El petróleo, los diarios y el fin de una era
La teoría del "pico del petróleo" (1956) predice que la producción mundial de petróleo declinará tan rápido como creció. Según los cálculos de su autor, el geofísico M. King Hubbert, poco tiempo después de alcanzar el cenit o máximo de extracción, la producción debería desplomarse, dado que la energía requerida para sacar más petróleo sería superior a la contenida en el petróleo extraído. Es decir, el petróleo faltará mucho antes de agotarse porque será energéticamente inalcanzable. Según la Agencia Internacional de Energía, el mundo habría alcanzado el cenit en 2006.
La teoría es contraintuitiva para los humanos. A aquellos que no somos técnicos nos gusta creer que las cosas se transforman lentamente, como lo hace la luz del día, las estaciones del año o los ciclos de la luna. Pero así como el crecimiento en la explotación del petróleo no fue lento sino radicalmente abrupto, lo mismo pasará con su fin. Para darnos una idea, en 1856 Estados Unidos produjo sólo 2000 barriles de petróleo, en 1906 ya producía 126.493.936. Así como la producción y el consumo de petróleo no crecieron lentamente como una ladera elevándose poco a poco, sino de manera casi vertical como el filo de un acantilado, a esa misma velocidad declinarán. Miles de años de civilización sin usar ni una sola gota de petróleo y menos de 200 años para beberlo por completo. Según Hubbert, la resaca será fenomenal.
La historia de los medios impresos es bastante parecida a la del petróleo. Miles de años sin diarios de papel hasta que, empujados por la industrialización y la alfabetización, surgieron como un rayo hacia mediados del siglo XIX hasta llegar a su cenit en algún momento del siglo XX. Pero ni bien alcanzaron el pico más alto de circulación, venta de publicidad y avisos clasificados, todo empezó a decaer. Primero con una tenue inclinación, para luego acelerarse en una pendiente cada vez más rápida. Según el último informe del Pew Research sobre los medios norteamericanos, la circulación semanal de los diarios impresos cayó el último año un 7% y la dominical lo hizo un 4%, la mayor caída desde 2010. Al mismo tiempo, la publicidad se redujo en un 8%. También parece ser un hecho la disminución de la influencia de los diarios de papel: sólo el 34% de los norteamericanos se enteró de algo sobre las próximas elecciones leyendo un diario impreso, mientras que el 65% lo hizo en fuentes digitales y el 78% en televisión (aunque es cierto que muchas de esas informaciones se originaron en diarios impresos que marcaron agenda).
El fenómeno del fin de los diarios podría ser similar al del fin del petróleo: un abrupto crecimiento que da lugar a un abrupto decrecimiento. Además, la salida de los diarios podría culminar antes que el fin de los lectores dispuestos a comprarlos, porque llegar hasta ellos podría ser más costoso que los beneficios que se obtendrían por alcanzarlos.
El fin de los diarios impresos será un antes y un después para la cultura. No está para nada claro que los medios digitales de noticias puedan ocupar el mismo rol "sincronizador" del pensamiento colectivo que tuvieron los diarios en el siglo XX, aunque puede descontarse que el periodismo sobrevivirá, transformado, en cualquier plataforma digital. Como sea, se acerca el final de una era entera de la humanidad. En la versión optimista algo realmente espectacular ocupará su lugar, algo que ni siquiera podemos imaginar.