El mayor gasto en educación, una evolución positiva
En 2019 se gastaron en el sector educativo consolidado (Nación, provincias y municipios), eliminando las transferencias entre sectores, la suma de $1.147.690 millones, según las cifras de la Fundación Norte y Sur, basado en "Dos siglos de economía argentina" que acaba de publicarse. Este gasto del año 2019 alcanzó al 12,7 % del total de los gastos públicos consolidados, pero fue menor que el logrado algunos años antes, por ejemplo en el 2015, donde había llegado al 14,6 % del total de gastos.
Esto es producto de una ley del Congreso por la que se fijaba que el gasto en educación debía alcanzar el 6% del PIB, para lograr un buen balance educativo. Esto no quiere decir que solo eso podría significar una mejor educación, pero fue un buen impulso para lograr ese cometido.
En la década del 80 esa proporción del gasto en educación sobre el PIB se ubicó en el 2%, una cifra baja. Después, en los 90, esa relación creció hasta 3% y pasó a 4% para 2000. Es decir que con la convertibilidad se duplicó ese esfuerzo educativo, considerando el consolidado. Con el gobierno de Néstor Kirchner subió un punto más del producto y con Cristina de Kirchner llegó hasta el algo más del 6% del producto, como establecía la legislación que se trataba de cumplir. Esta era la ley de Financiamiento Educativo, que se propuso destinar el 6% a la educación, ciencia y tecnología. Solo en el último año de Mauricio Macri, es decir 2019, la relación con la actividad bajó algo del 6% estimado como meta para estas cifras.
Ya hemos visto que la tasa de analfabetismo fue bajando progresivamente desde la época de Sarmiento donde era del 78% hasta las cifras del 2% en 2010, lo que significa que hay muy pocas personas que no sepan leer y escribir, lo que es todo un logro para el país.
El gasto en educación que estamos analizando considera todos los niveles educativos de la Nación, es decir jardín de infantes, primario, secundario, terciario, universitario y otros como ciencia y tecnología, lo que es más abarcador que el mero concepto de analfabetismo y además más integrador. Seguramente tendrá muchos gastos que no son propiamente educativos, pero no tenemos la información adecuada para destacarlo aparte.
El mayor incremento entre 1980 y 2019 se dio en las provincias y en los municipios: entre esos períodos, en moneda constante de 2019, creció el consolidado en 149,5%, haciéndolo la Nación en 24%, las provincias en 266,5% y los municipios en 266,0%. Es decir, lo que más avanzó fue el gasto en educación primaria y secundaria, expresado en moneda constante, que es el que corresponde a esas jurisdicciones, siendo que el gasto universitario se cubre principalmente con recursos nacionales, salvo que sea privado. Aquí es donde hay dudas de que todo el gasto haya sido específicamente en educación.
La proporción del gasto en las provincias y municipios también refleja esta misma evolución. Por ejemplo, las provincias en 1980 representaban el 50% del gasto en educación y ahora en 2019 llegan al 73% del total. Recordemos que la mayor parte del gasto educativo de los colegios pre-primario, primario y secundario fue enviado a los gastos provinciales y municipales, en la época de la convertibilidad.
Se puede pensar que nuestro análisis es cuantitativo, pero es muy bueno mirar el gráfico con la evolución del gasto en educación consolidado en relación con el PIB para entender, aun cuando haya muchas fallas en niveles pedagógicos, que esos guarismos reflejan una evolución positiva para la educación, que ha mejorado de nivel. Es fundamental recordar, por ejemplo, que ahora tenemos universidades privadas como Ucema, Di Tella, San Andrés, Austral, junto a la UBA, UCA o Salvador, que antes eran las más codiciadas de Buenos Aires. Esperemos que sigamos mejorando. Aunque el aumento de los gastos públicos en educación se produjo bastante después del momento en que se les transfirieron los gastos en educación a las provincias y municipalidades.