El poder de la verdad
¿Qué ves? Una señora que, desde la impunidad del poder abusado, mintió descaradamente desde siempre, desde el fondo de los tiempos.
Ahora lo sabemos, ella nos lo contó. Cuando ejerció la presidencia de la Nación ocultó lo que nos dice hoy - desde el escenario supuestamente académico montado en Resistencia - nos dijo casi con sorna, que el Indec, bajo su gobierno, falseó datos.
Veo además que las afirmaciones de esta señora, la vicepresidenta, muestran un inmenso desprecio por la democracia y por la verdad.
¿Qué ves cuando me ves? A una persona que utiliza, con placer reiterado, la manipulación de datos como una especie de arma en la lucha enfermiza para acaparar, haciendo crujir cualquier vestigio de veracidad, indispensable para ejercer la acción de gobierno. Descarta toda idea que relacione al poder con la verdad.
Se entiende ahora, por su confesada patraña, porqué sus ministros de Economía decían a la prensa que se querían ir, o porqué no medían con método científico la pobreza. Solo importa el poder en esta alienación. Todo un mundo de argucias cómplices de la mentira enfermiza.
Cuando la mentira es la verdad, la mentira hecha verdad nos lleva al abismo. Un abismo que espera siempre el desliz infinitesimal del paso incierto que podamos dar quienes enfrentamos tanta farsa, para cargar, como siempre, las culpas en quienes formamos parte de la oposición.
Pero ahora, entre los recursos inagotables esgrimidos en público y a la luz del día, intenta con poco éxito en el engaño, envolver a la sociedad con su filoso ardid.
También vemos la patética versión de ir como toro de miura frente al torero, ahora también, contra su propio gobierno.
Su propio gobierno, eso debe quedar muy claro: este es su gobierno. El gobierno que ella diseñó de manera unilateral buscando golpes de efecto en la población y haciéndole creer, a propios y extraños, sobre su inmensa capacidad de dirigente.
Hoy los argentinos estamos sufriendo un shock de verdad. Estamos tomando conciencia de la gravedad de la situación del país y del origen de sus crónicos problemas. La incógnita es saber si los argentinos estaremos a la altura de los desafíos que se vienen.
Cuando recorro el país y veo a nuestra gente con la determinación de dar pelea, de cuidar la idea de volver a la cultura del trabajo, de salir de la trampa de los planes sociales que esclavizan, cuando veo a los jóvenes con ganas de hacer el esfuerzo con una mirada de futuro, entonces encuentro la respuesta.
Sí, estaremos a la altura del desafío y sabremos enfrentar el duro camino de la reconstrucción del desastre, que no va a ser fácil. Para eso es imprescindible aferrarse a la verdad y asumirla con coraje. Ese es mí compromiso. El de antes y el de ahora. Un compromiso que no se negocia y que será la base de la reedificación argentina.
Manipular la verdad lleva al atraso y a la decadencia por que las consecuencias de mentirle a la sociedad, siempre llegan: llegan de prisa en la economía y en la convivencia democrática. Manipular la realidad es una forma de violencia, escamotearla es una forma cruel de menospreciar el juicio de la ciudadanía.
Para que el bien y el mal no definan por penal, como nos describe la poesía urbana en el rock de Divididos, rompamos la trampa haciendo que los penales los patee la sociedad y si puede, que los ataje la mentira.
Presidenta del Pro