El Planetario, referente de la modernidad porteña
Un libro objeto de reciente aparición rinde homenaje a la historia y el diseño de una de las piezas arquitectónicas que mejor identifican a Buenos Aires
El Planetario es la embajada del espacio en el planeta Tierra y atiende en la ciudad de Buenos Aires. Eso solo debería alcanzar para homenajearlo. Así arranca Extraordinario Planetario, el libro objeto realizado desde la mirada de dos diseñadoras entrenadas en destacar íconos urbanos. Valeria Dulitzky y Julieta Ulanovsky, al frente del estudio ZkySky, resignificaron la impronta del contenedor de estrellas que se posa sobre sus tres patas en el Parque Tres de Febrero. Lo vieron de frente y perfil. Lo caminaron de arriba abajo y de adentro hacia fuera. Con espíritu flâneur descubrieron la forma de contar este edificio ideograma desde la potencia visual y la riqueza de su historia.
El resultado es un recorrido visual por el Planetario Galileo Galilei, el ícono urbano que en 2017 celebró sus 50 años. Protagonista de excursiones escolares, domingos en familia y selfies a toda hora, es el eje central de una investigación que resume los entretelones de un proyecto audaz. Enrique Jan, arquitecto y empleado municipal, fue el artífice del edificio de vidrio y hormigón que contiene los secretos del universo. Las autoras confiesan que se sintieron interpeladas por su arquitectura espacial, que caminaban por Palermo y el Planetario les chifló. "Empezamos a escuchar y leer notas sobre su restauración y nos dimos cuenta de que somos contemporáneas. Tenemos la misma edad, representa nuestra propia historia y, además, el Día del Diseño Gráfico coincide con el Día Nacional de la Astronomía (24 de octubre). No quedaron dudas sobre las señales", confiesan las diseñadoras, curadoras del contenido y las imágenes. Ulanovsky y Dulitzky continúan con esta edición el camino editorial que iniciaron con otros proyectos vinculados a íconos porteños: Divino Barolo, sobre el Palacio Barolo, inspirado en La Divina Comedia. Y el Libro de los colectivos, otro city tour gráfico repleto de símbolos, filetes y detalles.
El plato volador palermitano, sin embargo, las llamó con una potencia especial. "Es de los pocos edificios sin medianeras de la ciudad. Tiene como vecinos a patos y árboles. Se ve liviano aunque es gigante y es muy impactante que no tenga ángulos rectos", señalan. Telón de fondo para muchos y nave espacial de ciencia ficción para otros tantos, el edificio juega un rol clave en la trama urbana. Entre los arquitectos y urbanistas que sumaron sus voces, la de Emilio Rivoira aporta claves para entender cómo se vincula el Planetario con el paisaje porteño. El arquitecto, responsable del programa Moderna Buenos Aires (CPAU), plantea que los bosques de Palermo constituyen "un marco magnífico para que esta construcción autónoma, de uso público, se convierta en un referente de ciudadanos y visitantes. Dice Paul Goldberger (excrítico de arquitectura de The New Yorker) que el mejor edificio de Nueva York es el Central Park. Si bien el Parque Tres de Febrero no es tan compacto como aquel, Palermo es un extraordinario "edificio horizontal que repta en la trama de Buenos Aires modificando el paisaje para el placer de la gente".
La mirada atenta de las diseñadoras reparó en triángulos, rombos, hexágonos, círculos y semicírculos del Planetario, las figuras elegidas por Enrique Jan para proyectarlo. Casi no se detectan ángulos rectos, el triángulo equilátero -símbolo de la proporción y la divinidad- domina la escena. La explicación de Jan, empleado de la Dirección General de Arquitectura y Urbanismo, aludía a la síntesis del ser humano: "Lo concibió como la intersección de dos pirámides invertidas, apoyadas en el piso una sobre la otra: una apuntando hacia el cielo, y la otra bajando en sentido contrario. Hacia arriba, la cúpula redonda con su anillo y el piso colgante del museo y hacia abajo, las oficinas y la sala de máquinas", revela la investigación apoyada en las entrevistas de María Pagano y la edición de Lucila Schonfeld. La audacia constructiva también aparece en los relatos de los arquitectos Gustavo Nielsen, Emiliano Espasandín y Fermín Lavaqui. Y en las anécdotas de Verónica Espino, actual gerente operativa, y los datos curiosos de Antonio Cornejo, el director histórico que lo dirigió durante 30 años.
Números, líneas de tiempo, infografías y una sección dedicada a pequeños hallazgos: un reloj solar, una cápsula del tiempo que se abrirá en 2210, rocas solares, la foto de Ray Bradbury cuando visitó el Planetario (1997). También estampillas y billetes de lotería que transformaron al edificio en una pieza clave del entramado que contribuye al perfil moderno y cultural de Buenos Aires.