El papa Francisco y las minorías perseguidas
El papa Francisco acaba de publicar, el lunes pasado, un nuevo libro, titulado Soñemos: el camino hacia un futuro mejor.
Al anunciar el extenso contenido de su creciente obra, señaló que piensa, con alguna frecuencia, en la situación de los "pueblos perseguidos". Como sucede con los Rohingias, en Myanmar; o con los Uigures, en China; o con los Yazidi, en Siria. Y también con los propios cristianos, en Egipto y en Pakistán. Con reiteración, sus integrantes son abusados de mil distintas maneras, resultando así víctimas inocentes de violaciones sistemáticas de sus derechos humanos.O sea, de una abierta discriminación.
Los uigures son musulmanes. Conforman una importante minoría en China. Y son uno de los 56 grupos étnicos que el enorme país oriental contiene dentro de sus propias fronteras. Son claramente discriminados y sus líderes son perseguidos.
Hay más de un millón de ellos que viven insólitamente encerrados en inmensos "campos de concentración", a los que el gobierno chino denomina, sarcásticamente: de "re-educación". O de "entrenamiento vocacional". De lavado de cerebros, entonces.
La idea político-social china subyacente es la de "homogenizarlos" con la mayoría "han", de modo que no se distingan demasiado de ella. Y uniformar, en todo lo posible, sus respectivas creencias y culturas.
Esos "campos" están fundamentalmente emplazados en el noroeste de China. En la región de Xinjiang, esencialmente, donde reside una minoría con componentes turcmenos. Allí se adoctrina a quienes –por el motivo que sea– se priva de la libertad, se abusa de ellos y, hasta se los esteriliza, de modo de afectar adversamente el proceso de su reproducción natural.
Esos malos tratos evocan recuerdos de intentos aberrantes y perversos, no sin algún parecido, que fueran puestos en marcha por los nazis, en un pasado no muy lejano.
El Papa –cabe señalar– no elaboró respecto de los uigures, sólo los mencionó brevemente por su nombre. Quizás para no irritar a las autoridades chinas, cuya relación con el Pontífice de Roma es bien compleja. A punto tal, que se ha acordado, desde 2018, por razones de pretendido "realismo", que no habrá designaciones pontificias de nuevos obispos chinos sin contar con el previo "visto bueno" de las autoridades comunistas chinas. Los detalles de tan inusual "acuerdo" no se han hecho conocer al gran público, desgraciadamente.
La breve referencia pontificia a los "uigures" no pasó, sin embargo, desapercibida. El propio vocero de la Cancillería china, Zhao Lijian, comentó enseguida, con mucha arrogancia y sin ocultar su notorio desagrado, que la mencionada referencia papal a la minoría "uigur": "carecía de todo fundamento". De no creer, por cierto.
Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas