El Gobierno todavía cree en los Reyes Magos
La primera encuesta del año da cuenta de una mínima mejora en la imagen del Presidente y en la evaluación de la gestión gubernamental, al igual que de una leve caída entre los presidenciables de la oposición
- 6 minutos de lectura'
Es difícil que algún argentino asocie la euforia que desató el triunfo de nuestra selección de fútbol en el Mundial de Qatar con la suerte de la administración de Alberto Fernández. Sin embargo, dentro de la propia Casa Rosada, hay quienes creen –o al menos se esfuerzan en creer– que la oleada de alegría que provocaron los genialidades de Messi, las atajadas de “Dibu” Martínez o el olfato de gol de Julián Alvarez se traducirá en una mayor confianza en el gobierno nacional.
Los festejos por la obtención de la tercera Copa del Mundo eclipsaron cualquier atisbo de protesta social, como las que habitualmente tienen lugar en diciembre, y la llegada del verano le otorga al Gobierno un tiempo adicional para calmar las aguas dentro de la coalición gobernante, no sin buscar complacer al kirchnerismo con los fuegos artificiales del pedido de juicio político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Algo de por sí gravísimo desde el punto de vista institucional, pero menos peligroso de lo que podría ser por carecer el oficialismo del número de diputados necesarios para aprobar la acusación de los cuatro jueces del máximo tribunal.
Entretanto, algunos funcionarios tratan de transmitir buenas noticias. Y si estas no existen, es válido inventarlas. Desde el Ministerio de Economía, que conduce Sergio Massa, casi no hay día en que sus voceros encuentren algún dato del mercado para salir a festejarlo como si fuera un gol de la Scaloneta.
Celebran desde el Palacio de Hacienda que el año haya concluido con un importante aumento de las reservas netas del Banco Central, sin aclarar que eso obedeció al adelantamiento de liquidaciones de agroexportadores por unos 3000 millones de dólares y al diferimiento de pagos a importadores por alrededor de 10.000 millones de dólares. También festejan que se haya podido canjear deuda interna y renovar vencimientos, aunque a un costo cada vez mayor, con crecientes stocks de Leliq y saltos en la tasa de interés que han llevado los pasivos remunerados del Banco Central a la friolera de 10,2 billones de pesos. Una cifra que, en dólares, representa alrededor de 58.000 millones; esto es, unos 14.000 millones de dólares más que la tan denostada deuda contraída por el gobierno de Mauricio Macri con el FMI.
La portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, se jactó ayer, durante una conferencia de prensa, de que la Argentina concluía el año con el nivel de desempleo más bajo en muchísimos años y que un buen número de provincias tienen tasas de desocupación tan ínfimas que son difíciles de medir. Asimismo, subrayó que, en el último año, se crearon 500 mil puestos de trabajo registrados y más de un millón de trabajos no registrados.
Lo primero que llama la atención es un gobierno que se jacta por la creación de trabajos en negro. Lo cierto es que hacia junio de 2022, de acuerdo con estadísticas oficiales, habían 8,1 millones de trabajadores informales en la Argentina, una cifra que supera a la de trabajadores registrados en el sector privado.
Aun así, el universo de personas con problemas de empleo continúa siendo muy elevado. Hacia fines del tercer trimestre de 2022, la desocupación abierta ascendía al 7,1% (1,1 punto menos que exactamente un año atrás). Pero a ese porcentaje, hay que sumar un 16% de ocupados o subocupados demandantes de empleo y un 6,2% de ocupados no demandantes disponibles, que no demandan activamente otro empleo pero estarían dispuestos a extender su jornada laboral.
De este modo, la proporción de personas con problemas laborales asciende al 29,3%.
El optimismo que intenta transmitir el Gobierno choca con la visión de algunos economistas. Por caso, Fausto Spotorno, del estudio de Orlando Ferreres y Asociados, no solo destaca que el sector de los trabajadores no registrados sigue siendo el más grande del mercado laboral argentino, sino que, aun en el sector formal privado, muchos jefes de familia cobran haberes que no alcanzan a cubrir la canasta familiar.
La fascinación oficial por sus números tampoco es contagiosa cuando se advierte que los niveles de actividad económica, pese a su crecimiento de los dos últimos años, se ubican prácticamente en los mismos niveles prepandemia y que el país registra un estancamiento que lleva ya diez años.
En la ancestral discusión sobre la existencia de los Reyes Magos, según cuenta Alejandro Dolina en sus Crónicas del Ángel Gris, los hombres sensibles de Flores intentan que los niños crean en los Reyes, en las hadas y en el mundo de los sueños. Por eso les cuentan que hay ratones que dejan dinero bajo la almohada si uno le pone un diente, o que el hombre de la bolsa se lleva a quienes sienten repugnancia por la sopa, o que soplando panaderos se consigue lo que uno quiere.
Esos hombres sensibles acusan a los refutadores de leyendas, que aseguran que los Reyes no existen, de obrar con el único propósito de ahorrarse el regalo. Los refutadores, por el contrario, esgrimen que muchos pibes de Flores fingen creer, aun siendo escépticos, al único efecto de encontrar un trencito o una pelota junto a sus zapatitos en la mañana del 6 de enero.
Es lógico que, tras los difíciles años transcurridos, la sociedad necesite creer en algo y que el gobierno de Alberto Fernández también aspire a soñar, aun cuando la reelección del actual presidente de la Nación no sea más que una quimera.
Con muy poco, algunos en la Casa Rosada pueden ilusionarse. Cual regalo de Reyes, se conoció en las últimas horas el estudio de humor social y político correspondiente a diciembre, realizado por las consultoras D’Alessio Irol y Berensztein. Efectuado entre 1107 encuestados en forma online, el trabajo dio cuenta de una mejora de dos puntos en la evaluación de la gestión del gobierno nacional: la imagen buena o muy buena pasó del 23% al 25% entre noviembre y diciembre; en igual período, la imagen mala o muy mala cayó del 76% al 74%.
También la imagen de Alberto Fernández exhibe una leve mejoría: su percepción positiva pasó del 17% en noviembre al 18% en diciembre, en tanto que la negativa cayó del 76% al 75%. Por el contrario, la imagen de los principales postulantes presidenciales de la oposición bajó levemente: las opiniones positivas sobre Patricia Bullrich disminuyeron del 53% al 51% y las de Horacio Rodríguez Larreta bajaron del 36% al 35%.
Aunque el primer mandatario pueda encontrar en estas cifras un motivo para la ilusión, no hay nada que por ahora modifique la desfavorable tendencia de fondo para el oficialismo, ni señales de que, con meros parches y sin reformas estructurales de fondo, podrá reencaminarse la economía del país antes de las próximas elecciones. Por encima del viejo debate sobre la existencia de los Reyes Magos, habrá que recordar que entre los operadores económicos y los mercados financieros no existen los actos de fe.