El país tiene todo para ser próspero, pero no lo es
En los últimos años se ha gestado un acuerdo profundo en la Argentina: tenemos todos los elementos para convertirnos en un país próspero. Este consenso abarca transversalmente a una buena parte del espectro político, así como a representantes de diversos sectores, como empresas, sindicatos, medios de comunicación y sociedad civil, entre otros. Todos estos actores destacan que la Argentina posee recursos clave que el mundo demanda: energía, alimentos y minerales esenciales para la transición verde, entre otros.
A pesar de estas fortalezas, la Argentina todavía se encuentra lejos de ser un país próspero. También existe un consenso creciente sobre las razones que explican esta situación. Necesitamos estabilizar nuestra macroeconomía y construir una estrategia de desarrollo que permita que nuestras ventajas competitivas se traduzcan en una mejor calidad de vida para toda la población argentina.
Para estabilizar la macroeconomía es necesario abordar tanto la restricción externa (aumentando nuestras exportaciones) como la restricción interna (equilibrando las cuentas públicas, llevando el déficit fiscal a cero –como primer objetivo–, para atender luego otras aristas fiscal-tributarias prioritarias).
En este contexto coexisten diferentes perspectivas sobre la situación en la Argentina. Por un lado, hay miradas de esperanza que ven un avance en la resolución de los problemas de fondo y en la búsqueda del equilibrio fiscal. Muchos ciudadanos también están dispuestos a enfrentar una situación más difícil si esto significa salir adelante.
Sin embargo, estas visiones optimistas coinciden con otras más cautelosas, que indican los costos sociales significativos que pueden tener las medidas para alcanzar el déficit cero. También señalan síntomas de desapego a los principios democráticos.
En resumen, conviven visiones que creen que estamos abordando nuestros problemas fundamentales de una vez por todas, con otras que sostienen que esto será solo otro capítulo en la historia pendular recurrente de la Argentina. ¿Qué determinará la dirección que tomemos? La durabilidad de las transformaciones que se impulsen.
La única manera de lograr cambios sostenibles en el tiempo es aferrándonos a los valores y prácticas democráticas. Un desarrollo desconectado de estos valores y prácticas no será sostenible y nos arrastrará de nuevo al péndulo.
Buscar la prosperidad dentro del marco de las instituciones democráticas requiere más esfuerzo, ya que implica tener que conversar con los otros, cooperar y definir acciones conjuntas. No es necesario estar de acuerdo en todo; es posible dar pequeños pasos genuinos que aborden algunos aspectos de nuestros problemas estructurales. Estos pasos, al generar resultados concretos, deberían ayudar a reconstruir la empatía y la confianza, tan deterioradas.
Este es el papel de la dirigencia: acordar los primeros pasos para dar forma a una estrategia de desarrollo que convierta la riqueza de nuestro país en calidad de vida para todos los argentinos. Es una tarea importante que nos permitirá transitar, de una vez por todas, de lo pendular a lo medular.
Directora ejecutiva de Cippec