El peronista que se le anima a Cristina
Con un “no”, el peronista que se le anima a Cristina cambió por un momento el curso de la historia. Fue en 2015 cuando la expresidenta le ofreció a Florencio Randazzo ser candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires. El rechazo enardeció a Cristina, pero lo peor fue que terminó abriéndole la puerta al piantavotos de Aníbal Fernández, a quien claramente los bonaerenses no vieron como el mejor cuidador para sus hijos, tal como proponía el eslogan de campaña de 2015. Fue un gesto definitivo que inclinó la balanza en favor del viejo Cambiemos.
En 2017, vino una segunda oferta y una segunda negativa. La entonces contrincante de Esteban Bullrich le ofreció encabezar la lista de diputados nacionales. Paradójicamente, Randazzo tenía entonces como jefe de campaña al actual presidente. En esas reuniones de rosca y ya al filo de la despedida, Cristina, resignada, no se privó de aconsejarle: “Hacé lo que quieras, pero haceme caso en esto: tirá a Alberto por la ventana (sic); es un traidor”.
“Una buena elección de Randazzo que le saque votantes peronistas al FDT podría abrirle el camino a JxC para ganar”, es el consenso de la mayoría de los consultores. Alejandro Catterberg, de Poliarquía, afina la cuenta: “Potencialmente el peronismo no kirchnerista podría sacar 15 puntos” ¿De dónde sale este dato? En las primarias de 2017, entre Sergio Massa y Randazzo, juntaron 20 puntos y, en las generales, 17. Para simplificarlo brutalmente: el peronismo no K aspira a ocupar el espacio vacante que dejó Sergio Massa: la clase media y media baja decepcionada con Alberto, que ya antes se había decepcionado con Macri. Está claro que el peronismo ha sido cómplice de Cristina, pero también es cierto que ha funcionado como límite. Sucedió en 2009, 2013, 2015 y 2017, todas las veces con la misma fórmula: la fractura de la oferta peronista.
Varias encuestas pusieron en guardia a Cristina, sobre todo una, en la que ella confía especialmente porque la hizo alguien del palo: por primera vez, el sondeo muestra a JxC, como marca, cuatro puntos arriba que el FDT en el territorio bonaerense. Entró en pánico y pasó a la acción. El lunes decidió calzarse el traje de jefa de campaña. Otra exploración, la de Mariel Fornoni, revela que su imagen decayó tanto en el conurbano bonaerense que hoy es peor que la de Macri (otras consultoras, sin embargo, relativizan este dato) y que 7 de cada 10 bonaerenses opinan que el gobierno nacional hace todo mal.
La ponderación de Axel Kicillof, su hijo político, también está por el piso: una rareza en un distrito en el que tanto Daniel Scioli como Vidal, más allá de los resultados electorales y la eficacia de sus gestiones, nunca bajaron del 60 por ciento en imagen positiva. Está claro que ganar las elecciones en 2021 es ganar en la provincia de Buenos Aires.
El plan de Randazzo para 2021 es ser candidato a diputado nacional por una tercera vía entre el kirchnerismo y el macrismo. Una construcción cuya terminal desembocaría hipotéticamente en una alternativa para 2023. En esta aventura lo inspiraron Roberto Lavagna y el ya fallecido líder socialista Miguel Lifschitz y, en los tanteos preliminares, se anotan figuras como Graciela Camaño, Juan Manuel Urtubey, Mónica Fein y Joaquín de la Torre, quien se sumaría a un espacio randazzista solo en caso de que María Eugenia Vidal decida no jugar en la provincia, como probablemente sucederá. ¿Significa que el armado de la pata peronista de Juntos por el Cambio está en riesgo? “Haré lo que sea necesario para que pierda el kirchnerismo”, suelta, misterioso, el exministro vidalista. ¿Y Miguel Pichetto? Otro enigma.
Claro que entre lo potencial y lo real hay una enorme distancia: no solo basta con que exista la demanda. Para instalar una oferta con chances se necesitan sponsors, territorio, estructura, dinero y apoyo de sectores del establishment. Querer no siempre es poder. “Vamos a ayudar a Florencio”, suelta, enigmático, un intendente de JxC del conurbano. “Ojo, que nosotros también podemos comerle votos al macrismo”, advierten desde el randazzismo en pañales. “Al grupo de Randazzo le puede ir bien en las PASO, pero después en las generales se lo devora la polarización”, acota otro jefe comunal opositor de la zona norte. “O al revés”, retrucan los que apuestan.
Cuando Alberto Fernández ganó las presidenciales, Randazzo le mandó mensaje por whatsapp. Nunca le respondió. Desde entonces jamás volvieron a hablar. Cuando era su jefe de campaña, Alberto había acuñado un mantra para inspirar a su candidato: “Cristina es como un rayo paralizador, pero al único que no paraliza es al flaco Randazzo”. En eso, al menos, fue un visionario: el rayo lo fulminó a Fernández también.
Por las dudas, el peronista que se le anima a Cristina avisa a quienes lo tantean: “Esta es mi última batalla” .