Sin el menor interés en escuchar mi respuesta, ordenó una chica de fugazzetta con queso y arrancó a explicar su más flamante teoría.
- No puedo entender –dijo- cómo nuestros avezados periodistas de investigación no han descubierto todavía el misterio del puma que acecha del otro lado de la General Paz.
- ¿Usted cree de verdad que el puma existe?
- Baje un poquito la voz, por favor. Por supuesto que el puma existe y por supuesto que no es un puma cualquiera: es la reencarnación misma de Néstor Kirchner, cuya alma pingüina migró hacia una existencia superior y se hospedó en el cuerpo del sigiloso felino.
- Si Quiroga ascendió a Tigre de los Llanos y Rugilo a León de Wembley, no veo por qué Kirchner no podría ser el Puma de Olivos – dije ya visiblemente preocupado por la salud mental de Ferretti.
- Hágase el gracioso, nomás. Pero recuerde lo que le estoy advirtiendo: el hombre ha regresado, deja ver apenas su sombra esquiva, camina sin dejar huellas y olfatea en el aire el sudor aterrorizado de los traidores.
- Ahí me está gustando más, Ferretti. Por lo pronto hay que admitir que es bastante más inteligente que los que oponen a su presencia señuelos y trampas obvias.
- ¡Un cabrito enjaulado que parecía salido de un dibujo animado de Heidi! Razonamiento elemental: en vida devoraba por docenas chivos patagónicos. ¡Pero ese cabrito! Ni el más desalmado de los zombies se habría atrevido a tocarlo.
- Por otra parte, a esa altura el puma ya estaría empachado: ¿o cómo cree que acabaron las palomas que desaparecieron enigmáticamente de la Recoleta? Tal vez haya sido un mensaje para algunos halcones feroces que últimamente se comportan como inocentes gorriones.
- ¡Hasta gallinas le tiraron! –grita excitado Ferretti, que ya ha perdido toda compostura.
- Otra ingenuidad: con lo que le costó al gobierno el descenso de River.
Y, dígame Ferretti, usted que lo ha pensado mucho más, ¿lo del perro Astro tendrá algo que ver con todo esto?
- Voy a serle sincero: no puedo dejar de pensar que, si avanzamos hasta las últimas consecuencias, al caniche lo perdieron los jóvenes de La Cámpora que manejan Aerolíneas. ¿Qué les puede importar un cachorrito a estos marxistas desalmados?
- Nadie se atreve, tampoco, a profundizar demasiado en las extrañas razones que llevaron a temblar las paredes del mausoleo que guarda sus restos. Pero, ¿Usted sabe, Ferretti, qué come en realidad un puma?
- Por lo que conseguí averiguar, según los lugares en los que habita, no le hace asco a nada, desde ciervos hasta ratas.
- Ciervos no va a encontrar en la zona, pero si arranca con las ratas no termina más. ¿Y la pitón, me pregunto, tendrá algo que ver con esta rebelión en la granja?
- No descarto que sea una nueva y ridícula estrategia de los perseguidores. Es un animal pesado y torpe que jamás logrará encontrarlo y mucho menos abrazarlo hasta dejarlo sin aire. El puma es sagaz y obstinado; no se dejará engañar fácilmente y sólo aceptará el sacrificio de los que realmente ha venido a buscar.
- ¿Se le ocurre alguna idea, Ferretti?
- Yo probaría a colocar en jaulas a Boudou, Moyano, Schoklender, Jaime, Schiavi, Cirigliano, tal vez un par de ministros del gabinete, y dejaría que el puma comenzase por donde se le ocurra.
- Las jaulas, Ferretti, ¿abiertas o cerradas?
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