El proyecto laboral merece ser apoyado
El Gobierno acaba de presentar un proyecto de reforma laboral que merece ser apoyado, ya que permitirá un avance significativo en la dirección correcta. La nueva ley, tal cual ha sido propuesta, incluye tres medidas básicas: extender el período de prueba, permitir la negociación por empresa y limitar la ultraactividad, con plazo de 2 años para negociar nuevos convenios, los que a su vez no serán ultraactivos.
La primera medida, la extensión del período de prueba, es importante a la hora de fomentar la contratación, y su efecto debería ser muy significativo para las empresas pequeñas. Por ejemplo, un emprendimiento Pyme que encaré hace algunos meses no hubiera sido viable sin flexibilidad laboral (en nuestro caso usamos la modalidad de pasantías universitarias, que habían mantenido un régimen similar al sugerido ahora para el período de prueba). Se ha hablado mucho sobre el hecho de que estos períodos de prueba podrían aumentar la rotación del personal, el empleador despidiendo al empleado justo antes de llegar al límite temporal en el que tendría que efectivizarlo.
Los que dicen esto (que por otra parte seguramente pasará, por qué negarlo), se refieren a estos empleos como "contratos basura". Lo que se olvida en esa argumentación, sin embargo, es que la alternativa relevante es, en la mayoría de los casos, la de no tener ningún trabajo.
Aun así, es probable que esta medida tenga un efecto sobre la tasa de desempleo menor que el esperado. Por un lado, un gran segmento de la población ya accede, mediante el mercado informal, a un mercado laboral totalmente desregulado, con lo que la ley no aumenta la flexibilidad en el margen. Por otro lado, al flexibilizar las relaciones laborales se incentiva tanto la contratación como el despido y no es claro cuál de estos efectos predominará.
Un colega de la Universidad Di Tella, Fernando Alvarez, ha trabajado extensamente en el estudio de cómo distintas regulaciones laborales afectan la tasa de desempleo. Encuentra que, en general, los efectos sobre contrataciones y despidos se cancelan con resultados netos relativamente pequeños sobre la tasa de desempleo.
El otro pilar de la propuesta es la flexibilización de la negociación laboral, y esto es lo importante. Las nuevas medidas dan mayor flexibilidad de acción, con lo que las empresas podrán ajustarse más rápidamente a las cambiantes realidades.
A quién se defiende
La teoría económica ha dedicado mucho tiempo a estudiar cómo operan los mercados laborales, lo que requiere conocer, entre otras cosas, los objetivos de los sindicatos y entender cómo su estructura organizativa afecta los resultados de la negociación salarial. Dos temas han sido analizados extensamente: el de a quién defienden realmente los sindicatos y el de cómo su nivel de centralización afecta el equilibrio del mercado laboral.
Con respecto al primer tema, se discute el papel del sindicato en el conflicto de intereses entre ocupados y desocupados. Los sindicatos defienden únicamente a los primeros (a los empleados), con lo que están dispuestos a pelear por mejoras salariales aun si éstas redundan en un mayor desempleo.
En una palabra, no defienden lo que es mejor para todos los trabajadores sino sólo para un subgrupo de los mismos. En el caso extremo, con organizaciones sindicales corruptas, se podría dar un problema de representatividad más serio si se produjera una colusión entre los sindicalistas y empresarios a costa de los propios trabajadores. En estos acuerdos las empresas "capturan" a los sindicalistas con prebendas o concesiones que favorecen los intereses de la burocracia sindical (y no a los trabajadores) y los sindicalistas pagan estos favores con concesiones laborales.
Un objetivo, al menos declamado, de este gobierno es aumentar la igualdad de oportunidades. Una flexibilización como la propuesta avanza en este sentido, porque permitirá a los sectores excluidos hasta ahora de la negociación laboral tener un mayor peso, al facilitarse los mecanismos para su incorporación a las empresas. Igualmente importante es que al llevar la negociación a nivel de la empresa también permitirá un mayor control por parte de los trabajadores sobre las burocracias sindicales.
Por eso, no es claro que la negociación por empresa termine resultando más fácil para el empresariado. Al haber un mejor control por parte de los trabajadores de sus representantes, las firmas probablemente se encuentren con una contraparte más exigente y menos susceptible de ser corrompida. No sorprende, entonces, la recepción tibia del sector empresarial a la reforma.
El otro tema es el de cómo afecta el nivel de centralización de las negociaciones laborales el equilibrio del mercado de trabajo. En esto se coincide en que una negociación totalmente centralizada o una totalmente descentralizada son superiores a esquemas de negociación en el nivel de la industria, el patrón elegido en la Argentina.
En una negociación totalmente centralizada, se internalizan todos los costos de exigir salarios más altos, lo que modera los conflictos. En un esquema descentralizado se pueden internalizar plenamente las necesidades de cada empresa, con lo que también se moderan los conflictos, sumado esto a los beneficios de un mayor nivel de adaptabilidad a cambios en el entorno económico en el que opera la firma.
Ubicada en un punto intermedio, la negociación por industria resulta ser la más perniciosa: como se aumentan simultáneamente los salarios de todas las empresas que compiten entre sí, los aumentos no generan una pérdida de competitividad de ninguna relativo a las otras, con lo que el sindicato logra descargar los mayores costos salariales sobre el resto de la economía.
Combinación letal
La combinación de negociación por industria con el de una economía cerrada es particularmente letal. Durante los años de inflación cualquier exceso sindical era diluido por la suba de precios, pero los desequilibrios (aunque moderados por la apertura de la economía) se hicieron evidentes con la estabilidad.
En cualquier texto de macroeconomía se puede encontrar una figura como la presentada aquí, donde se muestra cómo el nivel de presión sindical, que está directamente relacionado con el nivel de desempleo, es función del nivel de centralización en la negociación laboral. La reforma propuesta nos mueve del pico hacia uno de los costados, dando origen a mercados laborales más razonables.
En síntesis, es probable que estas medidas no tengan un efecto dramático sobre la tasa de desempleo, pero ciertamente aumentarán la eficiencia de la economía, permitirán ajustes más rápidos en la competitividad, generarán una mejora en la equidad entre empleados y desempleados y sobre todo permitirán un mayor control de la burocracia sindical por parte de los propios trabajadores. Es por todos estos motivos que merece su sanción.