El “pueblo” que votó a Milei
Pese a la centralidad de la categoría “pueblo” en la definición de democracia, aquella ha sido objeto de interpretaciones muy dispares. Y esto ha llevado a Sartori a decir que “las ideas erróneas sobre la democracia determinan que la democracia funcione mal” (Teoría de la democracia), y un ejemplo de la vaguedad de la categoría “pueblo” lo da Sartori cuando dice que esta “no puede reducirse a menos de 6 interpretaciones, que van de “todo el mundo” a “la mayor parte, expresada mediante un principio de mayoría limitada”. Por otro lado, desde la historia suele comprometerse su jerarquía al registrar el nacimiento de la idea de “pueblo” como una mera estrategia para disputarles el poder a las monarquías. Dado que estas decían gobernar en nombre de Dios, la nobleza declara que ella también gobernará en nombre de alguien que la trasciende, y así se recurre a la idea de “pueblo” (Edmund S. Morgan, La invención del pueblo).
Un camino distinto para trabajar con la categoría “pueblo” es el de Ernesto Laclau en La razón populista. El autor repasa varios intentos de conceptualizar “pueblo” para luego abandonarlos y emprender una búsqueda que consiste en “dividir la unidad del grupo en unidades menores que hemos denominado demandas: la unidad del grupo es… el resultado de una articulación de demandas”.
Sin adherir necesariamente a las conclusiones a que llega el trabajo de Laclau, y sin comprometer las ideas del autor en este intento de usar su propuesta para entender el voto recibido por Milei en las últimas elecciones nacionales, parece de interés tenerlas en cuenta para revisar las diferentes “demandas” existentes en ese momento en la sociedad argentina, así como la compatibilidad entre ellas, condición sine qua non para que conformen un grupo, el que en ese acto electoral se comporta como “pueblo”.
Sabemos que Milei fue votado por ciudadanos de diferentes extracciones sociales y diversos grupos de edad. Acostumbrados a la frecuente disputa entre peronismo y no peronismo, atribuida a diferentes “posiciones de clase”, llamó la atención la heterogeneidad del voto por Milei. Y para comprender este cambio en el comportamiento electoral de la ciudadanía se hace necesario partir de la grave situación por la que pasaba nuestra sociedad, al borde de una posible desintegración, que llevó a una mayoría a decir “basta”. Pero para que las demandas de esos diferentes sectores llegaran a conformar un grupo (que se comportara como pueblo), era necesario que las diversas demandas pudieran compatibilizarse en un mismo reclamo de cambios. Condición que pudo cumplirse dada la gravedad de los problemas de nuestra sociedad, tanto en sus dimensiones económica, social, cultural y política como en la ética. Deficiencias que se manifestaban en falta de empleo, pobreza e indigencia elevadas, una educación en la que los alumnos no comprenden textos básicos y un sistema de salud colapsado; todo acompañado por una corrupción política que superaba todo lo conocido, con negociados de las más variadas dimensiones, y una destrucción del Estado, que llegó a lotearse para ser repartido entre las diferentes facciones del kirchnerismo. Estado que era utilizado para incorporar como empleado, o conceder planes sociales, a todo aquel que, por necesidad, estaba dispuesto a renunciar a su dignidad para apoyar a ese poder hegemónico.
Pero no se trataba de una crisis del pasado o solo del presente, sino que alcanzaba también al futuro; situación que llevó a la emigración de muchos (particularmente jóvenes) que solo visualizaban como única salida el abandono del país.
Sociólogo