El nacimiento de la música futura
Si no fuera por el krautrock, el hip-hop, el techno, el electropop, el ambient y el post-rock tal vez no se hubieran desarrollado.”
Así de contundente es Future Days. El krautrock y la construcción de la Alemania moderna, el libro del crítico inglés David Stubbs sobre el krautrock, ese género musical surgido en la Alemania Occidental de fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, efímero y ninguneado entonces pero que no deja de ganar adeptos, como una secta secreta o un club selecto, con músicos (Portishead, U2, Sonic Youth, Stereolab) que lo reverencian. Sus más de cuatrocientas páginas se vuelven una experiencia fascinante para quienes aman escuchar música y reflexionar sobre ella, y renovarán la fe de los que todavía sueñan con que el rock sea algo más que la mueca vaciada de excitación de hoy. Un texto fascinante que cumple –y más– con lo que promete en su título y permite pensar el rock desde otro ángulo, definitivamente menos anglocéntrico.
Ya el nombre, krautrock, requiere explicación. El término fue poco aceptado, o directamente rechazado, por sus protagonistas, aunque el paso del tiempo ha suavizado esa mirada negativa. Kraut es la forma despectiva que los ingleses usan para llamar a los alemanes pero además encierra tanto en él que se vuelve casi imposible de definir. El mismo autor considera el desafío cuando se pregunta: “¿Cómo podría una misma palabra encerrar las piezas de música ambiental sideral y extrema de Ash Ra Tempel y los pesados collages industriales de Faust? ¿La fingida placidez burguesa de Kraftwerk y la agitación enfurecida y caótica de Amon Düül? ¿Las alturas eclesiásticas de Popol Vuh y las profundidades sacrílegas de Can? ¿El sonido extremo, sofocante y maximalista de Kluster y la belleza despojada del ambiente horticultural de Cluster?”.
El krautrock fue algo más que un género musical, fue un fenómeno cultural y social, una manera de posicionarse frente a la música pero también frente al mundo. Por eso, el libro no se centra sólo en lo estrictamente musical sino que aporta miradas para entender una buena porción de la historia del siglo XX. En primer lugar, Stubbs pinta el contexto. En la larga introducción, repasa la situación de Alemania a fines de los años sesenta: un país donde se mezclaban la historia reciente (los horrores culposos del nazismo, las heridas de la guerra aún abiertas, la división del país en dos) y una recuperación que incluía una modernización acelerada, marcada por los ideales de consumo norteamericanos. Pero no lo hace sólo como un pantallazo sociopolítico sino más bien describiendo el clima de época, el aire que se respiraba allí y entonces y que sirvió de caldo de cultivo para estos artistas.
El recorrido por las historias de las bandas clave –Amon Düül, Can, Krakftwerk, Faust, Neu!, Popol Vuh, entre otras– permite armar una suerte de retrato del krautrock. Una suma de partes (música electrónica + comunas + rechazo al blues y sus clichés + referencias al espacio exterior + colectivo y no líderes + sonidos repetitivos y mecánicos) que resultó en este movimiento musical único, dotado de sus propias reglas, que incidiría directamente en la mayoría de las bandas del pospunk y que aún hoy es reverenciado por la crème del indie rock, sin olvidar la atracción oportuna que ejerció sobre David Bowie que, en los años setenta, entendió que era allí y no en Nueva York o Londres donde sucedía algo nuevo.
El autor juega fuerte, se corre del lugar de fría y sesuda objetividad para escribir a golpes de pasión por qué prefiere a Can por sobre Kraftwerk; o por qué el rock progresivo es kitsch y Radio Activity, el disco de Kraftwerk, es un hito de la música electrónica, “que se ubica con precisión en el punto medio entre Karlheinz Stockhausen y Depeche Mode”.
Como un antropólogo, Davis Stubbs descubrió el eslabón perdido entre los hippies y el punk y en este libro nos cuenta el recorrido.
FUTURE DAYS
Por David Stubbs
Caja Negra
Trad.: Tadeo Lima
456 páginas
$ 325