El Presidente, primera víctima de su forma de gobernar
Según la información de una encuesta realizada este mes entre 1014 ciudadanos mayores de 18 años residentes en la Argentina por Real Time Data, en un año la aprobación del Presidente cayó de 74% a 36%, mientras que la desaprobación pasó de 21% a casi 60%. Antes de cumplir un tercio de su mandato, el Presidente perdió más de la mitad de los consensos del público. Fernández también cayó fuerte donde reunía los principales apoyos: perdió 23 puntos porcentuales entre sus votantes y 32 en el conurbano bonaerense.
A primera vista, la disminución de la credibilidad del Presidente se relaciona con el acelerado agravamiento de la situación sanitaria y económica de nuestro país. Pero las razones son más profundas. En marzo de 2020, Fernández había decidido enfrentar el inicio de la pandemia a través de la construcción de consensos. Consultaba a los gobernadores y convocaba al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y al gobernador de la provincia homónima para acordar las medidas que implementaría. La valoración pública del Presidente estaba en su máximo nivel.
Esa actitud fue reemplazada por una estrategia anclada en un cambio de prioridades y en la confrontación con diversos sectores de la sociedad. El foco puesto en la gestión de la pandemia y de la consecuente crisis económica fue reemplazado por el ataque a los tribunales con el propósito de lograr el perdón judicial de la vicepresidenta, y el Presidente y otros dirigentes de su coalición iniciaron un duro y constante ataque contra sus oponentes, instalando un nivel de violencia inusitado.
Fernández abandonó el consenso por la confrontación, la búsqueda de soluciones a la crisis sanitaria y económica por el conflicto. Dejó de hablar a todos para hacerlo solo a sus votantes más leales. El listado de los grupos destinatarios de provocaciones y escraches por parte del oficialismo comenzó a ampliarse: sumó al campo y a empresas industriales que el Gobierno acusa de ser responsables de la disparada de la inflación, a la Justicia independiente y a periodistas que alertan sobre la situación que vive el país. Larreta pasó de ser “mi amigo” a ser enemigo.
El impacto sobre en la opinión pública es elocuente. Según la encuesta, el 85% calificó la situación del país como mala o muy mala, mientras que el 15% dijo que era buena o muy buena. El pesimismo también se expresa en las expectativas: al preguntarse cómo estará el país dentro de un año, el 50% respondió que estará peor que ahora; el 24%, mejor y 16%, igual. Respecto de la pandemia, el 74% de los encuestados considera que las medidas sanitarias implementadas por el Gobierno para frenar el coronavirus son insuficientes. El 64% considera que la evolución del problema del coronavirus está empeorando (solo un 9% cree que se está solucionando).
El Presidente surge como la primera víctima política de su forma de gobernar: la encuesta informa que solo el 32% votaría a los candidatos del Gobierno si las elecciones fueran hoy, mientras que el 52% lo haría por alguno de la oposición. Que el Presidente haya preferido entregarse al plan de su mentora también es percibido por la opinión pública: según la misma encuesta, el 52% de la población cree que Cristina es la que tiene la última palabra en los temas importantes de gobierno (33% en junio del año pasado).
Llama la atención que el Presidente insista en recorrer el camino que lo llevó a perder credibilidad pública y poder político, en vez cambiar de estrategia y cumplir con su promesa electoral de unir a los argentinos.
Politólogo