El Nobel de Literatura fue para una gran cronista de las historias silenciadas de la Unión Soviética
La bielorrusa Svetlana Alexievich construye relatos periodísticos sobre la guerra en Afganistán, las mujeres durante la Segunda Guerra y las víctimas de Chernobil; "ya no les resultará fácil a los poderosos rechazarme con un gesto de la mano", afirmó al conocerse la noticia
Casi desconocida en el mundo hispanohablante, Svetlana Alexievich era sin embargo desde hace semanas la gran favorita a quedarse con el premio Nobel de literatura que entrega la Academia Sueca, que destacó su obra como "un monumento al sufrimiento y coraje de nuestro tiempo".
¡Lograr este premio es algo grande. Es algo del todo inesperado y casi una sensación inquietante. Pienso en los grandes autores rusos como Boris Pasternak", dijo Alexievich al conocerse la noticia por teléfono a la televisión pública sueca, en referencia al autor de Doctor Zhivago, que debió rechazar el Nobel en 1958, por presiones políticas de su país, la Unión Soviética.
Más tarde, ya en la sede del PEN Internacional de la capital bielorrusa, afirmó en una rueda de prensa: "Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin. Tampoco me gusta ese 84 por ciento de rusos que llama a matar ucranianos", señaló la escritora, que nació en 1948 en el oeste de Ucrania. Además, se mostró convencida de que con su campaña de bombardeos en Siria, el presidente ruso, Vladímir Putin, está llevando a su país a un "segundo Afganistán". Sobre la importancia del lauro en su carrera, afirmó: "Ya no les resultará tan fácil a los poderosos en Bielorrusia y Rusia rechazarme con un gesto de la mano".
Y es precisamente el eximperio soviético, de Chernóbil a Afganistán, el foco de la obra de la autora, en unos libros ausentes en las librerías de su país, que no le perdona su visión del homo sovieticus, incapaz de ser libre. La obra de esta experiodista de 67 años es rica en testimonios recabados con paciencia a lo largo del tiempo, y está traducida a varios idiomas, aunque poco al español. Algo que comenzará a zanjarse con la publicación en castellano de La guerra no tiene rostro de mujer, una de las obras clave de la bielorrusa, anunciada para noviembre por la editorial Debate. A esa obra se sumarán próximamente Los chicos de latón, en 2016, sobre la guerra de Chechenia, y Los últimos testigos (2017), centrado en los huérfanos de la Segunda Guerra Mundial, editados por Penguin Random House.
La guerra no tiene rostro de mujer, de 1983, reconstruye la historia de las mujeres que combatieron en la Segunda Guerra Mundial. "Todo lo que sabíamos de la guerra fue contado por los hombres –explicó sobre su obra–¿Por qué las mujeres que han soportado este mundo absolutamente masculino no defendieron su historia, sus palabras y sus sentimientos?" Las autoridades de la URSS la acusaron de "romper la imagen heroica de la mujer soviética" y su libro tuvo que esperar a la perestroika para ser publicado, en 1985. Con él alcanzó la fama en toda la Unión Soviética y el extranjero.
Esta obra se sumará a la única obra disponible en nuestro idioma de la autora, Voces de Chernobil –una historia oral de las víctimas de la mayor tragedia nuclear en tiempos de paz, la de la usina ubicada en Ucrania, donde nació su madre– editado en enero último por Editorial de Bolsillo en formato digital, que será publicado en papel el mes próximo. The Door, un cortometraje dirigido por la irlandesa Juanita Wilson sobre uno de los testimonios incluidos en esa investigación, fue candidato al Oscar en 2010.
En Voces de Chernobil, la autora no se centra tanto en la catástrofe ocurrida en 1986, como en sus consecuencias más humanas, las pasadas y las futuras, en un libro en el que entreteje cuarenta monólogos de otros tantos protagonistas, que le valió el Premio del Círculo de Críticos de los Estados Unidos en 2005, año en el que se publicó en inglés. Esta obra ha sido recientemente adaptada al cine en forma de documental, dirigido por Pol Cruchten, y se estrenará en 2016.
"Vivimos entre verdugos y víctimas´"
La especialidad de Alexievich es la "novela colectiva" o "coro épico", donde la autora yuxtapone los testimonios individuales de sus entrevistas, con el que logra llegar al lado más humano de los grandes acontecimientos de nuestro tiempo. Con su pasado de periodista a cuesta, la escritora entrevistó para todas sus investigaciones a los protagonistas, en muchos casos a lo largo de años: soldados soviéticos de regreso de la guerra en Afganistán (Zinky Boys) o suicidas (Embrujados por la muerte). "Vivimos entre verdugos y víctimas. Los verdugos son difíciles de encontrar. Las víctimas son nuestra sociedad, y son muy numerosas", declaró Alexievich a la AFP sobre los protagonistas de sus libros.
Su libro El fin del hombre rojo o la era del desencanto, un retrato sin concesiones aunque compasivo del homo sovieticus, más de 20 años después de la implosión de la URSS, recibió en 2013 el premio Medicis al ensayo en Francia. "Conozco bien a aquel hombre rojo: soy yo, la gente que me rodea, mis padres –explicó en una ocasión Alexievich–. No ha desaparecido. Y el adiós será muy largo", abundó. Por eso siente "respeto" por los ucranianos que con sus protestas expulsaron del poder al expresidente prorruso Viktor Yanukovich en 2014. "Hoy el modelo para todos es Ucrania. Su deseo de romper por completo con el pasado es digno de respeto", opinó la Nobel sobre ese país desgarrado por el conflicto entre separatistas prorrusos y las fuerzas ucranianas.
En una entrevista con El País en 2014, Alexievich afirmó que no le importa que la etiqueten como "una escritora soviética". "Soy investigadora de aquel período y tanto yo como mis héroes hemos pasado de aquella época a otra nueva. Escribo en ruso, mi país es Bielorrusia y he vivido una simbiosos que ha afectado a muchos en este país, donde el 90 por ciento de la población habla en ruso. La identidad bielorrusa no se ha formado y está bajo gran presión de la identidad rusa, y yo estudio a la gente real y transmito su experiencia".
Además de este galardón, Alexiévich -que ha firmado más de una veintena de guiones para cine y documentales y escrito varias obras de teatro-, ha sido galardonada con otros premios internacionales, como el Premio de la Paz de los Libreros Alemania en 2013, el National Book Critics Circle Prize de Nueva York y es además Oficial de las Artes y las Letras de la República Francesa, un reconocimiento obtenido en 2014.
En una entrevista recogida en su página web, señala que estuvo buscando durante mucho tiempo un método literario que le permitiera "la aproximación más cercana posible a la vida real". "La realidad siempre me ha atraído como un imán, me torturaba e hipnotizaba, quería capturarla en papel", afirmó.
Agencias EFE, AFP, DPA