El mito de la "reparación histórica"
Se afirma que el sostenimiento que recibe la Iglesia por parte del Estado responde a expropiaciones sufridas en el siglo XIX; sin embargo, esos aportes guardan relación con los viejos diezmos
El sitio web de la Conferencia Episcopal Argentina dice que los aportes económicos que recibe la Iglesia del Estado son una "reparación histórica" por "las expropiaciones realizadas por el Estado a la Iglesia en el siglo XIX". No es así. Como explicó el padre Américo Tonda en un libro publicado hace 61 años, el presupuesto de culto guarda relación con los diezmos, no con una expropiación. La ley que creó el primer presupuesto de culto en la provincia de Buenos Aires en 1822 dice que de los "fondos del Estado" se cubrirían "las atenciones a que ellos [los diezmos] eran destinados". Por eso al crearse el presupuesto de culto nacional en 1853 el gobierno les pidió a los obispados un informe sobre el monto a que habían ascendido los diezmos en el último quinquenio.
También es falsa la radicada idea de que las instituciones eclesiásticas cuyos bienes fueron expropiados por la reforma de Rivadavia eran muy ricas. El gobierno incautó los bienes de seis conventos y otras propiedades inmuebles eclesiásticas, como la estancia de la Virgen de Luján y algunas fincas de la Catedral. De los bienes de los conventos, lo más valioso eran los capitales de obras pías y capellanías, que prestaban a interés. Basta decir que todos esos capitales juntos no alcanzaban para darles una renta a los frailes exclaustrados. Los bienes inmuebles eran de menor valor todavía: la tierra en época colonial era muy barata. En el archivo se pueden encontrar permanentes pedidos de ayuda económica, dirigidos primero al rey y luego a los gobiernos patrios, de conventos, obispos, cabildos eclesiásticos y curas. Todos, instituciones e individuos, se decían pobres.
La reforma de Rivadavia, por otro lado, solo tuvo incidencia en Buenos Aires y afectó sobre todo a los conventos. No existía la "Iglesia argentina", porque ni siquiera existía el país. Si a alguna institución cabría otorgar una "reparación histórica", entonces, sería a las órdenes religiosas de Buenos Aires, no a todos los obispos.
Cuando en 1822 fueron abolidos, los diezmos de Buenos Aires se habían reducido a menos de la mitad de los de veinte años antes y el cabildo eclesiástico, principal beneficiario, había pedido ayuda al gobierno un año antes. Los diezmos eran una contribución del 10% de la producción y los beneficiarios eran los obispos, los cabildos eclesiásticos, la Corona y otras instituciones. Se cobraban en especie (trigo, terneros, etc.) y era aceptada la idea de que pertenecían al rey, que los cedía en parte a la Iglesia. Eran odiados por los contribuyentes, que evadían y pagaban con lo peor de las cosechas. Tampoco satisfacía a los beneficiarios, porque era complicadísimo cobrarlos. Cada vez que su monto caía mucho, los beneficiarios acudían al rey para pedir ayuda. No tenían ninguna propiedad que les compensara la pérdida. Cuando se suprimieron los diezmos se creó el presupuesto de culto provincial. Se abolió así un impuesto difícil de cobrar y de recaudación muy irregular por una renta segura.
Por otra parte, había una relación entre ayuda económica y patronato. El Papa le había cedido al rey en el siglo XVI los diezmos y a la vez lo había nombrado patrono de las Iglesias americanas. Por eso el rey les había cedido parte de los diezmos a las iglesias. La institución del patronato implicaba que el patrono financiaba a cambio de control. Tras la revolución, los gobiernos patrios reclamaron el ejercicio del patronato: lo consideraban inherente al de la soberanía. Por eso al suprimir el diezmo crearon el presupuesto: el patrono controla porque financia. Pero el patronato se extinguió en 1966 y el presupuesto de culto sigue existiendo.
¿De dónde salió la idea de la "reparación histórica"? En el siglo XIX, la Iglesia intentó suprimir los patronatos que condicionaban su libertad. Desde 1850 los católicos argentinos escribieron toneladas de papel contra el patronato nacional "heredado" de España. Pedían que se firmara un concordato con la Santa Sede, que nunca se firmó, para regularizar las relaciones entre el Estado y la Iglesia. Como eran enemigos del patronato pero querían el presupuesto de culto, crearon el mito de la "reparación histórica". No me cabe duda de la sinceridad de muchos de aquellos hombres en su convicción de que las instituciones eclesiásticas coloniales eran ricas. Pero estaban equivocados.
El padre Tonda demostró que el presupuesto de culto fue una compensación por la abolición de los odiados diezmos, Sin embargo, los obispos argentinos siguen repitiendo el mito de las expropiaciones.