El planeta Tlön de Borges y el caso Vicentin
Tlön es un planeta imaginado por Borges, en dónde sus habitantes no conciben la relación causa-efecto. Los hechos se suceden en el tiempo, pero no se relacionan entre sí.
Los argentinos, parecemos descendientes de aquellos habitantes de Tlön, nos cuesta hilvanar causas y efectos, y ese "defecto", nos lleva muchas veces a la confusión, y a soluciones equivocadas para problemas mal planteados.
Además de lo que nos está sucediendo con la pandemia del Covid-19 y nuestra "solución" de confinamiento récord. Un buen ejemplo de este problema de identificar causas y efectos es el caso Vicentin.
Empiezo por la causa madre, o la madre de todas las causas. La política argentina destruyó uno de los bienes públicos más importantes que puede tener una nación soberana: su moneda. Paradójicamente, en busca de financiar un estatismo elefantiásico, terminaron destruyendo a la capacidad del Estado de emitir una moneda que los ciudadanos demanden voluntariamente, como unidad de cuenta y reserva de valor. En ese contexto, todo aumento de gasto público, que no se financie con impuestos o con el impuesto inflacionario, solo puede financiarse, mayoritariamente, con deuda en moneda extranjera. (Ya que, sin moneda propia, el mercado de capitales en moneda local es muy reducido). Pero financiar gasto público con dólares es un problema a la hora de pagar, dado que el Estado argentino no recauda dólares, ni produce bienes exportables, al menos en cantidad suficiente. Por lo tanto, al momento de pagar los intereses, suponiendo que siempre se renueva el capital, lo que importa no es el superávit fiscal (FMI, teléfono), sino que haya dólares suficientes en las reservas del Banco Central, o para ser comprados a un precio razonable. Pero el superávit comercial es "privado". Es decir, son los privados los que producen dólares con la diferencia entre sus exportaciones e importaciones (estoy simplificando, pero para no complicar el argumento). De manera que si los privados no le quieren vender los dólares al Estado al precio que el Estado quiere -justamente porque es la moneda que prefieren- son siempre "sujetos a expropiación de sus dólares".
En busca de financiar un estatismo elefantiásico, terminaron destruyendo a la capacidad del Estado de emitir una moneda que los ciudadanos demanden voluntariamente, como unidad de cuenta y reserva de valor
Es por ello que esta es la causa madre. Vicentin no produce dólares, como el resto de los procesadores de granos y oleaginosas de la Argentina, es intermediaria entre los productores de dólares del agro, y el Estado que necesita dólares para hacer frente a sus compromisos externos.
De esta causa madre, se desprenden "subcausas". Como el sector agrícola ha generado una verdadera revolución productiva en la Argentina, el Estado, tratando de apropiarse, con un diseño bastante ineficiente, por cierto, de parte de lo que se define como "renta extraordinaria de la tierra" impone a los productores un impuesto a la exportación (retenciones). Este impuesto, además, diferencia entre materia prima (la soja, por ejemplo) y su industrialización, (harina de soja, biocombustibles, etc.). Esta diferenciación, junto con condiciones de demanda externa que fueron vistas como permanentes, aun cuando fueran transitorias (no tengo espacio aquí, para abundar), generaron incentivos artificiales para sobreexpandir la capacidad instalada de procesamiento. Esta sobre expansión ha reducido la rentabilidad de estos industrializadores que se pelean por conseguir más participación en el mercado. La rentabilidad, por lo tanto, está en la habilidad financiera de manejo de instrumentos de futuros, opciones, comercialización en el mundo, etc. El llamado trading, que requiere cualidades específicas del management y relaciones internacionales muy aceitadas.
Antes de llegar a las causas de corto plazo, hay que retomar la relación entre los productores y la causa madre. Como los productores reciben pesos de los acopiadores e industrializadores exportadores, pero ellos quieren dólares, tienen dos alternativas, guardar la soja "en el silocolchón" hasta que necesiten los pesos, o, en forma más segura y eficiente, "depositar" la soja en las empresas procesadoras con precio y liquidación abierta. Es decir, es una especie de depósito ajustable al pecio del dólar futuro y al precio futuro de la soja. En situaciones normales, como le pasa a cualquier banco, estos depósitos son retirados espaciadamente.
Pero llegaron las PASO de agosto de 2019 que indicaron, con alta probabilidad, que se venía el gobierno de los Fernández y, por lo tanto, se venía, casi seguramente, un aumento de las retenciones y una profundización de la "expropiación" de dólares. En ese contexto, los productores salieron todos juntos a pedir sus fondos. Hubo una "corrida" sobre los depósitos de soja. Una forma de financiar estos retiros por parte de los procesadores es usar las líneas de crédito que tienen contra las futuras exportaciones. Pero sucede que ese mismo resultado de las PASO generó una corrida contra los depósitos en dólares en el sistema financiero, parte de los cuales estaban destinados a créditos en dólares a los procesadores de soja. Para devolver los depósitos, lejos de prestarle más a los Vicentin de este mundo, los bancos les cancelaron las líneas de crédito que ya tenían. Es decir, la empresa sufrió la "doble Nelson" de una corrida de sus productores y el cierre de las líneas de crédito que financiaban su capital de trabajo. Fin de la historia. Si hubo, además, temas de dolo o fraude corresponden a la justicia. Y si hubo temas de mala administración es problema de sus acreedores y se resuelve en el concurso de acreedores y en la venta de los activos a una mejor administración.
Como se aprecia, la eventual expropiación de la empresa no soluciona ninguna de las causas aquí mencionadas. La causa madre requiere años de un programa integral que devuelva la demanda voluntaria de moneda propia. Y las causas micro requieren un rediseño de los incentivos del sector, un acuerdo financiero con los acreedores y, eventualmente, una nueva y más eficiente administración privada, sin utilizar recursos públicos que generen más distorsiones dentro y fuera del sector.
En síntesis, necesitamos abandonar el planeta Tlön, aunque sea por un tiempo.