El peligro de que la bomba explote antes de la llegada del FMI
Aunque Alberto Fernández ha resuelto avanzar hacia un acuerdo con el organismo financiero internacional, el silencio de Cristina Kirchner y otros factores generan desconfianza en los inversores
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Mientras el silencio de Cristina Kirchner llena de dudas a inversores sobre su real disposición a acompañar las negociaciones del gobierno de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI), voceros del kirchnerismo, como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, se han preocupado en las últimas horas por aclarar ante empresarios que ese sector del oficialismo se halla alineado con las gestiones que lleva adelante el titular del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán, ante el organismo financiero internacional.
La decisión del gobierno nacional de avanzar hacia un pacto con el FMI que permita renegociar la deuda por alrededor de 45 mil millones de dólares y avanzar hacia un acuerdo de facilidades extendidas por diez años está tomada. Sin embargo, la reacción negativa de los mercados ha llevado, tras las recientes elecciones legislativas, a un aumento del riesgo país, que cerró ayer en 1822 puntos básicos, y a una suba del dólar, que marcó un nuevo récord y quedó por arriba de los 200 pesos en las operaciones bursátiles.
¿Por qué, si buena parte de los analistas económicos descuentan que habría voluntad del presidente Alberto Fernández y de su ministro de Economía por acordar con el FMI, la reacción del mercado financiera ha sido tan negativa? Podrían distinguirse tres motivos:
- Una razón pasa por las dudas que el propio oficialismo se encarga de transmitir a través de un mensaje que sigue siendo hostil al organismo internacional. Así, mientras dirigentes de La Cámpora, con Máximo Kirchner a la cabeza, han hecho gala de un discurso contrario al pago de la deuda al FMI, el primer mandatario se la pasa diciendo que no tiene apuro para arreglar con este organismo financiero y se jacta de que, si no ha acordado hasta ahora, es porque no está dispuesto a poner de rodillas al país.
Del mismo modo, algunas voces del oficialismo coquetean con no acordar con el FMI, al que sugieren que se puede reemplazar con la ayuda de China y Rusia. Las declaraciones del directivo de la empresa Electroingeniería Gerardo Ferreyra en ese sentido son solo un ejemplo.
- Una segunda razón es que se desconfía de que, aun cuando se alcance un entendimiento con el Fondo Monetario, el actual gobierno esté en condiciones de cumplir con las metas fiscales que se estipulen.
- El último motivo, quizás el más fundado, es que no pocos economistas descuentan que el acuerdo con el FMI difícilmente vaya a llegar antes de que el Banco Central se quede sin reservas netas líquidas disponibles.
El objetivo de Guzmán es alcanzar un acuerdo definitivo con el Fondo durante enero de 2022, para lo cual el Congreso de la Nación debería aprobar con anterioridad el programa económico plurianual que, según prometió Alberto Fernández, será enviado por el Poder Ejecutivo en los primeros días de diciembre.
Sin embargo, algunos economistas estiman que el descalabro fiscal de la Argentina explotará antes de que llegue la refinanciación de la deuda con el FMI.
En ese sentido, el analista económico Agustín Monteverde subrayó que, en octubre último, mientras los ingresos fiscales crecieron respecto de octubre de 2019 un 124%, en igual período de dos años los gastos primarios se incrementaron en un 189%, por lo que el déficit fiscal aumentó en términos reales un 35% en ese mismo plazo. “En octubre pasado tuvimos un déficit primario que fue 27 veces el superávit primario de octubre de 2019″, advirtió a LA NACION, para luego señalar que “la única forma de cubrir esta brecha es con un tsunami de pesos”.
La conclusión del citado economista es que “la Argentina se dará una piña antes de cualquier acuerdo con el FMI”, algo que se tornará más grave por la existencia de un nivel de pobreza que “bien medido, ronda el 50 por ciento” y a lo que debe sumarse un déficit cuasifiscal, derivado de la avalancha de Leliq, que implica unos 150 mil millones de pesos solo por pagos de intereses mensuales.
A este cuadro, se añade la posibilidad de que el Banco Central se quede antes de fin de año sin reservas netas líquidas disponibles.
En este contexto, muchas miradas se dirigen a la tensión existente entre el Presidente y la vicepresidenta. El llamativo silencio que se ha autoimpuesto Cristina Kirchner desde algo antes de las elecciones del 14 de noviembre, que concluyeron con la previsible derrota del Frente de Todos, puede interpretarse como un delicado equilibrio para no acompañar públicamente las impopulares medidas de ajuste que en algún momento deberá adoptar el Gobierno sin, al mismo tiempo, provocar una ruptura con Alberto Fernández.
Es probable que la vicepresidenta no ponga palos en la rueda de la negociación de Guzmán con el FMI y deje hacer. Pero en esa hipótesis, la mayor duda es si, luego de un eventual acuerdo, estará dispuesta a consentir los ajustes que necesariamente traerá aparejados cualquier entendimiento con el organismo internacional para que la Argentina pueda ir bajando su déficit fiscal, empezando por la disminución de subsidios energéticos, que hoy representan más del 3% del PBI, y la consecuente suba en las tarifas.