El país recupera las relaciones exteriores
La llegada al país del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, es un acontecimiento muy importante para la Argentina por la significación internacional que tiene la visita: Obama hará el viaje sin ir a otro lugar más de América del Sur. Además, el hecho indica la recuperación de las relaciones exteriores de la Argentina de un modo sano y constructivo, que se suma a la reciente visita del presidente de Francia, François Hollande, y del primer ministro italiano, Matteo Renzi, y a las actividades cumplidas por el presidente argentino en países vecinos, Davos y la Santa Sede.
El caso de Obama, que arribará pasado mañana, es más relevante todavía por las tensiones extremas vividas con Estados Unidos -el país más rico del planeta y, al mismo tiempo, la única superpotencia militar existente- durante el gobierno anterior.
La visita tiene implicancias multifacéticas, como la colaboración económica y financiera y la cooperación en materia de seguridad, defensa y crimen organizado. También, la posibilidad de intercambio y asistencia en materia tecnológica, la defensa de valores compartidos como la libertad y los derechos humanos y, sobre todo, la recreación de confianza en la modernización de las relaciones de la Argentina con el mundo.
Conviene recordar la similitud de nuestros textos constitucionales y la firme defensa que en ellos se hace de la división de poderes, del federalismo, de la libertad de prensa, de la privacidad y la búsqueda de la propia felicidad, de la propiedad privada, de la libertad de actividades empresariales y de la tolerancia. Esta relación reverdecida no excluye por supuesto una mejor relación con los vecinos más próximos, con Europa, con los países asiáticos y las potencias emergentes en esa zona geográfica.
Debe ser, sobre todo, una normalización jurídica de nuestro país en relación con los contenciosos en materia de endeudamiento internacional, del respeto a las reglas multilaterales en todos los campos y de reforzamiento del orden legal internacional. Nada será mejor para nuestro país que respetar esas normas, que evitan el ejercicio de la fuerza y de las acciones discrecionales.
Esto implica normalizar nuestras deudas con los mercados de capitales, con la Organización Mundial de Comercio y con los organismos multilaterales: desde el Fondo Monetario Internacional hasta el Club de País, pasando por el Banco Mundial y los bancos regionales de fomento. Todo esto concurre a suscitar el interés de los inversores externos como fenómeno imprescindible para financiar la creación de trabajo productivo, recomponer las finanzas públicas y solventar el desequilibrio de pagos externos.
Dicho con crudeza, la colaboración internacional debería ayudarnos a amortiguar la severa crisis del mundo emergente, en particular la sudamericana. Enfrentamos un presente complejo por las caídas del financiamiento a los países en desarrollo y del precio de nuestras commodities, además del derrumbe del PBI en dólares de vecinos.
Tenemos una crisis aguda en nuestra infraestructura, en particular energética, y altísimos costos de obtención de préstamos en los mercados internos y externos. Es imprescindible señalar la necesidad que la Argentina tiene de aumentar el capital físico y humano per cápita, para lo que es urgente introducir tecnologías modernas. Esto requiere una enorme inversión, a fin de generar el empleo de nuestros recursos.
Debemos también mejorar casi de un modo cuántico el equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas y de las fuerzas seguridad para las operaciones en el territorio nacional y donde se requiera contar con nuestra presencia como partícipes confiables e integrados del sistema multilateral mundial. Podemos desarrollar también con Estados Unidos un valioso intercambio académico, científico y tecnológico.
Sabemos que el presidente Obama valora nuestro compromiso con un mundo más libre, más tolerante, respetuoso de los derechos humanos y civiles, que cumpla con las reglas de no proliferación de armas nucleares. Podemos trabajar junto con Estados Unidos en una misión de convocatoria a la ampliación significativa del capital de los organismos multilaterales de crédito, que alivie el momento crítico en financiamiento de los países emergentes. Sólo una iniciativa de ese tipo atenuará la adversa situación que enfrentan muchos países en desarrollo, en particular en América del Sur.
Sería una gran noticia que el presidente argentino, Mauricio Macri, propusiera al presidente de los Estados Unidos una iniciativa global en ese sentido, destinada a evitar crisis mayores. Sabemos que iniciativas de esa índole serán recibidas con lucidez y sabiduría.
Economista, fue ministro de Defensa y de Economía