El Peronismo Republicano no quiere más pobres, sino más trabajo
El Peronismo Republicano es un movimiento que ya tiene alcance nacional y que convoca a quienes, siendo justicialistas o no, reclaman un cambio fundamental en la manera en que los argentinos venimos siendo gobernados. A título puramente personal, procuraremos dejar en claro qué es el Peronismo Republicano partiendo fundamentalmente de su política exterior, de su visión de la Argentina en el mundo.
Entendemos que una política que, hacia adentro, promueve la democracia, la república, los derechos humanos y una economía capitalista, abierta y competitiva necesita expresarse hacia el mundo de la misma manera. Nuestras alianzas no deben ser distintas de nosotros mismos, porque seremos afuera lo que seamos adentro. No se puede crecer hacia adentro si el país no se vincula profundamente con quienes en el mundo guardan la misma sintonía. Es el “dime con quién andas”. Los Estados, como las personas, son fácilmente identificables si se repara en quienes son sus socios y acompañantes más cercanos, porque no existe país alguno que crezca y se consolide en soledad. Por eso, resulta urgente rescatar a la incomprensible política argentina de la actual deriva hacia el aislamiento y la irrelevancia.
El Peronismo Republicano sostiene que los principios democráticos universalmente aceptados, la cultura occidental a la que pertenecemos y el ámbito latinoamericano de nuestro accionar más inmediato deben quedar sólidamente reinstalados como un compromiso de toda la sociedad y con el carácter de una verdadera política de Estado, que deberá mantener su vigencia durante suficientes administraciones por venir.
"A los republicanos nos consta que la experiencia internacional demuestra, más allá de toda duda, que solo progresan los países que respetan a las instituciones y no practican el aumento deliberado de la pobreza y el clientelismo"
El mundo respeta solo a aquellas sociedades que, ante una crisis como la actual pandemia, estrechan filas y fortalecen la vigencia de las instituciones como la única manera digna de combatir a un enemigo común, evitando la concentración indebida de poderes por parte de quienes gobiernan, que no deben ignorar los aciertos del adversario y menos todavía cargarle la responsabilidad por las impericias y los errores propios.
A los republicanos nos consta que la experiencia internacional demuestra, más allá de toda duda, que solo progresan los países que respetan a las instituciones y no practican el aumento deliberado de la pobreza y el clientelismo, evitando así el enfrentamiento de compatriotas.
En 1983 todos los argentinos vivimos una epifanía fundacional porque veníamos de tiempos difíciles que superamos en conjunto. Por eso, hoy no aceptamos practicar ni sufrir exclusiones con quienes caminaron con nosotros en los peores momentos. Miguel Ángel Pichetto ha señalado claramente que debemos sumar, no restar, porque el que resta resulta funcional al oficialismo que es imprescindible desplazar en las urnas.
Igual que una inmensa mayoría de argentinos, sabemos fundadamente que la propiedad no genera un derecho secundario sino que, sólidamente regulado por la Constitución Nacional, conforma el motor de la productividad y las inversiones nacionales e internacionales sin las que ningún país del mundo ha podido ni puede prosperar. No queremos más pobres, queremos más propietarios.
Ante la diaria evidencia de graves amenazas a la continuidad institucional, recordamos que en todo el mundo las actitudes sectarias conducen tarde o temprano a enfrentamientos civiles y golpes de Estado, como debimos padecer en el pasado, y que en 1983 todos los argentinos nos juramentamos no retroceder en ese compromiso.
Públicamente nos hemos opuesto a reemplazar a Alberdi por Grabois, advertimos que nuestro pacto social es la Constitución y no aceptamos cambiarlo por un relato sin dignidad. No practicamos discriminaciones ideológicas: la grieta es con cualquiera que reniegue de la división de poderes y fomente la cultura de la dádiva de la mano de un Estado omnipotente que todos los días fabrica más pobres. Apoyamos a las organizaciones de los hombre de trabajo, no al universo planero e improductivo. El pobrismo es un cáncer para la nación.
El Peronismo Republicano no es clasista. En los países más exitosos, empresarios y trabajadores se conciertan, no se combaten.
Creemos firmemente en evitar que, una vez más, los esfuerzos asociados se agoten en alianzas electorales que luego no sirvan igual para gobernar. No basta con derrotar al adversario político. Es necesario ofrecer un proyecto claro y detallado de lo que proponemos hacer después. Paro no votar promesas, sino compromisos.
Exvicecanciller en la gestión de Guido Di Tella