¿El paciente inglés? El paciente argentino
LONDRES.- Miro las mil imágenes de la cuarentena argentina. Videos, diarios, amigos que mandan fotos, 'memes' graciosos o reflexivos, gente de mi equipo en Buenos Aires trabajando desde su casa.
Y veo desde acá, en Londres, la extraña respuesta de la sociedad inglesa al llamado (confuso, ambiguo, tardío) de Boris Johnson. Escucho las ambulancias, constantemente desde el fondo, y pienso en Italia y España, y la ola del tsunami acercándose a estas islas. Esta postal del diario The Guardian quizás sirva: "Multitud en el mercado de flores de Columbia Road, en plena pandemia". La imagen, de hace dos días, es incluso alegre sino fuera porque preanuncia una tragedia: gente amontonada comprando flores; familias, jóvenes, una multitud despreocupada en una feria callejera de Londres.
Me pregunto dónde quedó aquella idea, tan aceptada en el mundo, y que fue incluso título de una famosa novela de Michael Ondaatje, "El paciente inglés", que remite a un doble significado: la historia de un paciente de hospital -inglés- y la característica esencial por la que el británico es conocido en el mundo, su capacidad de ser cauto e imperturbablemente equilibrado frente a lo peor.
Vuelvo a mirar Argentina. Y sí, veo un personaje elevado a la infamia, "El Boludo", un surfer que vuelve de Brasil sin importarle nada, y los 'vacacioneros' egoístas de Pinamar, o un famoso yéndose a Esquel. Pero veo, mucho más, un mayoritario, ejemplar, solidario y... paciente argentino que adhiere a la cuarentena, con pasión incluso.
Nicolas Schumway decía en su libro La Invención de la Argentina, que las sociedades crean lo que él llama "ficciones orientadoras" según las cuales aceptan un bosquejo de su propio comportamiento para comprenderse a sí mismas. Así, predisponen también a sus futuras generaciones a aceptar la caricatura como profecía.
Borges lo destacaba en la "ilegalidad" de Martín Fierro que preanunciaba nuestro comportamiento social, que degenera en el pícaro, el tramposo, el 'argento'.
Nada de eso define al argentino de estos días.
Si el nivel de acatamiento, orden y rigurosidad de Argentina se diera hoy en Dinamarca, lo entenderíamos bien porque las 'ficciones orientadoras' coincidirían.
¿Será entonces que nuestro ejemplo identitario estaba perdido en el museo de aquel histórico y conmovedor éxodo jujeño, con Belgrano?
Este extraordinario espejo, real, de lo que los argentinos están logrando ahora mismo, en esta situación dramática, con sobriedad, respeto al liderazgo y acatamiento, nos permite repensarnos: ? ¿somos 'argentos' o somos 'argentinos'?
Lo digo con admiración y alivio por los que están allá. Y lo digo con intranquilidad por mi familia acá, en Inglaterra, donde veo mucho de lo contrario.
Sé bien que el inglés está empezando a acatar, tarde, el llamado a la cuarentena. Mi propio vecino en el barrio de Kentish Town, Camden, abandonó su discurso de "Este encierro es ridículo", por uno mas cauto. Y se queda en casa. Y ya hay medio millón de voluntarios de toda Inglaterra dispuestos a ayudar al NHS, sistema hospitalario británico. Y se superará esta crisis, con cientos de miles de actos heroicos.
Como este acto hasta aquí heroico de los argentinos. Que tiene como idea íntima una muy simple: si somos pacientes en casa, habrá menos pacientes (y menos muertos) en todos nuestros hospitales.
Pido desde acá a ese 'argentino nuevo' de esta cuarentena, que pueda sostener este gran gesto aunque tome un rato largo.
*Carlos Bayala es asesor de comunicación de EGS y JPL en la Nasa y UNCHR de las Naciones Unidas