El populismo irrumpe en el Ministerio Público
El populismo, como variante moderna de los sistemas autoritarios, se caracteriza por utilizar las leyes democráticas pero alterando su esencia a fin de concretar los objetivos totalitarios que inspiran a sus partidarios. Una muestra elocuente de este fenómeno se percibe en la decisión adoptada por Alejandra Gils Carbó, en su condición de titular del Ministerio Público Fiscal, para promover la remoción del fiscal José María Campagnoli. Dos personalidades notoriamente diferentes en orden a su percepción del orden institucional. Campagnoli, un veterano y eficiente fiscal cuya vocación por la etapa correspondiente a la instrucción de las causas penales es ejemplar. Su bajo perfil y excelencia generaron una suerte de autodesplazamiento en la carrera de los ascensos en el Ministerio Público. Gils Carbó, una persona varias veces descalificada, en orden a su idoneidad, por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial y magistrados del fuero penal. Su temperamento agresivo e intolerante no acepta la adversidad, y para superarla, no tiene reparos en acudir a artilugios e interpretaciones legales que en modo alguno se compadecen con las normas de una auténtica democracia constitucional. Poco antes de asumir el cargo de procuradora general, para el cual fue nombrada por Cristina Fernández de Kirchner con acuerdo del Senado, declaró públicamente que no tenía compromiso político alguno con el oficialismo como respuesta al cuestionamiento que formularon varias organizaciones que agrupan a profesionales de la abogacía y la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Sin embargo, poco después y mediante manifestaciones propias de la política agonal, expuso su concordancia y sumisión frente a las propuestas del oficialismo con el consiguiente riesgo para la independencia funcional del Ministerio Público Fiscal como está impuesta por nuestra Ley Fundamental. En otras palabras, para Gils Carbó el logro de una finalidad propia del populismo avala cualquier desarticulación de nuestro Estado de Derecho.
Es un veterano y eficiente fiscal cuya vocación por la etapa correspondiente a la instrucción de las causas penales es ejemplar
El fiscal Campagnoli tiene una relevante actuación en varias causas que involucran a altos funcionarios del Gobierno por actos de grave corrupción (fraude, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, etcétera) y que tienen amplia difusión pública. Campagnoli no buscó salir de su ansiado anonimato. La magnitud de las irregularidades que se habrían producido en las causas penales que instruye determinaron el creciente interés público sobre ellas, y por añadidura, sobre sus protagonistas. Su acción jurídica fue objeto de aplausos y de algunas críticas, pero ningún observador imparcial se atrevió a sostener que el propósito del fiscal no se limitara al estricto cumplimiento de la ley, ajeno a toda presión política. Así, esa acción fue ratificada por el juez penal de instrucción y por la Cámara de apelaciones de ese fuero.
Sin embargo, Gils Carbó, una de cuyas funciones es la de velar por la estabilidad de los fiscales, parece no aceptar que se despliegue una conducta independiente, una conducta que ella no comparte y, menos aún, una conducta que molesta o colisiona con los intereses de algunos integrantes del Poder Ejecutivo y sus compadres de fechorías. Poco o nada le interesó el aval judicial al obrar de Campagnoli. Decidió requerir su remoción sin acreditar seriamente y prima facie una causal de mal desempeño, de grave negligencia o de comisión de algún delito doloso, que son las únicas razones impuestas por la ley para justificar el pedido de remoción de un fiscal y su suspensión en el cargo. El fin del populismo justifica los medios y así lo entendieron la mayoría de los miembros del tribunal de enjuiciamiento al suspender al fiscal y reducir sus haberes en un 30%. Esa suspensión determina que en aquellas causas penales intervendrán otros fiscales que, si aceptan las imposiciones de Gils Carbó, revertirán todo lo actuado por el fiscal Campagnoli. Será otro golpe duro para nuestra maltrecha institucionalidad democrático constitucional y que traerá aparejado un incremento en el deterioro que se percibe en el Ministerio Público Fiscal si Campagnoli llega a ser removido de su cargo. Decisión que debe ser adoptada por la mayoría de los 7 integrantes del jurado de enjuiciamiento.
La grave desviación de poder en que ha incurrido Gils Carbó pone en evidencia que el nefasto germen del populismo no tiene límites
Es cierto que esa decisión podrá ser apelada ante la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal y, en última instancia, ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y probablemente revertida, pero el daño a la estructura del organismo fiscal ya se habrá producido y el miedo acelerará su circulación en su seno.
En un momento tan delicado para el futuro del país, donde los estallidos sociales generan un signo de interrogación, la grave desviación de poder en que ha incurrido Gils Carbó pone en evidencia que el nefasto germen del populismo no tiene límites y que la mediocracia es su fiel aliada.
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