El grupo de WhatsApp, una microsociedad
¿Quién podría negar que los grupos de WhatsApp componen entornos propicios para las más diversas expresiones de la interacción social? ¿Quién podría dudar que estos ámbitos se consolidan como escenarios centrales para las relaciones interpersonales? Relaciones que adquieren en la red digital altos niveles de complejidad y profundidad; de ahí que hoy se constituyan como elementos de referencia para la investigación y el análisis de las dinámicas grupales a diferente escala.
En diciembre de 1982, Pierre Bourdieu escribía en Le Monde que Erving Goffman -sociólogo canadiense que acababa de fallecer- había revelado “las interacciones infinitesimales de cuya integración surge la vida social” y lo señaló como el descubridor de la sociología de lo pequeño. Y así fue: Goffman teorizó sobre los distintos roles que asumimos en nuestra cotidianidad, posando la lupa sobre lo microsocial y la enorme riqueza de matices que los vínculos humanos contienen. Porque es dentro de cada espacio microsocial donde los actores cooperan para presentar al auditorio una situación determinada, destacándose dos regiones: el stage -donde se despliega la actuación- y el backstage -donde se prepara-.
Ahora bien, si aplicáramos esta matriz a la exploración de los grupos de WhatsApp, comprobaríamos cómo en cada uno de ellos -sin importar su índole y especificidad- quienes participan adoptamos conductas congruentes con la imagen que queremos representar, siempre deseando influir en los demás.
Siguiendo esta lógica, podemos decir que las plataformas sociodigitales son escenarios en los que, como actores, encarnamos roles y procuramos mantenerlos con un toque de individualidad y originalidad. Desarrollamos una performance, que hacemos para otros. Y esto se debe precisamente a que -para Goffman- solo es factible desenvolverse en contextos sociales mediante la ejecución de roles.
La metáfora escénica es potente y puede transferirse a la observación de lo que acontece en los grupos de WhatsApp, territorios en los cuales, como en un drama griego, se producen intercambios de máscaras para mostrar a los demás sentimientos o actitudes emocionales según lo que cada circunstancia exija. Y esta idea nos remite, de manera lineal, al origen mismo de la palabra persona: del latín, máscara utilizada por un personaje teatral.
Si nos ponemos a pensar, son tantos y variados los grupos de mensajería instantánea en los que participamos que cualquier tipología quedaría incompleta.
¿Cuántas máscaras usamos a diario en los diferentes grupos que habitamos? Sin ánimo de ser exhaustivos, cabe ensayar una aproximación apelando a ciertas dicotomías: grupos libres y pautados, grupos intensos y desligados, grupos periódicos y esporádicos, grupos informativos y coloquiales, grupos de corto plazo y permanentes, grupos para fines puntuales o generalistas. En todos ellos, los criterios de inclusión y exclusión de integrantes son heterogéneos y -no pocas veces- difusos.
Actividades o intereses varios nos deparan agrupaciones de toda clase: familiares -de familia nuclear o extensa, de hermanos-, laborales -genéricas, organizacionales, de equipos de trabajo-, estudiantiles -parentales, de alumnado, de docentes-, deportivos, vecinales, de amistad -masculinas, femeninas, inclusivas-. Unidireccionales, bidireccionales, multidireccionales: las hay de todo gusto y color. Desempeñamos un rol particular en cada una y vestimos una máscara para la ocasión, pero tenemos como base una imagen de nosotros mismos. Y puede ocurrir que rol e imagen propia no sean compatibles, que exista una inadecuación entre lo que hacemos y lo que somos en el backstage. Por esto, al releer a Goffman en clave contemporánea vemos que su teoría goza de plena vigencia, siendo aplicable a ese universo microsocial digital que son los grupos de WhatsApp.
Podemos esbozar, adicionalmente, una hipótesis: que las múltiples máscaras se disponen en un backstage de infinitas puertas. ¿En qué grupo estoy y qué rol me toca asumir? ¿Amigo, hermano, vecino, cliente? La apuesta es ardua y el riesgo de fragmentación elevado, pero aún en medio de la multitud de voces que nos acecha a un clic de distancia está en nosotros salir del estereotipo y conservar un margen de maniobra. Es en este intersticio de libertad personal donde se juega nada más y nada menos que nuestra capacidad de ir al encuentro de los otros para comunicarnos mejor.
Docentes e investigadoras, profesoras de la Facultad de Comunicación y del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral