El País del Nunca Jamás
Hemos dejado de ser actores de reparto para pasar a ser protagonistas fundamentales
Según la Cámara Nacional Electoral, en las elecciones de 2011 y 2013, poco más del 50% del padrón electoral fue menor a 40 años. Esto es llamativo y al mismo tiempo gratificante, porque nos permite a los jóvenes posicionarnos en un lugar privilegiado en la elaboración de políticas públicas. Los gobernantes han entendido que deben incluir nuestras necesidades, y producto de esta nueva tendencia proactiva juvenil, hemos dejado de ser actores de reparto para pasar a ser protagonistas fundamentales.
No existen dudas del protagonismo que tenemos los jóvenes en la vida democrática argentina. Nuestro pensamiento plural nos permite involucramos en proyectos distintos, defenderlos incluso frente a otros jóvenes, enriquecernos del que piensa diferente y participar en espacios donde podamos expresar nuestras ideas. La diversidad ideológica es positiva, porque nos permite abrirnos al debate, que siempre es necesario para el crecimiento como sociedad. Pero además, tenemos ciertos deseos que son comunes a todos los jóvenes, sin importar nuestra ideología, como el acceso a la educación pública y gratuita, el cuidado del medio ambiente, una distribución más justa del ingreso o la posibilidad de poder crecer profesionalmente.
Cuando leí Peter Pan de James M. Barrie, presté mucha atención al "País del Nunca Jamás", un lugar donde los jóvenes perdidos no crecían. Me puse a pensar qué parecido es el país que estamos viviendo los jóvenes de hoy y los de esta fantástica historia escrita hace 100 años. ¿Acaso no estamos, como en Peter Pan, viviendo una realidad de la que los jóvenes no podemos escapar? En la era del kirchnerismo, el gobierno nacional intentó encargarse de corregir los problemas de fondo que tenemos los jóvenes, pero solamente nos brindó soluciones parciales. Un claro ejemplo es lo difícil que nos resulta independizarnos de nuestros padres. En el contexto económico actual de inflación, los sueldos de los estudiantes no son lo suficientemente altos para poder alquilar un departamento y cumplir con las obligaciones a fin de mes, ni siquiera pensar la idea próxima de acceder a un crédito hipotecario. Lo mismo sucede con nuestros estudios: ¿Cuántos jóvenes terminaron el secundario?, ¿cuántos jóvenes terminaron la universidad y pueden trabajar de lo que estudiaron?
Los jóvenes tenemos que abandonar el País del Nunca Jamás y exigir que se cumplan nuestros derechos y se atiendan nuestros sueños...¿es mucho pedir?
Según datos de la Unesco, solamente la mitad de los estudiantes termina sus estudios, y en Argentina existen 1.100.000 jóvenes entre 18 y 24 años que no estudian ni trabajan. Con este panorama, el gobierno nacional lanzó un plan llamado Progresar, luego del fracaso del plan "Jóvenes con Más y Mejor Trabajo". ¿No estamos hartos de políticas sin impacto social? A lo largo de este gobierno, el nivel de conocimiento de los jóvenes disminuyó, demostrado por los exámenes PISA, donde somos uno de los países peor rankeados del mundo. La exclusión y la deficiencia educativa repercute directamente en la búsqueda y calidad de empleos. ¿Desde cuándo los jóvenes no podemos elegir la profesión que nos hace felices?
El próximo gobierno tiene que parar la inflación para que no nos coma el sueldo y podamos independizarnos. Tiene que asegurarse que los jóvenes que no estudian ni trabajan sientan que cuentan con un respaldo para hacerlo. Para que eso suceda los jóvenes tenemos que abandonar el país del nunca jamás y exigir que se cumplan nuestros derechos y se atiendan nuestros sueños...¿es mucho pedir?
Por eso, como ciudadanos jóvenes debemos mirar hacia adelante buscando ideas que produzcan cambios, armar equipos y escuchar a quienes están relegados para ayudarlos a concretar sus proyectos. No tengamos miedo en exigir a quienes nos gobiernan los medios necesarios para llevar a cabo nuestras aspiraciones. Contagiemos a quienes nos rodean con aquellas cualidades que hicieron de la Argentina un país más inclusivo y tolerante. Esperemos que el próximo gobierno pueda escribir en su historia la fórmula para poder escapar del país del nunca jamás.