El largo proceso de los papeles de Kafka
Gracias a Max Brod, amigo y albacea, buena parte de la obra del escritor checo logró escapar de la barbarie nazi, aunque todavía lucha por eludir las trampas legales que mantienen a sus manuscritos como rehenes de disputas hereditarias Juan Miguel Muñoz / Joseba Elola EL PAIS
Traiciones, contrabandos frustrados y exitosos, amoríos ocultos, testamentos violados. Subastas que proporcionaron pingües beneficios a una mujer codiciosa, Esther Hoffe, la depositaria de los papeles ocultos de Kafka. Demandas judiciales del Estado sionista contra Hoffe, broncas a gritos en el tribunal para reclamar la entrega del preciado tesoro. Y para rematar la faena, una disputa soterrada entre Alemania e Israel por ese archivo secreto y por el manuscrito de El proceso . Son los ingredientes de esta historia rocambolesca, en ocasiones kafkiana, repleta de intrigas. ¿Y todo este lío, para adueñarse de qué? Esa es la gran incógnita.
Dos ancianas israelíes, Ruth y Eva Hoffe, conocen el contenido del archivo oculto del escritor. En estos días esperan que la justicia israelí les permita recuperar los preciados papeles que su madre, Esther, recibió del albacea de Kafka.
Esther Hoffe, que falleció en 2007 a los 102 años, fue secretaria e íntima amiga de Max Brod, agente literario que recopiló los manuscritos del genial escritor checo y los trasladó a Israel en su apresurada escapada de los nazis. Hoffe heredó su archivo, que fue vendiendo por entregas, pero cuya mayor parte está celosamente guardada en cinco cajas fuertes de un banco.
El peregrinar del codiciado tesoro comienza con la muerte del autor, el 3 de junio de 1924. Kafka dejó escrito a su gran amigo Brod: "Querido Max. Mi última petición: todo lo que dejo debe ser quemado sin ser leído..." Brod desobedeció. Una traición de la que el mundo obtuvo gran provecho. De haber cumplido el deseo póstumo, nadie habría leído El proceso , El castillo o América . Publicó las obras y en 1939, cuando el ejército de Hitler invadía Praga, el agente literario, fervoroso sionista, emigró a Tel Aviv. En la ciudad mediterránea falleció su esposa, en 1942, y a partir de ese instante entra en escena Esther Hoffe para convertirse en la más dura guardiana de los papeles. Desde entonces, sólo algún investigador tuvo acceso a los documentos. Y a veces con nocturnidad, porque Brod tenía que eludir la vigilancia de Esther.
El legado de Kafka comenzó a desmembrarse paulatinamente en vida de Brod, que al menos se preocupaba por su conservación. En 1956 envió a Suiza los manuscritos de las tres famosas novelas: la guerra -la campaña de Suez- amenazaba con extenderse por Oriente Próximo. Años más tarde, los manuscritos de América y de El castillo viajarían, donados, a la Universidad de Oxford. Allí permanecen hoy. Sin embargo, El proceso siguió bajo la custodia de Brod hasta su muerte, en 1968. Es ésta la fecha en que arranca el incesante trasiego y mercadeo de los papeles de Kafka.
Por mucho que el testamento de Brod permitiera a Esther Hoffe gestionar los documentos del difunto y de Kafka, una precisión era explícita: los papeles debían ser entregados "a la Biblioteca Nacional de Jerusalén, a la Biblioteca Municipal de Tel Aviv o a otro archivo público en Israel o en el extranjero". Los alemanes sostienen que tanto Brod como Hoffe mencionaron el Archivo de Literatura Alemana de Marbach como uno de los destinos para los papeles.
Al pasar de Brod a Hoffe, el preciado patrimonio deja de estar en manos de un hombre erudito para convertirse en potencial negocio para la ambiciosa Hoffe. Los documentos comienzan a ser vendidos al mejor postor. "Durante años, cartas del legado de Brod aparecen en subastas en Europa. La identidad del vendedor, como es costumbre, no es revelada, pero las evidencias apuntan a Esther Hoffe", asegura Ofer Aderet, periodista del diario Haaretz que persigue el rastro de ese patrimonio cultural. Las últimas evidencias del desmembramiento: en 2006 se subasta una carta de Kafka a Brod por 60.000 euros; en 2008, cartas de amor del escritor checo se venden por 25.000 euros.
Esther Hoffe se hizo rica. La joya más preciada de la herencia, el original de El proceso , reposa hoy en el Archivo de Literatura Alemana de Marbach. Batió el récord mundial del precio abonado en una puja por un manuscrito: Sotheby´ s lo adjudicó por 1,98 millones de dólares (1,32 millones de euros) en 1998.
Un tribunal de Tel Aviv congeló a finales de octubre millonarias cuentas corrientes de las Hoffe y ordenó la entrega de las llaves de las cinco cajas fuertes bancarias. Allí se conserva el legado para los albaceas que designe la justicia.
¿Cuál es el contenido del patrimonio? Nurit Pagi está escribiendo una tesis doctoral sobre el legado del agente literario checo. "Brod -cuenta- era un escritor obsesivo. Siempre escribió un diario; en ese archivo se pueden hallar los diarios que comenzó al menos desde 1939, cuando emigró a Palestina, si no antes. Podremos encontrar correspondencia de personalidades de la cultura de su época y notas sobre sus proyectos nunca realizados. Estoy segura de que en la maleta que se llevó desde Praga conservó dibujos de Kafka, sus trabajos literarios originales, cartas y quizás esquemas preliminares de sus futuras novelas."
Autor judío, autor alemán
Desde Praga, el profesor Josep Cermak, gran experto checo en Kafka, considera que lo más importante es poner a disposición de los estudiosos esos diarios de Brod. "Aportarán información sobre principios del siglo pasado, la época de Kafka en la que hay más lagunas", explica. Ulrich von Büllow, jefe de departamento del Archivo de Literatura Alemana de Marbach, dice que es posible que también haya fotografías del escritor checo. Y debe de estar, según cuenta en conversación telefónica, el manuscrito de una de las novelas inacabadas de Kafka, Preparativos de una boda en el campo .
El contenido del legado de Brod podría haberse conocido si Esther Hoffe hubiera cumplido su acuerdo con una editorial suiza, a la que estafó, en la década del ochenta. La empresa pagó una suma millonaria por los diarios de Brod. Esther jamás los entregó.
El serial sobre el destino final del legado de Brod se complica ahora por la disputa entre instituciones israelíes y alemanas por el manuscrito de El proceso , que el Archivo de Marbach adquirió en Sotheby´ s en 1988. Meir Heller, abogado de la Biblioteca Nacional de Israel, defiende el retorno a Jerusalén del texto original. "La Biblioteca Nacional no ignora el hecho de que el Archivo de Marbach debería ser compensado por el dinero que pagó a Hoffe", afirma Heller, que considera la dispersión de la obra de Kafka un "error histórico". Heller explica haber llegado a un pacto de silencio con las autoridades alemanas para no perjudicar la negociación.
El enfrentamiento entre ambas instituciones se suavizó el pasado 22 de octubre, cuando Ulrich Raulff, director del Archivo de Literatura Alemana de Marbach, dirigió una carta a su homólogo en la Biblioteca Nacional Israelí para abrir la puerta al diálogo. En su respuesta del 28 de octubre, el israelí Shmuel Har Noy se alegraba de que los alemanes acepten el veredicto de la justicia israelí y estuvieran dispuestos a dialogar "en vez de que el asunto sea resuelto en los medios", según reza textualmente esa carta, a la que ha tenido acceso.
El periodista Ofer Oderet intenta explicar la posición de la parte israelí: "La Biblioteca Nacional considera que Brod era judío y sionista, y que si no hubiera emigrado a Israel habría sido trasladado a Auschwitz. Es un escritor judío que escapó del Holocausto, por eso lo consideran parte de la cultura judía. En su opinión, no es un escritor alemán, sino israelí. Este es un argumento moral, no legal. La Biblioteca también estima que Brod designó en primer lugar a Jerusalén como destino de la obra de Kafka; después, Tel Aviv, y en tercer lugar, un archivo público en el extranjero, y alega que es ilegal traficar con documentos de gran significado para el pueblo judío o el Estado de Israel".
Los alemanes reclaman que Brod y Kafka escribían en alemán, y no en hebreo, que son parte de la cultura alemana. Ulrich Raulff, director del Archivo de Marbach, lo tiene muy claro: "No hay posibilidad alguna de que devolvamos el manuscrito", afirma en conversación telefónica. "El manuscrito estuvo expuesto durante semanas, hicimos una compra ante los ojos de la opinión pública mundial." Raulff considera que Esther Hoffe, como legítima propietaria del legado, tenía derecho a vender el manuscrito. "La parte israelí a veces confunde los términos legales de esta cuestión con el aspecto moral o histórico."
El culebrón de los papeles secretos de Kafka sigue vivo. Para enero se espera una resolución de la justicia israelí que desatasque la situación. Entonces se empezará a conocer el contenido de ese tesoro que vive atrapado en un proceso kafkiano.
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