El Parlasur: ¿demolición o renacimiento?
La reciente confección de listas al Parlamento del Mercosur ha provocado una oleada de declaraciones infundadas por parte de políticos demagógicos y periodistas reducidos a panelistas. Primero, los hechos: los parlamentarios argentinos al Mercosur no han recibido hasta ahora ningún salario ni dieta, no cobran en dólares ni en ninguna otra moneda, no disponen de asesores ni automóviles, ni de ninguna otra cosa que implique gasto público excepto los pasajes y el hotel en Montevideo para poder asistir a las sesiones. La ridícula ola de indignación moral desatada contra quienes llevan años desempeñando una tarea por la que no han percibido ninguna compensación monetaria solo desnuda la ignorancia de sus enunciadores.
Si hubieran estudiado, sabrían que el protocolo del Mercosur establece que sus parlamentarios deben percibir una dieta similar a un diputado nacional. De manera que desde el punto de vista del gasto público la opción es simple: o se les paga en el momento, como fija la ley y corresponde a cualquier trabajo, o se les pagará en el futuro, sumándole gastos procesales y abogados. La opción de donar la dieta está abierta pero no deja de ser demagógica: quien cree que ser parlamentario del Mercosur es una función digna y valiosa tiene derecho a percibir un ingreso por desarrollarla, como cualquier otro parlamentario. Quien piensa que no lo es, no debería postularse al cargo a menos que desee añadir un nuevo elemento a su registro de demoliciones.
Cualquiera que se tome el trabajo de observar el proceso de integración regional más exitoso de la historia, la Unión Europea, comprende enseguida dos cosas: gracias a que los países de Europa conformaron una unidad política y no solo un acuerdo comercial pudieron resistir por décadas la amenaza soviética. Segundo, fue la enorme diferencia de condiciones de vida entre los países sometidos al comunismo y la Europa occidental integrada en la Comunidad Económica Europea que se ganó la guerra fría. En todo ello, en todo el proceso que desde 1950 ha transformado el peor continente del mundo en el cual vivir, el de las guerras y los genocidios, en la región del planeta en la cual los niveles de bienestar, democracia y vigencia de los derechos humanos son los más altos del mundo, el rol del Parlamento Europeo ha sido decisivo. Deberíamos saberlo bien los argentinos porque miles de nuestros abuelos abandonaron aquella Europa de los nacionalismos mientras que nuestros hijos se están yendo a esta Europa, la de la integración regional, la paz y el desarrollo.
Señores críticos: infórmense. El origen del Parlamento Europeo se remonta a 1952, cuando nació como asamblea parlamentaria de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Careció de toda potestad legislativa hasta 1986 y aún hoy no dispone de todas las potestades de un parlamento nacional. La cosa es simple: dotar a un parlamento regional de capacidades legislativas es un asunto difícil, que lleva años; durante los cuales su función consultiva es importante. Pretender la demolición del Parlasur es la respuesta errada al problema, de la misma manera que sería un tremendo error demoler el Congreso nacional o la educación pública argentina en nombre de sus innumerables incapacidades y defectos.
Lo razonable es trabajar para convertir al Parlasur en lo que puede ser: una institución fundamental para la defensa de la democracia en la región y para la integración de sus países al mundo, elemento crucial para su desarrollo. Es cierto que el peronismo kirchnerista y los populismos latinoamericanos han logrado transformar al Parlasur en un foro bolivariano, pero si tiráramos a la basura todo lo que el peronismo ha arruinado nos quedaríamos sin país. Por eso, quienes creemos en las instituciones y en la República tenemos por delante la difícil tarea de restaurar el Parlasur y mejorarlo, no de demolerlo; especialmente, en el preciso momento en que el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, en proceso de aprobación, puede darle una relevancia que no ha tenido hasta ahora.
Todo el Mercosur, aquella exitosa iniciativa de los presidentes Alfonsín y Sarney, se ha transformado hoy en un ámbito ajeno a las necesidades de los países y los pueblos de la región. Consecuentemente, en su parlamento se escuchan sobre todo las voces de los populismos y las dictaduras. Pero no existe ninguna razón para que así sea excepto el abandono al que lo hemos sometido. Desde La Fuerza del Cambio, que apoya la candidatura de Patricia Bullrich, queremos revertir esta decadencia. Por eso presentamos una lista de parlamentarios del Mercosur que nos enorgullece, conformada por figuras del ámbito cultural -como Luis Brandoni, Federico Andahazi y Emilio del Guercio- que han levantado la voz contra los populismos y las dictaduras, y que serán acompañados por otros candidatos -como Lilia Puig, Alejandro Perotti, Claudio Avruj, Alvaro de Lamadrid y Lucas Incicco, entre otros- con probada experiencia política y en temas parlamentarios. Entre todos, y con lo que humildemente yo pueda aportar desde la presidencia de la Comisión de Mercosur de Diputados, intentaremos darle prestigio y entidad legislativa al Parlasur.
Los parlamentarios que integran nuestra lista solo percibirán sus dietas, como es legal y justo. No tendrán fueros, ni asesores, ni oficinas, ni fondos reservados, ni prerrogativas especiales, ni automóviles, ni cualquier otro tipo de privilegio incompatible con la austeridad que exige la situación económica nacional. Promoveremos que lo mismo suceda con los representantes de los demás partidos. Nos comprometemos a trabajar intensa y diariamente en el desarrollo económico y social de nuestro país y de la región, por un Mercosur del siglo XXI: democrático, dinámico, integrado, que forme parte de las cadenas globales de formación de valor, con acuerdos comerciales y políticos con la Unión Europea y los países democráticos del mundo, y que sea una potente plataforma para nuestras exportaciones.
El Parlamento del Mercosur tiene un rol importante: su actividad legislativa es imprescindible para regular el uso de recursos naturales comunes como el río Uruguay, cuya administración ha causado conflictos (Botnia) con un costo incomparablemente mayor al de su funcionamiento. Un parlamento regional también sería útil para promover la creación de una procuraduría antimafia regional que utilice el modelo de la Direzione Nazionale Antimafia italiana para coordinar el trabajo de las fiscalías nacionales que luchan contra el crimen transnacional organizado; para que cada uno de los países miembro se haga cargo de los costos de la atención sanitaria de sus ciudadanos cuando ésta se efectúe en otros países; para desarmar las barreras al comercio intrazona y avanzar hacia una moneda y un banco central regionales que faciliten el comercio interbloque y sean una barrera contra las devaluaciones competitivas y los procesos inflacionarios nacionales; y para profundizar la carta democrática del Mercosur, controlando el respeto de los derechos humanos en sus países y estableciendo los parámetros republicanos que deben respetar, sin excepción, los miembros del bloque.
Proponemos que en todos estos temas de agenda regional el Parlasur tenga iniciativa legislativa y pueda sancionar normas subordinadas a la aprobación de los parlamentos de los países miembros, combinando así la necesaria coordinación internacional en temas comunes con las potestades de las instituciones nacionales. Si somos gobierno, trataremos de avanzar inmediatamente en este sentido el año próximo, mediante un acuerdo de todos los estados-parte.
La Historia enseña. España, Italia, y los demás países del sur europeo solo alcanzaron su estabilidad democrática y monetaria en el proceso de integración regional, cambiando la lira y la peseta por el euro, y los golpes de Estado por la adhesión a las instituciones de la Unión Europea. Para lograr algo similar, el Mercosur debe dejar de ser una entidad políticamente ideologizada y económicamente decadente, y el Parlasur, un foro en donde solo se escuchen las voces de los populismos y las dictaduras. Queremos un bloque regional que sea un puente hacia el mundo y no un muro que nos separe de él, y las instituciones regionales como el Parlasur tienen un importante rol en el proceso. Desde La Fuerza del Cambio hemos presentado una lista de parlamentarios preparados para esa tarea y estamos listos para enfrentar el desafío.