El gerente de Espacios Vacíos, un adelantado
Hace unos cuantos años, en un diario de marca conocida, existía un puesto jerárquico muy curioso: gerente de Espacios Vacíos. No era un “ñoqui” en una empresa privada (que los hay, los hay). El hombre que ejercía semejante tarea no la tenía para nada fácil. Estaba a cargo de definir el uso de sectores edilicios desocupados, con el objetivo de sacarle el mayor de los provechos. Ya no recuerdo si era un arquitecto, un diseñador de ambientes o un repositor con ínfulas. Al igual que muchos colegas periodistas, solo retuvimos el nombre del cargo. ¿Por qué? Porque todavía nos hace reír.
Ponerle nombre a algo no debería ser cuestión de improvisados. Tampoco hay que convocar a un lexicógrafo. Muchas veces alcanza con el sentido común o con medir el humor social imperante en un momento determinado. Por ejemplo, querido lector, fíjese en la denominación de la cuasimoneda que acaba de aprobar la Legislatura riojana a instancias de Ricardo Quintela. Bono de Cancelación de Deuda, es decir, Bocade. Nada que ver con el peripatético Bogarcha que había creado Jorge Capitanich cuando era gobernador (Bonos Garantizados del Chaco), nombre que debió cambiar a las apuradas por la vergüenza que le dio haberse transformado en inspiración de memes al por mayor. Bocade suena afrancesado, es cierto, pero remite a bocado cuando hay tanta gente que no tiene ni para eso.
Por si no se lo recuerda, Quintela es el gobernador que recorría las calles de la provincia regalando dinero a parroquianos que se lo pedían. Andaba el hombre con un fajo interesante en el bolsillo, especialmente antes de las elecciones. Platita que, obviamente no era de él, sino del Estado, es decir, de la propia gente que se lo mendigaba y a la que él asistía como si fuera un filántropo. Un bocatto di cardinale.
Es el mismo dirigente peronista que acaba de anunciar un bono permanente de 80.000 pesos para todos los empleados estatales de la provincia y los municipios, y otro de 50.000 pesos para los que están vinculados “de otra manera al Estado”, según escribió Quintela en la red X. Por la misma red le llovieron críticas más que ácidas de parte de quienes entienden que los vinculados “de otra manera” con el Estado incluye a los que cobran en negro. El jefe de Gabinete, Juan Luna Corzo, se vio obligado a explicar que se trataba de los “precarizados”, es decir, de los que reciben planes, becas, programas, tutorías, etcétera. Dios asista a esos precarizados con el Bocade: 22.500 millones de pesos se emitirán de cuasimonedas, las que, históricamente, fueron un fracaso. El que se puso contento con la noticia fue Javier Milei. Dijo que le alegraba “la libre competencia de monedas” que impulsan ahora quienes lo llamaban loco durante la campaña. Obviamente, lo dijo pendulando entre la sorna y la vendetta, ya que aclaró que se las van a tener que arreglar solos los inventores de esos papelitos porque, a diferencia de otras épocas, “de ninguna manera van a ser rescatados” por el Estado nacional.
Volviendo a Quintela, van otros datos: La Rioja es el único caso en que el gobierno provincial paga los sueldos municipales y tiene más empleados públicos que privados, los que trabajan no solo en la administración, sino en las 40 empresas estatales del distrito. En una entrevista que dio a LA NACION hace exactamente un año, reconoció que a esas empresas no les iba bien, que eran deficitarias “como son deficitarias la salud, la educación y la Justicia”, dijo.
Muchos sueldos estatales en La Rioja serían de indigencia si no fuera porque cuentan, por ejemplo, con una larga lista de “bonificaciones especiales por desempeño, adicionales por especialidad, por permanencia institucional, por presentismo” y otros ítems establecidos por más de media decena de decretos. Ver el recibo de un empleado público riojano –con un sueldo básico tremendamente básico– es como sumergirse en un digesto de la precariedad.
Si lo de las cuasimonedas es un tiro en el pie, la promesa de Quintela de renunciar a la gobernación en caso de que Milei ganara la presidencia fue una bravuconada que terminó en cuasipatraña.
Retomando el tema de los nombres con que se “bautizan” algunas áreas, proyectos y emprendimientos oficiales, el peronismo no tiene la exclusividad. Cómo no recordar el cargo que se había creado por decreto durante el macrismo, en 2016, cuya titular, una arquitecta que por entonces tenía 29 años, fue designada un año más tarde como directora de Movilidad en Bicicleta de la Dirección Nacional de Transporte No Movilizado de la Subsecretaría de Movilidad Urbana de la Secretaría de Planificación de Transporte del Ministerio de Transporte. La tarjeta personal debe haber sido un desplegable.
La columna de Carlos M. Reymundo Roberts volverá a publicarse el sábado próximo