El General San Martín, en la Casa Blanca
La imagen del General San Martín ocupó un lugar preferencial en el Salón Oval del presidente de Estados Unidos. El 29 de octubre de 1946 el presidente Perón le regaló al presidente Harry Truman un cuadro copia del denominado La bandera, cuyo original data de julio de 1829. Este óleo, realizado por Merceditas junto a su profesora de pintura en Bruselas, era venerado por el General. Fue entregado por el embajador argentino en EE.UU., Oscar Ivanissevich.
Truman, amante de la historia, quien conocía la proeza de nuestro libertador y lo mencionaba como un “campeón de la libertad”, hizo colocar el cuadro en el Salón Oval, en un lugar preferencial junto a George Washington, donde permaneció hasta 1957. Es interesante destacar cómo se admira la campaña libertadora del Padre de la Patria en EE.UU. Repasemos algunos hechos que quizás no valoramos adecuadamente. Debemos transportarnos a 1815-1817 para entender la magnitud de la hazaña.
Su plan asombró al mundo. Para concretarlo, asumió la gobernación de Cuyo, necesitaba concentrar los esfuerzos y obtener los recursos necesarios para llevar a cabo su obra maestra. Con una administración ejemplar, logró formar el Ejército de los Andes en poco más de dos años. No me referiré a la campaña en general conocida, pero sí quiero destacar algunos aspectos de lo que significó esta operación militar. Encaró su preparación con coraje y sin contar con fondos iniciales.
Ordenó estudios del terreno para determinar los pasos. Lo hizo con los ingenieros Arcos y Álvarez de Condarco (padrino de bautismo de Merceditas) y baquianos de la zona, entre ellos el sanjuanino Clemente Sarmiento, padre de quien fue presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento. Realizó una “guerra de zapa” para engañar a los españoles respecto de los puntos por donde cruzaría la Cordillera. Lo hizo con espías especialmente elegidos, entre ellos, Juan Pablo Ramírez, que residía en Santiago, digno de destacar.
Admirablemente, al cabo de los preparativos el Ejército de los Andes contaba con 4000 hombres de pelea instruidos y con uniformes, de los cuales 700 eran montados. Además, 250 artilleros; 1200 milicianos para el apoyo logístico; 120 barreteros para abrir sendas y caminos; 18 piezas de artillería montadas sobre mulas por partes; 2500 sables de caballería; 5000 fusiles; 900.000 tiros de fusil; 2000 balas de cañón; 200 de metralla; 600 granadas; 1600 caballos de pelea; 10.000 mulas; 600 reses en pie en arreo. Cabrestantes, palancas, sogas, pólvora, leña, agua y hasta una imprenta. Víveres, entre ellos ají, picante, vino a razón de una botella por hombre y aguardiente (para el frío). Forraje para 15 días colocado en depósitos adelantados y ocultos. Ropa de abrigo, como ponchos y mantas para cada hombre donados por las familias cuyanas. Botiquines cada 100 hombres, más los cirujanos. Nada quedó al azar.
Cruzó una de las cordilleras más altas del mundo, con picos promedio de 5000 metros y temperaturas bajo cero. Las dos formaciones más importantes recorrieron 545 km por el Paso de los Patos y 337 km por el Paso de Uspallata. Posteriormente se unieron y combatieron en Chacabuco a los 25 días de iniciado el cruce, y solo hubo entre los patriotas 12 bajas. En tanto, los realistas sufrieron más de 500.¿Será necesario que otros países resalten las figuras de nuestros próceres para hacernos reflexionar?
Podremos recuperar el sentido de argentinidad que nos dé la fuerza para enfrentar con estoicismo los sacrificios necesarios para asegurar el futuro de nuestros hijos, como lo hicieron los de la Generación del 80. Necesitamos contar y difundir la historia real, que se ha deformado en los últimos años. Contarles a nuestros hijos y nietos la verdad, destacando a los prohombres que reunieron los valores y principios de nuestra Constitución. Reconocer a aquellos hombres y mujeres que defendieron nuestra patria y la libertad. Como dijo el General San Martín: “En defensa de la patria todo es lícito menos dejarla perecer.”
General (R.)