El Museo Edgar Allan Poe cumple un siglo sin perder vigencia
Fundado en Richmond por un grupito de admiradores, celebra a un autor cuyos libros nunca pasan de moda
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El cuervo del aclamado poema homónimo de Edgar Allan Poe sabía hablar y repetía “nunca más”, y si el Jardín Encantado del Museo Poe de la ciudad de Richmond tuviera voz para hacerse oír, seguramente tendría su propio latiguillo.
“Para siempre”, murmuraría el edificio de ladrillo de la antigua revista Southern Literary Messenger, donde tenía su oficina el maestro del terror. “Para siempre”, susurraría la rama de hiedra cortada de la tumba de su madre. “Para siempre”, diría la copia del busto de Poe, para luego preguntar qué pasó con la estatua original de yeso de su cabeza.
El Museo Edgar Allan Poe cumple 100 y esa cifra dista mucho de ser “para siempre”, pero para un museo dedicado a un autor del siglo XIX que deambula por los meandros más oscuros de la psique humana, 100 años se parecen bastante a una eternidad. Desde su apertura en abril de 1922, la institución del barrio Shockoe Bottom de la ciudad de Richmond ha sobrevivido no solo a guerras y colapsos financieros, sino a cambios tectónicos de los gustos literarios y del hábito de la lectura en sí mismo.
“El museo sigue abierto desde hace un siglo gracias a Poe, que nunca pasó de moda: sus libros siempre están agotados”, dice Chris Semtner, curador del museo y un fanático de insertar citas del autor en su propio discurso. “La obra de Poe siguió evolucionando a lo largo del tiempo, y este museo fue evolucionando a la par, porque Poe vive aquí.”
Antes de vivir en el museo, Poe también vivía ahí, en Richmond, una ciudad que se cruzó en su vida en varios momentos claves. Después de que su padre abandonó a la familia y su madre murió, el niño huérfano fue criado por un rico comerciante de tabaco, John Allan, y su esposa Frances. Entre 1835 y 1837, el aspirante a escritor trabajó como editor y colaborador para la Southern Literary Messenger, una influyente publicación de la época. Fue allí en Richmond que se casó con su prima Virginia, de apenas 13 años, y tras su muerte por tuberculosis en 1847, fue también ahí que le propuso casamiento a su primer amor, Sarah Elmira Royster Shelton. Sin embargo, como si la vida hubiera imitado una ficción macabra, Edgar Allan Poe murió misteriosamente 10 días antes de la boda.
Y aunque su último aliento fue en Baltimore hace casi 175 años, su legado sigue latiendo en el corazón de Richmond.
Nuevas recuerdos de Poe
“Como capital del estado y sede de la legislatura de Virginia, Richmond era una ciudad básicamente dedicada a la política, donde no había un verdadero mundo literario”, dice Semtner. “Poe trató de cambiar esa situación y de cultivar la literatura en la ciudad, y nosotros seguimos su camino y somos parte de esa tradición.”
El museo fue fundado por un grupito de admiradores que empezaron instalando un homenaje a Poe en el patio interior de la Old Stone House, el edificio residencial más antiguo de la ciudad, que data de alrededor de 1740. En honor al centenario, el 28 de abril el museo organiza una “UnHappy Hour” –”Hora InFeliz”–, con la participación de la banda local de surf-rock The Embalmers (“los embalsamadores”), fiesta de disfraces temática de la década de 1920 y una barra para tomar y picar algo. El museo también revelará un acervo de artefactos de Poe donados para la ocasión por Susan Jaffe Tane, una importante coleccionista neoyorquina. Semtner dice que esa donación de casi 70 piezas ayudará al museo a llenar pequeños baches en la historia profesional y personal del autor, incluidas sus épocas en Richmond.
“Ese pequeño grupo de escritores y artistas que arrancaron con esto en 1922 se sorprenderían al ver cuánto ha crecido el museo a lo largo de los años”, dice Semtner. “Jamás habrán imaginado que íbamos a conseguir el anillo de compromiso de Elmira, que íbamos a ocupar cuatro edificios, o que íbamos a tener presencia global a través de internet.”
El museo suele estar abarrotado de gente, y no son pocos los que se demoran en la boletería para acariciar a Pluto, el gato negro del lugar, que suele cumplir funciones de recepcionista. “Siento que Edgar es el mismísimo Edgar Allan Poe reencarnado”, dice Maeve Jones, la directora ejecutiva del museo, en referencia a un segundo felino, gris y más enigmático. El museo está compuesto de tres edificios temáticos: el primero en la Old Stone House, dedicado a la infancia de Poe, el segundo en el Elizabeth Arnold Poe Memorial Building, dedicado a su carrera, y el North Building, dedicado a la muerte del autor.
“Visitar nuestro museo es lo más cerca que uno puede estar de Poe en persona, lo más cerca de verlo cara a cara”, dice Semtner. “Es casi como una máquina del tiempo: podemos traer a Poe a la actualidad o volver nosotros a su tiempo.”
Traducción de Jaime Arrambide