El milagro educativo fallido
En estos días se habla, se escribe y se lee mucho sobre Formosa. Cuando se quiere hacer referencia a la educación en esa provincia, lo único que sale a la luz es que se han construido más de 1300 colegios a lo largo de los últimos 25 años que estuvo a cargo de un mismo gobernador. No hay duda de que los edificios escolares son muy importantes para llevar adelante el acto educativo y que estén en condiciones es una instancia fundamental para la reapertura de las escuelas. Pero las obras edilicias no constituyen la única variable a tener en cuenta cuando se analizan los resultados en este sector esencial, que es la educación, para el desarrollo integral de una comunidad. Con el fin de analizar estos resultados educativos de los últimos años en la provincia se recurrió a la base de datos del Observatorio Argentinos por la Educación.
Un dato siempre relevante es la matrícula del sistema educativo. Al estudiar la correspondiente al nivel primario en Formosa, se comprueba que hace 10 años la provincia tenía 85.809 estudiantes y que, para 2018, esa cantidad se había reducido a 73.290, una baja cercana al 15%. Es válido aclarar que, a nivel nacional, la merma solo alcanzó el 1,3%, una diferencia superior al 13%. Más impresionante es la disminución –cercana al 19%– en la matrícula a primer grado en apenas 9 años
Un dato siempre relevante es la matrícula del sistema educativo. Al estudiar la correspondiente al nivel primario en Formosa, se comprueba que hace 10 años la provincia tenía 85.809 estudiantes y que, para 2018, esa cantidad se había reducido a 73.290, una baja cercana al 15%. Es válido aclarar que, a nivel nacional, la merma solo alcanzó el 1,3%, una diferencia superior al 13%. Más impresionante es la disminución –cercana al 19%– en la matrícula a primer grado en apenas 9 años. Otro dato que revela la situación educativa formoseña es que la provincia se ubica en el grupo de las 6 jurisdicciones con mayor índice de sobreedad: el 12% de alumnos de primaria.
Si se hace el mismo análisis en relación al nivel secundario, se verifica que la merma de la matrícula fue del 6,5% –con 68.111 estudiantes en 2011 y 63.709, en 2018–; mientras que, a nivel nacional, la tendencia fue al alza, con un índice cercano al 10%. Esta vez, la diferencia es mayor y está por encima del 16%.
Otro factor determinante de las debilidades del sistema educativo, en general, es la tasa de repitencia. Al analizar este índice en el nivel secundario –nivel educativo en el que los educadores acordamos que se plantean los mayores desafíos en todo el país– se observa que, mientras a nivel nacional el incremento fue del 0,4% en el período 2011-2017, en Formosa ese ratio fue cuatro veces mayor; para el año 2017, la repitencia rozaba el 12% en la provincia. La provincia integra el grupo de las 10 jurisdicciones con mayor tasa de repitencia, tanto en el nivel primario como en el secundario.
Otro índice a considerar es la tasa de abandono intraanual. También es preocupante en la provincia, ya que ronda el 4,5%, que es casi 4 veces mayor que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el doble de la consignada a nivel nacional.
Si se evalúa la evolución de la cantidad de cargos docentes en la provincia se detecta un magro incremento para el período (2011-2018), que se acerca al 12,5%; mientras que, a nivel nacional, ese aumento trepó al 23,5%; este, por ejemplo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alcanzó el 43%. Si el contraste se realiza usando como indicador la cantidad de horas cátedra utilizadas por el sistema educativo provincial, se observa una reducción cercana al 1% en el período 2014-2018. A nivel nacional, ese guarismo subió cerca del 11% y, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mejoró un 19%.
Cuando se exploran los resultados de aprendizaje en las áreas de Lengua y Matemática, las cifras son alarmantes. De acuerdo con los datos disponibles del año 2018 en el operativo de evaluación nacional ONE-Aprender, Formosa es una de las provincias que obtuvo los peores resultados cuando se contabilizan los estudiantes que están en el nivel más bajo –por debajo del nivel básico–. En el caso de Lengua, la provincia se ubica entre las 3 jurisdicciones con los porcentajes más altos entre quienes tienen el más bajo rendimiento, tanto para el nivel primario como para el secundario. En Matemática, la situación es tan grave o aún peor: Formosa integra el grupo de las 5 provincias con mayores porcentajes en este nivel de desempeño para el nivel primario y es la jurisdicción con más bajo rendimiento en el nivel secundario.
Estos datos prueban que en Formosa es necesario no solo invertir en edificios escolares, sino que se vuelve imprescindible, entre otras acciones: aumentar la dotación docente, su capacitación, actualización y especialización; diseñar un programa que reinserte a las niñas, niños y adolescentes en edad escolar –que no hayan finalizado sus estudios obligatorios– a la escuela; incrementar las horas de clases en todos los niveles educativos, especialmente en Lengua, Matemática y Ciencias; y promover mediante becas la continuación de estudios superiores o la formación para el mundo del trabajo.
Estas y muchas otras iniciativas podrían haberse adoptado como parte de un plan estratégico en el marco de la toma de decisiones sobre políticas públicas en educación, cosa que, en 25 años ininterrumpidos, el gobernador de Formosa no supo, no pudo, no quiso implementar.
Educador, ex rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, director de la Escuela de Formación en Ciencias