El nuevo relato K: disparen contra Mauricio Macri
Llamó la atención que, tras el anuncio oficial del acuerdo por la deuda bajo legislación extranjera, muchos referentes del kirchnerismo no mostraran tanta vocación por aplaudir el final de la negociación como por apuntar contra Mauricio Macri como el único responsable del endeudamiento del Estado argentino.
Los ataques al expresidente Macri, potenciados por su reciente viaje al continente europeo, le permitieron a la coalición oficialista unificarse frente a una cuestión, como el arreglo de la deuda, que siempre ha generado opiniones enfrentadas entre los representantes del ala más dura del kirchnerismo y los exponentes de los sectores moderados que rodean a Alberto Fernández.
El propio presidente de la Nación acusó ayer a Macri de "destruir la economía con el virus de las malas políticas" y enfatizó que los argentinos "teníamos otra pandemia, que fue el endeudamiento", y que "impedía" la realización de obras públicas como las anunciadas en la víspera.
Quien más enfáticamente salió en defensa del exmandatario y también de Horacio Rodríguez Larreta –blanco de otros ataques– fue Elisa Carrió, quien acusó al oficialismo de "mentir con la deuda y con la pandemia".
La vicepresidenta Cristina Kirchner, como una manera de preservar capital simbólico, se preocupó por no exagerar su apoyo a la renegociación de la deuda que logró el ministro Martín Guzmán. En cambio, optó por viralizar el discurso del diputado del Frente de Todos Itaí Hagman en el que cuestiona severamente la política de endeudamiento del gobierno macrista. Allí, este legislador afirma que "el principal pecado" de la gestión de Cambiemos "no fue la magnitud del endeudamiento", sino "cambiar la composición" de la deuda argentina. Señala que cuando la oposición "dice que dos de cada tres dólares que se tomaron fueron para pagar deuda del gobierno anterior, suponen que están exculpando al ex presidente", pero "en realidad, lo están inculpando, porque esa afirmación demuestra que emitieron dólares con acreedores privados para pagar deuda en pesos o con acreedores locales".
Al análisis del oficialismo le falta un componente, que es el elevado nivel de déficit fiscal que se fue acumulando, año tras año, durante la gestión de Cristina Kirchner. También merece una observación el enfoque de Hagman cuando sugiere que no se debería tomar deuda en dólares para pagar a acreedores locales. Precisamente, porque muchos de esos acreedores locales tienen el mismo derecho que un inversor extranjero a recibir dólares al haber adquirido bonos en dólares, como los que, al igual que otras administraciones, emitió el gobierno kirchnerista.
Cierta sobreactuación en el seno del Gobierno, como el aplauso al ministro Guzmán que le prodigaron sus colegas del gabinete, fogoneado por Santiago Cafiero y viralizado en las redes sociales por la propia Casa Rosada, y el llamado de Alberto Fernández a la unidad interna de cara a la nueva etapa que seguirá a la renegociación de la deuda, dan cuenta de que hay sectores en la compleja coalición gobernante a los cuales les cuesta admitir las bondades de un acuerdo con los acreedores del Estado argentino.
No ingresamos al principio del fin, sino que, como señaló el economista Daniel Marx, el proceso de renegociación es el fin del principio. Vendrá ahora la necesidad de encarar un plan económico integral y coherente sobre el cual no reina un consenso entre los integrantes de la coalición oficialista y sobre el que aún no se sabe lo que piensa realmente el Presidente.
Algunos sectores más duros de la fracción gobernante ya han comenzado a lanzar dardos contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), ante la inminencia de una nueva negociación para prorrogar por muchos años los plazos de pago de los 44 mil millones de dólares de deuda que contrajo el gobierno de Macri. El exvicepresidente Amado Boudou fue uno de los primeros adelantados: "Pongamos en valor lo que hizo Néstor Kirchner, diciéndole chau al Fondo", expresó.
La Argentina podría acceder a un crédito de facilidades extendidas del FMI, la línea de financiamiento más flexible, que le otorgaría un tiempo precioso para pagar la deuda con el organismo. Pero a cambio de eso, este exigirá condiciones de disciplina fiscal y un mecanismo de monitoreos que buena parte de la dirigencia oficialista difícilmente estaría dispuesta a consentir. Por ahí pasarán en adelante algunos de los interrogantes de la gestión económica de Alberto Fernández, quien por ahora seguirá encontrando en Macri un buen chivo expiatorio para mantener la cohesión interna.