El populismo educativo atrasa
Un año atrás estábamos discutiendo el retorno a la presencialidad en las aulas frente a la mala decisión del gobierno nacional que mantenía cerradas las escuelas, algo que tuvo impacto y consecuencias muy negativas en la salud emocional y el aprendizaje de los chicos y chicas. Ayer la Legislatura aprobó un nuevo Estatuto de los docentes de la Ciudad, que pone foco en la enseñanza de calidad, la jerarquización de la carrera a través de especializaciones y los incentivos salariales de acuerdo al mérito y los concursos. El contraste va más allá de lo temporal y revela prioridades muy distintas en la discusión sobre políticas públicas educativas.
Mientras el kirchnerismo sigue sosteniendo que evaluar a los docentes es perseguirlos o que calificar con números genera traumas o estigmatiza, cientos de jóvenes se fueron o quieren irse del país. No hay futuro posible si la educación no es capaz de generar condiciones de igualdad y mejores oportunidades, un horizonte donde cada uno pueda elegir con libertad lo que desee ser y tener la posibilidad de emprender.
La calidad educativa no se reduce, como pretende el populismo, al presupuesto o a las paritarias, una pulseada de intereses sindicales afines al oficialismo en la que los chicos terminan por ser rehenes de los adultos y con la que no pocos docentes disienten. Lo que está en juego es el modelo de país que queremos y el lugar que le damos a la educación. No parece ser la prioridad de un gobierno que hace lo que un dirigente gremial decide, dejando a millones de alumnos fuera del aula o con menos días de clases, simplemente por defender banderas ideológicas que atrasan y se imponen por encima del derecho a aprender.
Al igual que en salud o seguridad, también en materia educativa el rol del Estado es transformador cuando, desde la gestión, el valor y la decisión de animarse a cambiar las cosas se conjuga con planificación y trabajo en equipo. Así elegimos hacerlo en la Ciudad. Este camino lo comenzó Mauricio Macri, cuando fue Jefe de Gobierno, acompañado por su ministro de Educación, Esteban Bullrich, y continúa hasta hoy con Horacio Rodríguez Larreta, la actual ministra, Soledad Acuña, junto a los equipos técnicos que siguen pensando e implementando un plan educativo de calidad.
Esto significa haber incorporado en las escuelas de gestión estatal robótica y programación, inglés desde primer grado, tener escuelas bilingües, prácticas laborales en el último año de la secundaria o contar con un sistema de evaluación de docentes y escuelas que aporta datos sobre dónde debemos mejorar. Son cambios que nos acercan al lugar donde queremos llegar porque transformar la educación es parte del desafío de construir una Argentina mejor.
Este mes patrio nos conecta con los ideales de un grupo de hombres y mujeres que se involucraron, eligieron la libertad y soñaron un país independiente. Es curioso que entre las primeras medidas de gobierno, la Primera Junta haya establecido la fundación de la Biblioteca Nacional y el fomento de la educación. Sigue siendo por ahí, aunque el populismo educativo se empeñe en querer llevarnos para otro lado. No hace falta que “el pueblo quiera saber de qué se trata” porque, plaza más, plaza menos, ya lo sabe.
Ministro de Gobierno de la Ciudad