El hombre que buscó el otro lado de las leyendas
En sus libros, el checo Ivan Mackerle, escritor y aventurero, investigó misterios como el Golem de Praga y el monstruo del lago Ness
PRAGA.- El 5 de marzo de 1984, luego de meses de tediosos trámites y solicitudes, el escritor checo Ivan Mackerle conseguía la gran llave de hierro que le permitiría ingresar al ático de la famosa Vieja-Nueva Sinagoga de Praga. El sueño se cumplía luego de haber pasado innumerables veces por la elegante calle Parizská con la mirada perdida en los peldaños de hierro adheridos al muro que conducen a una misteriosa ventana ojival.
Según la leyenda, una de las más importantes y famosas de Praga, en el siglo XVI el rabino Loew había escondido allí para siempre los restos de su criatura, el Golem, un autómata hecho de barro o arcilla, luego de verse obligado a quitarle la vida por los destrozos que había provocado en el barrio judío.
A pesar de las enormes dificultades que implicaba conseguir esa llave debido a las estrictas normas de la comunidad, Mackerle no fue exactamente el primero en lograrlo.
Antes había ingresado Ezequiel Landau (1713-1793), un rabino que tras mucha insistencia logró acceder al altillo. Pero luego de unos pocos segundos bajó espantado, pidiendo en forma rotunda que nadie más volviera a molestar el descanso del Golem. También había llegado hasta allí el periodista Ergon Erwin Kisch, que publicó una crónica al respecto el 12 de septiembre de 1920 en el suplemento dominical del diario Prager Tagblatt. Sin embargo, el misterio continuaba intacto y Mackerle estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias.
El secreto del Golem de Praga es el nombre del extraordinario libro que Ivan Mackerle publicó en dos ediciones. La primera es de 1992 y la segunda, de 2010. El libro -escrito en tiempos preInternet- no solo cuenta con lujo de detalle cada paso de esa inolvidable excursión al ático de la sinagoga más famosa de Praga, sino que también ofrece una exhaustiva investigación sobre los orígenes de la leyenda y su adaptación en infinidad de libros y películas.
Mackerle falleció el 3 de enero de 2013, y hoy su hijo Daniel es uno de los principales difusores de su obra, un trabajo reconocido y citado a nivel mundial, aunque en un círculo no tan grande de investigadores cuyo objeto de estudio son los animales extintos y los seres mitológicos.
"Yo empecé a acompañar a mi padre en sus expediciones desde 1996. Algo que valoran sus lectores es que preparaba cada expedición hasta el más mínimo detalle y buscaba siempre nueva información, no copiaba lo que decían los demás. Él investigaba la veracidad de los misterios, pero dejaba que el público sacara sus propias conclusiones".
Primer misterio
Desde el living de su departamento, en las afueras de Praga, Daniel Mackerle explica que el primer misterio que le interesó a su padre fue el del monstruo del lago Ness. Quizás porque eso le permitió salir, en 1977, del encierro que imponía el régimen comunista en Checoslovaquia. Por ese entonces solo se podía viajar si se obtenía un permiso especial, "más difícil de conseguir incluso que la llave para ingresar al ático de la sinagoga", afirma Daniel.
Las leyendas favoritas de su padre fueron la del Golem y el gusano de la muerte de Mongolia. Se convirtió en un verdadero experto en ambos asuntos, a tal punto que hoy mucha gente puede encontrar información de esos temas gracias a su trabajo.
"El gusano de la muerte de Mongolia es una criatura mitológica del desierto de Gobi, un gusano gigante de color rojo sangre -cuenta Daniel-. Mi padre empezó a interesarse por él gracias a algunas lecturas. Y en una fiesta en Praga conoció a un estudiante de Mongolia, al que le preguntó por la leyenda. El joven, sorprendido, solo le respondió que se trataba de algo peligroso. Eso incrementó sus ganas de viajar para averiguarlo por su propia cuenta. Al final fue hasta allá no una sino tres veces, en 1990, en 1992 y en 2004".
Daniel lo acompañó en la tercera expedición, mientras que en las otras dos Mackerle fue con un amigo. La primera vez, para reconocer el terreno y buscar información, y la segunda, para filmar un documental con la Televisión Checa en el desierto de Gobi. Si bien las personas que encontraban en el desierto parecían muy asustadas y preferían no hablar de la leyenda, durante ese viaje a Mackerle le sucedió algo que, según Daniel, iba a recordar toda la vida.
"Finalmente encontraron a un chamán que, luego de invitarlos a tomar té, les dijo que el gusano podía ser un animal o también otra cosa, pero había que respetarlo porque era peligroso. Sin embargo, tanto mi padre como su amigo no lo tomaron muy en serio. Esa misma noche mi padre soñó que el gusano lo atacaba por la espalda y luego, por la mañana, le encontraron una mancha muy grande de sangre. Por ese entonces mi padre tenía algunos problemas del corazón pero, después de eso, tuvo aún más problemas cardíacos. Desde esa experiencia, mi padre entendió que era fundamental tener respeto por los misterios".
Cuando Ivan Mackerle logró el sueño de todos los que alguna vez fantasearon con subir al ático de la sinagoga, su hijo estaba en la escuela secundaria. Para él era algo absolutamente normal que su padre se dedicara a investigar "esas cosas extrañas". Daniel cuenta que recién de adulto, cuando lo empezó a acompañar en sus viajes, fue creando un vínculo mucho más profundo con su padre. Entre esas expediciones, una de las más importantes fue la última, en el Mato Grosso. Buscaban algún rastro de un coronel inglés al que habían mandado a la Argentina y Brasil para confeccionar mapas y al que nunca más nadie volvió a ver. Pero también viajó, por ejemplo, a Transilvania (en busca del castillo del conde Drácula), a Siberia, Sri Lanka y Madagascar, entre muchos otros destinos.
Solo después de la muerte de Mackerle, Daniel llegó a entender la importancia del legado de su padre. Fue cuando accedió a su enorme archivo, que incluía lecturas, fotos y apuntes de cada uno de sus viajes, algunos de los cuales ni siquiera su hijo conocía.
¿Y en el ático de la sinagoga encontró algo vinculado al Golem? "Entraron al ático muy bien equipados, con un georradar y, entre el polvo y el excremento de palomas, se dieron cuenta de que la profundidad del lugar no era suficiente para esconder un golem. Hubo un momento en que pensaron que habían encontrado algo, pero solo se trataba de un pedazo de mampostería que se había caído del techo".
Una nueva teoría
Lo que para muchos hubiera significado una enorme decepción, para Ivan Mackerle fue la prueba necesaria que lo llevó a proponer una interpretación muy original, que cambia radicalmente la leyenda y también aparece desarrollada en el libro.
Su teoría, fundamentada con algunos documentos de la época y entrevistas con historiadores y médicos, es que el Golem no era un ser mítico creado de barro sino un joven de carne y hueso muy pobre, al que el rabino Loew había decidido adoptar. El joven habría padecido alguna enfermedad similar a la epilepsia y, entonces, el shem o nombre sagrado que el rabino le ponía en la boca para darle vida no era otra cosa que una medicación que le permitía hacer algunos trabajos y tener una vida más o menos estable.
Luego de explicar que, en algunos casos, los epilépticos pueden caer en un comportamiento impulsivo al interrumpir de repente una medicación que vienen tomando en forma regular, en su libro Mackerle propone que el escándalo -y, en consecuencia, la leyenda- nació cuando el rabino Loew olvidó darle la medicina antes de ir a la sinagoga y el joven sufrió un ataque de furia en el que casi destruye el barrio judío.
En definitiva, una interesante y curiosa interpretación realista de una leyenda célebre, desarrollada por un experto en temas paranormales.