El ojo maravilloso de Gisèle Freund
El 18 de julio de 1941, un periodista de este diario entrevistó a la gran fotógrafa alemana Gisèle Freund (1908-2000), que acababa de llegar a Buenos Aires invitada por Victoria Ocampo. La directora de Sur había logrado que la artista pudiera salir de Europa y así salvar la vida. Freund había nacido en Alemania, pero era judía; ese "detalle" era una condena a muerte en la Francia ocupada. En estos días, esa entrevista puede leerse en una pared del Museo Sívori, donde se exhibe una espléndida colección de fotografías de Freund.
La muestra no se limita a exponer los formidables retratos que la fotógrafa tomó de los escritores más importantes de la Argentina, del resto de América, y de Europa, desde la década de 1930 hasta la de 1980; además se pueden ver documentos, revistas y diarios de distintas procedencias que reprodujeron los trabajos de la artista. Por supuesto, las fotografías más difundidas fueron las que Gisèle hizo de Eva y Juan Domingo Perón en 1950. Siempre se dijo que ese reportaje fue un encargo de la revista Life, pero según parece había sido un pedido de Point de Vue. Posteriormente esa serie pasó a Life y, como se dice hoy, "se viralizó".
Freund había tratado de pasar inadvertida en la Argentina de 1950 cuando conoció al matrimonio Perón, porque los grandes amigos que la fotógrafa tenía en el país eran antiperonistas. El disgusto de la clase alta y los intelectuales por el servicio fotográfico de Gisèle no pasó a mayores. La prueba es una estupenda foto en colores de Victoria Ocampo tomada por Freund en París, en 1971, en que se la ve sonriente y feliz.
Entre los escritores no argentinos, hay un retrato de H. G. Wells en el que se aprecia el comienzo de su barba, que, de acuerdo con los testimonios, era mucho más larga y abundante. Wells le pidió a Freund que lo principal en esa foto debía ser la barba y, sin dudar, se arrodilló, porque pensaba que en ese ángulo la retratista podría captar la mata de canas en su esplendor amazónico. Gisèle no le obedeció y mutiló ese viril atributo en la imagen. De pronto, hubo un corte de luz y Freund debió trabajar al claro de luna. El resultado fue excelente, pero la barba era más bien una "sospecha". Por temor a la ira de Wells, Gisèle nunca se la envió.
En las décadas de 1930 y 1940 era muy difícil tomar fotos en color. Freund fue, en ese sentido, una pionera. Las que realizó en Buenos Aires le presentaron muchos obstáculos por la falta de los elementos necesarios. Por lo tanto, hay en la muestra varias fotos coloreadas a mano.
En cuanto a las fotos de argentinos, hay algunas que nunca vi. Por ejemplo, una de Pepe Bianco con un cigarrillo en la mano, en color; otra en la que se ve a Pepe, María Rosa Oliver, Angélica Ocampo y Borges, también en color.
André Maurois, que estaba por ingresar en la Academia Francesa, rabió porque deseaba ser fotografiado con el uniforme verde y con la espada de académico. Lamentablemente, el traje no estaba aún terminado.
Gisèle Freud fue una pionera de las performances: daba conferencias ilustradas por sus fotografías. Proyectaba, por ejemplo, los retratos de los escritores y hablaba de sus vidas y sus obras. En Buenos Aires, en 1948, ofreció una de esas presentaciones en el Instituto francés de América Latina (IFAL), de la Ciudad de México. En el Sívori se puede escuchar la grabación de todo lo que ella dijo en esa ocasión al mismo tiempo que se ven las mismas fotografías que se mostraron hace más de setenta años. En 1968, Freund repitió la experiencia en el Museo de Arte Moderno de París. También es posible escuchar en el Sívori una grabación en francés de aquella performance y contemplar las fotografías correspondientes, las mismas que las de Amigos del Arte. La voz es la de Gisèle, una vez más en Buenos Aires.