El nuevo rol protagónico de los intendentes
Con el poder de los gobernadores en caída, los jefes comunales se posicionan fuerte gracias al peso de sus votos y a su cercanía con los reclamos ciudadanos
La disputa electoral de 2013 trae como gran novedad la consolidación de actores locales en el primer plano de la competencia electoral nacional. Los intendentes –con diversas estrategias– protagonizan la discusión, ya sea como candidatos o aportando personas de su entorno a las listas. El hecho más notable es que las dos propuestas que aparecen liderando las encuestas en la provincia de Buenos Aires son encabezadas por intendentes en ejercicio. Si a este dato se suma la proyección nacional del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, estamos frente a una política que adquiere nuevo significado a partir de la acción de quienes gestionan en relación directa con las demandas de la ciudadanía.
No es casual y no se trata de fenómenos aislados: en el mundo hay muchos casos en la misma línea, como el de Boris Johnson en Londres (alcalde londinense que se proyecta como líder de los conservadores). O, al revés, funcionarios de nivel nacional que buscan crecer políticamente desde la gestión local. Rahm Emanuel, ex jefe de gabinete de Obama, se convirtió en alcalde de Chicago y ahora dice que su nuevo rol "es la mejor experiencia que he tenido en la función pública".
Bruce Katz y Jennifer Bradley, de Brookings Institution (influyente think tank de Washington), vienen de publicar un libro sobre el creciente rol de las ciudades en el debate político norteamericano (The Metropolitan Revolution: How Cities and Metros are Fixing our Broken Politics). Sostienen, por ejemplo, que las mayores innovaciones de gobierno vienen de los intendentes (mayors) y que la revolución de gestión nace "de abajo", es decir, de los gobiernos locales. En su mirada, los gobernantes locales están asumiendo riesgos y haciendo el trabajo duro frente a los crecientes problemas que afronta Washington.
El conurbano bonaerense, plasmado en las secciones electorales primera y tercera, concentra la mayor densidad electoral del país: con unos 11 millones de habitantes, significa el 72% de la población bonaerense y el 28% de la población argentina. A pesar de que sus municipios están subrepresentados en la Legislatura bonaerense (la 1ª sección electoral, norte del conurbano, tiene 355.000 habitantes por diputado, mientras que la 4ª, sólo 42.000 por diputado), sus intendentes aparecen cada vez más fuertes en la discusión nacional, especialmente aquellos con gestiones de cercanía con las demandas sociales.
Hasta no hace mucho, el intendente era un personaje menor de la política, supeditado al humor de presidentes y gobernadores. Hoy pueden convertirse en líderes nacionales por el peso de sus electorados, porque no dan la espalda a la solución de los problemas urgentes (aunque no tengan la facultad o los recursos) y por la transmisión de sus agendas que hacen los medios de comunicación. Junto a la ciudad, estos municipios están en la gran vidriera nacional: el AMBA, área metropolitana de Buenos Aires, la ciudad Aires real, con sus 15 millones de habitantes.
A su vez, la vinculación fáctica de estos municipios no es necesariamente con su superior institucional. La capital de la provincia es La Plata, pero los distritos del conurbano tienen como referencia permanente la ciudad de Buenos Aires, área central de la metrópolis, la cual genera trabajo, ofrece servicios y ejerce influencia cultural y política. La Matanza, por caso, supera en población tanto a la ciudad de Córdoba como a Rosario e interactúa mucho más con la ciudad de Buenos Aires que con La Plata.
Sucede también que la provincia con mayor peso en la economía nacional es la que tiene menor autonomía de recursos y menor capacidad a la hora de seleccionar su propia conducción política e institucional: Buenos Aires está "atrapada sin salida", nos dice María Matilde Ollier en su esclarecedor libro sobre la menor incidencia que tienen los gobernadores de Buenos Aires. En el pasado, la relación entre los municipios y la presidencia estaba mediada por el gobernador, quien manejaba decisiones y recursos con amplitud.
Hasta la gobernación de Eduardo Duhalde, especialmente de la mano del Fondo del Conurbano, era el mandatario provincial quien decidía las obras, elegía a los beneficiados y cosechaba políticamente los logros: así, el gobernador conseguía recursos políticos para fortalecer su poder. Es evidente que hoy la centralidad de los gobernadores está puesta en duda.
La contrapartida es la notable incidencia que adquirieron los ejecutivos municipales. Aunque sin autonomía formal, el intendente se convierte en la figura decisiva en cuanto a la toma de decisiones. Los jefes comunales se viene haciendo cargo de los problemas acumulados más allá de que no sean su competencia directa: crean policías locales, se hacen cargo de la salud, arreglan las escuelas y hasta hacen obras con recursos propios. Todo esto solía ser atribución federal y provincial.
Los presidentes puentean a los gobernadores bonaerenses y van directo a los intendentes, buscando la relación concreta con el votante y la tracción de "el territorio", proceso que en definitiva otorga a los ejecutivos locales visibilidad y márgenes de autonomía superiores a los que tienen de por sí en sus municipios, donde en muchos casos actúan con enormes dosis de discrecionalidad.
A nivel local, el intendente es una suerte de "soberano", como muestra bien Ollier. Concentra decisiones, "controla" el concejo deliberante (dado que ambos van juntos en boleta, votar al intendente es la motivación, no existe posibilidad de cortar boleta) y en general evita la alternancia, favorecido por un sistema electoral que otorga proporcionalmente más bancas al ganador. Si un intendente es hábil o, peor, inescrupuloso, tiene capacidad de bloqueo de los competidores e incidencia en la propuesta local opositora, lo que fortalece su poder y dificulta el recambio.
Los que aprovechan las ventajas del cargo (y los incentivos institucionales a mantenerlo, como la perniciosa reelección indefinida), pero además se muestran activos, innovadores y cercanos al vecino, logran en muchos casos superar el resultado electoral del gobernador y del presidente y emerger como líderes nacionales. Es lo que estamos viendo plasmado en las boletas en esta elección.
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