El impacto que tendría un desmoronamiento de Milei
El líder libertario afronta su momento más difícil desde que lanzó su candidatura; su virtual descenso alienta a dirigentes de Juntos por el Cambio a soñar con un triunfo en la primera vuelta electoral
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Las peripecias de Javier Milei amenazan con modificar el escenario electoral y, por primera vez, alientan en sectores de Juntos por el Cambio la ilusión de ganar las elecciones generales en primera vuelta. De todos modos, si bien las últimas encuestas de intención de voto exhiben una tendencia al retroceso del candidato presidencial de La Libertad Avanza, aún prevalece la cautela entre los analistas de opinión pública, en virtud de que restan más de tres meses para las elecciones generales.
“Si Milei viera disminuir su intención de voto a un dígito, no deberíamos descartar un triunfo opositor en la primera vuelta electoral”, sostuvo el director de la consultora Synopsis, Lucas Romero, en declaraciones a LA NACION. A su juicio, una eventual caída del candidato libertario beneficiaría mucho más a Juntos por el Cambio que a la oficialista Unión por la Patria, que lleva a Sergio Massa como principal postulante presidencial, por cuanto el trazo grueso de los estudios de opinión pública sigue marcando una propensión hacia un cambio político.
En este contexto, el escenario electoral se alejaría de la hipótesis de los tres tercios, con paridad de fuerzas entre las tres principales fuerzas políticas, y podría virar hacia el modelo que se vio en los comicios presidenciales de 1999, cuando todavía gobernaba Carlos Menem y el radical Fernando de la Rúa obtuvo una amplia victoria en la primera vuelta electoral. En aquellas elecciones, De la Rúa, que era el candidato presidencial de una alianza conformada por la UCR y el Frepaso, agrupación que conducían Carlos “Chacho” Álvarez y Graciela Fernández Meijide, alcanzó alrededor del 48% de los votos, contra el 38% del justicialista Eduardo Duhalde y el 10% de Domingo Cavallo, quien lideraba una tercera fuerza llamada Acción Republicana.
¿Qué dicen hoy las encuestas?
La consultora Clivajes realizó un estudio de opinión pública en forma online entre el 1° y el 5 de julio, que alcanzó a 1570 encuestados en el orden nacional. La intención de voto fue del 33,9% para Juntos por el Cambio (17,4% para la fórmula Patricia Bullrich-Luis Petri y 16,5% para el binomio Horacio Rodríguez Larreta-Gerardo Morales), del 30,5% para Unión por la Patria (21,8% para Sergio Massa-Agustín Rossi y 8,7% para Juan Grabois-Paula Abal Medina) y 18,4% para La Libertad Avanza, que lleva la fórmula Javier Milei-Victoria Villarruel.
La última encuesta de CB Consultora, llevada a cabo entre 2856 personas en el ámbito nacional desde el 25 hasta el 27 de junio, arroja resultados muy semejantes. Le otorgó una intención de voto del 33,8% a Juntos por el Cambio (17,3% para la fórmula encabezada por Bullrich y 16,5% para la liderada por Rodríguez Larreta), del 29,1% para Unión por la Patria (24,1% para Massa y y 5% para Grabois) y el 17,2% para La Libertad Avanza, de Milei.
En tanto, la consultora Analogías, consultada habitualmente por el kirchnerismo, desarrolló un relevamiento nacional entre el 28 y el 30 de junio, que alcanzó a 2596 personas, el cual arrojó una ventaja para Juntos por el Cambio, con el 29,9% de intención de voto, contra el 28,9% de Unión por la Patria y el 16,4% de La Libertad Avanza. El dato más llamativo de esta encuesta, además de la exigua diferencia entre las dos primeras coaliciones políticas, es el descenso de la agrupación de Milei, que cayó 4,8 puntos con respecto a la medición de mayo.
No obstante, algunos analistas de opinión pública aconsejan cautela antes de hablar de un desmoronamiento de Milei, por cuanto el crecimiento que registró su candidatura a principios de año, y que permitió que hasta hace menos de un mes algunos sostuvieran firmemente la hipótesis de que podía relegar al tercer puesto a la coalición kirchnerista, obedeció a que buena parte de la ciudadanía lo vio como un vehículo para expresar algo que iba más allá de la imagen personal del dirigente libertario. Ese sentimiento se asoció con el voto de protesta contra la dirigencia política tradicional y con la frustración de muchos argentinos frente a la crisis socioeconómica. Su discurso prendió especialmente en un segmento de votantes menores de 30 años y de sexo masculino.
En ese sentido, en el sondeo de opinión pública realizado por la consultora Giacobbe & Asociados un mes atrás (del 5 al 9 de junio) entre 2500 personas relevadas en el orden nacional, se veía a Milei como el dirigente más capacitado para resolver la economía (31,6% de menciones), la pobreza (26%) y la inflación (32,6%), por encima del resto de las figuras políticas de otros partidos.
No obstante, en esa misma encuesta, una de las principales propuestas de Milei, la dolarización de la economía, no contaba con respaldo mayoritario. Si bien el 27,7% de los consultados se declaró de acuerdo con esa reforma, el 52,2% se manifestó en desacuerdo con la dolarización y el 19,9% dijo no tener opinión formada sobre ese tema.
Más allá del porcentaje final de votos que pueda llegar a cosechar Milei, es cierto que su irrupción en el escenario político y mediático, con su cerrada defensa de las ideas liberales y su permanente diatriba contra la “casta” incidió fuertemente en el debate electoral e hizo correr a las principales fuerzas políticas hacia posiciones más identificadas con la derecha.
No parece casual, en ese sentido, que Patricia Bullrich optara por consolidar ese perfil con la incorporación como su compañero de fórmula del mendocino Petri, un abanderado del discurso de firmeza ante el delito. Cuando se le pregunta a Petri si es partidario de la “mano dura”, responde: “Pónganle el nombre que quieran”. Y amplía: “Es combatir el delito con todo el poder y con todos los recursos que tiene el Estado”. Como diputado nacional, entre 2013 y 2021, impulsó la ley de extinción de dominio en causas de corrupción con el fin de recuperar lo robado, y fue autor de diversas reformas legislativas en materia penal, tales como la fijación de un límite a las excarcelaciones para condenados por delitos graves, como homicidios, violaciones y trata de personas, y la prohibición del uso de teléfonos celulares en cárceles.
Del mismo modo, la elección del gobernador jujeño, Morales, como postulante a vicepresidente por Rodríguez Larreta exhibe una vocación parecida por mostrarse junto a figuras políticas con un perfil asociado a la lucha contra la inseguridad. Morales puede exhibir esa imagen tras la sanción de la reforma constitucional de su provincia, que contempló la expresa prohibición de los cortes de rutas y calles. La designación de Miguel Angel Pichetto como primer postulante a diputado nacional por la lista de Rodríguez Larreta en la provincia de Buenos Aires corre en igual sentido.
La abrumadora cantidad de informaciones negativas que se difundieron en los últimos días sobre Milei, incluida la presunta “venta” de candidaturas de La Libertad Avanza, según la cual dirigentes libertarios exigían importantes sumas de dólares para asegurar candidaturas a cargos electivos en distintos distritos del país, podría minar la confianza en el candidato liberal.
A las denuncias de Juan Carlos Blumberg, se sumaron cuestionamientos de Carlos Maslatón, un exaliado de Milei, quien acusó al líder de La Libertad Avanza de “subastar” candidaturas y de montar un “régimen de franquiciado político”.
Milei respondió que quienes salieron a denunciar esas supuestas maniobras lo hicieron por “despecho”, luego de quedar al margen de las listas de candidatos. Su asesor Carlos Kikuchi añadió que “las operaciones y difamaciones en contra de Milei y nuestro espacio surgen por el miedo que tienen en Juntos por el Cambio, Patricia (Bullrich) porque cree que por Javier (Horacio Rodríguez) Larreta le gana las PASO, y Larreta porque cree que Santilli pierde la provincia de Buenos Aires. Y los K porque creen que quedan terceros”.
Sea lo que fuere, Milei afronta en estas horas su más difícil momento desde que lanzó su candidatura presidencial por una construcción política hecha a las apuradas y para la que, en no pocos casos, debió recurrir a representantes de la propia clase política que él se ocupó de denigrar.