El Gobierno olvida lo esencial para ocuparse de sus intereses personales
Es curioso pero en la Argentina tiene más impulso -por decisión del gobierno nacional- el tema de la reforma del Poder Judicial que proyectos como la ley de la Economía del Conocimiento; la Estrategia de Reactivación Agroindustrial Exportadora (aprobando la ley de Warrants, impulsando una ley de fertilizantes que premie a los productores); el proyecto que prorroga la ejecución y juicios a las empresas de la ley de concursos y quiebras hasta abril de 2021, que tanto hace falta que se apruebe para ayudar a miles de pymes y no se pone en la agenda de sesiones del Senado desde hace más de un mes para su aprobación, que sería unánime y que ya tiene media sanción de Diputados.
En particular, el proyecto con media sanción del Senado que no tiene apuro alguno es el de la reforma del Poder Judicial. Para ser más preciso: sí, tiene necesidad de ser tratado de inmediato para algunos, a fin desarmar juicios y procesamientos cuyo final seguramente los condene, para los que han cometido actos de corrupción propios y contra el Estado, que solamente un convencido de lo absurdo puede suponer que son actos de persecución política. Y la palabra política existe en esos juicios, en el sentido de que fue a través de la política que se cometieron los mayores actos de corrupción, o sea, en perjuicio de cada uno de nosotros.
Lo que quiero expresar con claridad, es que el Gobierno está más preocupado en poner el foco en los problemas personales de algunos dirigentes que en resolver las dificultades urgentes que están atravesando los argentinos a causa de la pandemia y la cuarentena. El efecto ya se empezó a sentir en términos de indicadores económicos. La caída del producto en el primer trimestre de este año fue del 4,8% respecto al trimestre anterior (con solo 10 días de cuarentena). Para el año 2020, las consultoras relevadas por el Banco Central estiman una caída de la economía del 12,5%. Estas variables no solo reflejan números en el aire, sino que tendrán un impacto en términos sociales. Principalmente en empleo y en pobreza. La Organización de Naciones Unidas estima para el 2020 una pérdida de 850.000 empleos en nuestro país, y la tasa de pobreza superaría el 40%.
Las proyecciones para el año 2021 denotan un crecimiento del 5,6% como consecuencia de lo que se conoce como "arrastre estadístico", es decir, como consecuencia de la baja base de comparación que dejará el 2020 en promedio con relación al último mes del año. En este sentido es imperioso comenzar a lograr acuerdos y proyectos para obtener una agenda de triple impacto: económico, social y ambiental.
Pero también las oportunidades que tiene la Argentina por delante son muy valiosas, si realmente se moviliza y motiva motores de la economía, como por ejemplo la agroindustria. Es el que puede generar rápidamente entrada de divisas a nuestro país a partir de las exportaciones. Todos los segmentos de la agroindustria argentina tienen oportunidades en la medida que desde las políticas públicas existan las herramientas que den una mirada de seguridad y certidumbre que las producciones necesitan. Venimos de años -los últimos- donde se trabajó en conjunto con todos los distintos actores de la agroindustria, y los segmentos de la agricultura, ganadería, economías regionales tuvieron distintas proyecciones.
Tanto en el mercado interno como con la apertura durante los últimos 4 años de nuevos mercados internacionales, se puso a la Argentina otra vez como protagonista de la producción de alimentos. Falta mucho aún, pero es necesario poner el foco real y que la sociedad entienda que lo que le pase a la agroindustria es bueno para todos. Según datos de FADA, en el primer semestre de este año, nuestras exportaciones agroindustriales significaron el 74% de las exportaciones totales del país; 7 de cada 10 dólares los generan las cadenas agroindustriales que exportan; 20.000 millones de dólares ingresaron por las exportaciones agroindustriales; 70% cadenas granarias, 15% economías regionales, 8% carnes, 2% lácteos y 5% otros productos. Tuvimos una gran cosecha de maíz -cultivo que se integra a la cadena alimentaria- que por primera vez desde 1996 superó a la de soja. Asimismo, ya hoy los países más importantes del mundo están comprando alimentos al exterior en un 12% promedio más que en 2019, y esto significa otra gran oportunidad para nuestro país.
Tenemos que estar ahí. Ofreciendo alimentos con protocolos, sanidad y controles adecuados. La agroindustria es la mayor generadora de empleo directo e indirecto. Pongamos dos ejemplos: la cadena triguera, solo en la provincia de Buenos Aires, genera 130.000 empleos directos y un 50% más indirectos; la cadena de la carne genera en el país más de 110.000 empleos en forma directa y más del 80% en forma indirecta. Y así podemos seguir con las múltiples actividades. Tenemos que fomentar las exportaciones reales, seguir creciendo dentro del Mercosur y desde aquí lograr acuerdos con Estados Unidos, China, India, Pakistán, Japón, Corea del Sur y Asia Pacífico. También sería necesario un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, donde la Argentina sea la gran ganadora.
La oportunidad de volver a pegar el salto exportador está. Y más aún en donde somos eficientes y mejores, que es en la producción de alimentos, primarios y de valor. Tenemos que estar ahí, ofreciéndole al mundo -no solo China y Rusia, como se ve como un direccionamiento posible- lo que el mundo quiere que produzcamos. Lo podemos hacer y muy bien, trabajando TODOS juntos. Lo público -dando las herramientas necesarias para tener la previsibilidad en los distintos escenarios- y los privados -haciendo tu trabajo con esas herramientas-.
Para ello es esencial comprender lo que está sucediendo en el mundo: la Unión Europea votó recientemente el paquete de rescate pospandemia, donde incluyó un impuesto a los plásticos no reciclados a partir de 2021 y otro a la importación de productos de los países con estándares de emisiones más bajos que los del grupo a partir de 2023. Esto implica que nuestros productos deben además contar con un esquema apropiado de trazabilidad y responder a modelos productivos sustentables, con un uso eficiente de los recursos y de bajo nivel de emisiones de gases de efecto invernadero.
Podremos revertir esta situación y convertirla en una oportunidad, solo si sabemos leer correctamente el contexto y aprovecharlo generando crecimiento con inclusión, a partir de una visión estratégica consensuada y de largo plazo.
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El autor es senador nacional por la provincia de Buenos Aires (Juntos por el Cambio)