El poder del dinero
Poder y dinero son dos conceptos sobre los que pesa una mirada generalmente negativa y su unión en una misma oración no hace más que profundizar ese prejuicio de gran parte de la población mundial.
En torno al significado de poder existe un caos teórico: se lo asocia tanto a ideas de libertad como a la coerción de una persona o un grupo de personas sobre otras. Con el dinero ocurre algo similar: el “vil metal” corrompe almas, puesto que para hacer cosas “por dinero” hay que ser muy materialista o estar “en la lona” y no encontrar alternativas.
En la columna de hoy cuestionaremos estas miradas basándonos en interpretaciones del poder y del dinero que surgieron en el campo de la filosofía de la mano de dos grandes autores: el francés Michel Foucault y el surcoreano Byung-Chul Han.
El objetivo será mejorar nuestra calidad de vida redefiniendo ambos conceptos, dejando de lado las presiones sociales que nos alejan de nuestros sueños y asumiendo un poder positivo sobre el dinero.
El falso sometimiento del poder
En su libro Sobre el poder, Byung-Chul Han advierte que cuando se habla de “poder” se suele pensar en una relación de sometimiento donde “el poder del yo es la causa que ocasiona en el otro una determinada conducta contra su voluntad”.
Esa mirada dominante sobre el poder se vincula con la realidad que viven cientos de millones de personas a diario y que tan bien ilustra este video de Steve Cutts:
Viajan como ganado cinco o seis veces a la semana para trabajar de sol a sol en oficios aburridos y mal pagos, pasan poco tiempo con sus seres queridos y van renunciando lentamente a sus sueños y proyectos.
La razón de este sometimiento no admite discusión: es la necesidad de dinero. El poder del dinero nos conduce a ese comportamiento tan alejado de nuestra voluntad.
Según Han, el poder es supremo (los occidentales diríamos que está naturalizado) cuando el súbdito asimila el deseo del soberano como si fuera suyo, defiende su modo de vida sometido y considera que el del yugo es el único camino correcto y, más aún, posible.
Concebir el poder y el dinero (el poder que da el dinero o el dinero que da poder) con este lente tan negativo nos condena a sucumbir frente a lo material, a rechazar la existencia de un poder positivo y por ende deseable al que podemos acceder cambiando nuestro lugar de observador y la manera como actuamos en sociedad.
Demonizar el poder y el dinero nos priva de vivir otra vida donde nuestros deseos y proyectos salen a la luz y se van haciendo realidad. Para poder aspirar a ello, debemos redefinir el poder bajo el faro de corrientes de pensamiento alternativas.
Hacia un entendimiento distinto del poder
Michel Foucault se distancia de la concepción negativa del poder cuando afirma: “Hay que dejar de describir siempre los efectos del poder en términos negativos: excluye, reprime, rechaza, censura, abstrae, disimula, oculta. De hecho, el poder produce: produce realidad”.
El surcoreano Han da un paso más: “La sensación de placer que supone la ganancia de poder es una sensación de libertad. Impotencia significa quedar expuesto al otro, perderse a sí mismo en el otro. Poder significa lo contrario: recobrarse a sí mismo en el otro, es decir, ser libre”.
La clave pasa por entender que gana poder quien, estando en lo distinto, no se pierde a sí mismo sino que, más bien, logra continuarse o expandirse en lo distinto sin perder su esencia a pesar de las tensiones negativas externas e internas.
Cuando decimos “a mí el dinero no me importa”, en realidad estamos dejando que el dinero ejerza poder sobre nosotros y nos someta, forzándonos a trabajar 12 horas por día para “pagar las cuentas”.
Por el contrario, ejercemos un poder positivo sobre el dinero cuando no dejamos que las tensiones sociales (“tenes que estudiar una carrera con salida laboral”, “tu primer objetivo tiene que ser el techo propio”, etc.) se lleven puesta nuestra esencia hasta perdernos en lo distinto.
Seguimos ejerciendo un poder positivo cuando le damos al dinero la importancia que merece para organizar nuestras finanzas personales y dedicarnos luego a lo que deseamos hacer de nuestra vida en los planos personal y profesional, valorando lo material como un medio que nos dará más poder para hacer prevalecer nuestros objetivos personales por sobre los sociales.
Conclusión
Discutir acerca de si el poder es bueno o malo es sin duda un avance con respecto al paradigma reinante del poder negativo, aunque no resulta suficiente para evitar el riesgo de caer en una moralización banal de la cuestión, donde abundan los pantanos y se desvanecen las posibilidades de aprender algo novedoso.
Las nuevas concepciones del poder en relación con la administración de lo material nos da la posibilidad de acceder al mundo de las Finanzas Personales y de establecer un vínculo más realista con el dinero.
¿Le damos al dinero la importancia que merece para no dejar que nos someta? ¿Cuántas horas por día trabajamos “por dinero”? ¿Estamos viviendo la vida que queremos o la mayoría de nuestros actos en el trabajo y el día a día nos resultan ajenos? La filosofía nos permite plantear dudas existenciales muy sanas y llegar a respuestas clarificadoras.
En mi opinión, siempre bajo la órbita de la relación con lo material, el ahorro, el gasto medido que evita el consumismo, la generación de ingresos pasivos y la comprensión de los 4 pilares de las Finanzas Personales son elementos clave para acceder al poder personal.
Siempre está a mano el recurso de culpar a los poderosos y su dinero por todo aquello que queremos y no podemos obtener. Debemos evitarlo y superar ese sentimiento de impotencia para tomar de una vez el control de nuestras vidas.