El libro como "granero intelectual" del mundo
Hace ya una década que la industria editorial busca respuestas para una de las preguntas que más la inquietan: ¿cómo será el libro del futuro? O, más bien, ¿cuál será su formato, su modo de producción, su sistema de comercialización, su modelo de negocios? ¿Hay lugar para los libros mientras se multiplican los espacios y formatos en los que circulan la información, las ideas y el entretenimiento?
Se está jugando con múltiples opciones y -aunque algunos de estos "juegos" impliquen inversiones millonarias- aún falta mucho para encontrar el camino que se imponga.
En nuestra sociedad, el libro tiene un valor simbólico innegable. Fue durante siglos la forma más adecuada para transmitir ideas y para hacerlas viajar en el espacio y en el tiempo. Fue una de las formas más eficaces para intervenir en los debates sociales y, sin lugar a dudas, aún se trata de la instancia calificadora más clásica del mundo literario e intelectual: recién al haber "publicado un libro" se es cabalmente un autor. A la vez, el papel del editor fue clave en este proceso; ellos -fueron casi siempre hombres- tenían el poder, decidían qué debía ser conocido por los lectores, cómo, cuándo y a qué precio. Por lo tanto, con el cambio de paradigma editorial están en juego, también, estrategias de legitimación y estructuras de poder (aunque sea simbólico).
Hoy la Web transmite contenidos más rápido, más fácil y más barato que un libro. Permite respuestas casi en el acto y desde cualquier lugar del mundo, y está modificando sustancialmente la forma en que se desarrolla el debate social.
¿Qué lugar, entonces, le cabe al libro? ¿Es el refugio de textos cuidadosamente seleccionados? ¿Su formato nos obliga a seguir leyendo en profundidad, generando una lentitud que permite otro tipo de reacciones? ¿O, por el contrario, perderá toda influencia en el debate colectivo y quedará sólo para el entretenimiento y algún disfrute especial?
En un breve pero muy bello texto escrito precisamente como prólogo para un volumen que reúne "los libros más lindos de Alemania", el filósofo alemán Peter Sloterdijk dice que "aquello que algún día será llamado el libro y los libros, en realidad, no es más que un remolino en la historia natural del comportamiento recolector". Se trata de "cosechar, juntar, reunir, traer a casa lo necesario para sobrevivir y lo que vale la pena saber, acarrearlo hasta una central existencial, que podemos entender como un granero o un templo o un tesoro y, por qué no, al final, como un libro". Y agrega: "Allí donde se han reunido muchas cosas [...] hay mucho que proteger, revisar, evaluar, restaurar. La primera función lectora [...] está contenida de forma embrionaria en el hombre que cuida el tesoro".
Parece muy probable que el ser humano siga "recolectando y almacenando" conocimientos en el futuro, así como administrando su uso y distribución. Aunque sería necesario hacer un fast forward de 500 años para ver cuál será entonces el "granero intelectual", es un gran alivio intuir que nuestra generación y todas las que ya nacieron seguirán leyendo, pensando y creando gracias a los libros tal como los conocemos.
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