Día del Himno: el lenguaje de la guerra en la Marcha de la Patria
Las victorias en Tucumán, San Lorenzo y Salta motivaron al capitán Vicente López a componer una Marcha Patriótica que alcanzó el rango de Canción Nacional un día como hoy, pero de 1813, por decreto de la Asamblea General Constituyente. Creemos que en ese poema la identidad nacional fue esencialmente guerrera, por las necesidades de la guerra de independencia.
No en vano, los argentinos fueron llamados por López nuevos campeones. Antes, los campeones eran los hombres de probada fuerza y destreza que se ofrecían a entrar en batalla por la justicia de una causa. Este nuevo guerrero, el valiente argentino, fue además señalado como bravo y temido; y caracterizado por su humanidad hecha: rostro, sien, pecho, plantas, brazos, etc. Así venció y sus triunfos militares le hicieron creer en una inmediata emancipación de la metrópoli.
Sus victorias fueron exhibidas como letreros eternos e incluyeron San José, obtenida en abril de 1811 por Artigas en la Banda Oriental. También San Lorenzo, ganada por San Martín en febrero de 1813, y Suipacha, que posibilitó el pronunciamiento del Alto Perú en favor de Buenos Aires. Ambas Piedras refirió primero al triunfo oriental de 1811 y luego la acción de Díaz Vélez en septiembre de 1812 en pleno Éxodo Jujeño. Finalmente Salta y Tucumán fueron obra de Belgrano y dieron motivo al himno.
Para dar el esfuerzo reclutador extraordinario que la guerra de independencia requería, el gobierno ordenó: “todos los ciudadanos nacerán soldados, y recibirán desde su infancia una educación conforme su destino”. La orden fue convertida en programa y la “marcha de la patria”, “que debían entonar los jóvenes diariamente”, fue su herramienta fundamental, para que “ninguno viva entre nosotros sin estar resuelto a morir por la causa santa de la libertad”.
La crónica dio pauta de la popularidad del programa. José Díaz en 1816 integró la Compañía de Fusileros del Colegio Franciscano de Varones de Mendoza, y en 1883 refirió a Bartolomé Mitre su experiencia: el 25 de mayo de 1816, el pueblo cuyano festejó el día patrio: “Nos formamos al costado de las infanterías veteranas; estas eran tres batallones número 7, 8 y 11 […] fuimos los oficiales de mi batallón a cantar el Himno Nacional en medio de la plaza, […] Lo primero que tocó la música fue la introducción, que es tan majestuosa y linda; el compositor de esta música fue inspirado por el mismo Dios”, recordó en su libro Historia de aquellos tiempos gloriosos. Y añadió: “entre esos jóvenes oficiales se hallaron Valentín Corvalán, Indalecio Chenaut, Damian Huchón, Jorge Díaz, Eusebio Díaz y el mismo José Díaz. Cada uno de ellos pasó al frente, recitó una arenga, luego cantó una estrofa de la Marcha Patriótica, alternada por todo el batallón que coreaba el estribillo. Terminado el himno, El general [San Martín] palmoteó las manos con otro ¡viva la Patria!, mandó formar en columna y marchamos. ¡Que marcha tan entusiasta tocan las cajas! nos parecía que íbamos marchando con el general San Martín y el Ejército para Chile a dar libertad a los chilenos y a los peruanos”.
En síntesis: el país estaba en guerra y su Marcha Patriótica vehiculizó la necesidad de reclutamiento y de identidad del momento. A través de sus versos, la población se reconoció como una nación definida en términos abstractos, pero que reclamó sacrificios bien concretos, entre ellos el de dar la vida por la patria. No en vano, el coro del himno demandaba: ¡Coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir!
Teniente coronel, doctor en Historia, miembro del Instituto Argentino de historia Militar y director de la Agrupación Sinfónica del Ejército Argentino