El garante de la paz bonaerense
Tres son las principales fortalezas que los propios le reconocen a Alberto Balestrini: no tiene manchas legales, maneja un distrito, La Matanza, que puede aportar más votos que una provincia, y sabe cómo mantener a raya al mañoso peronismo bonaerense. Aunque su abrupto salto al kirchnerismo, donde ahora es pieza clave en el armado territorial, lo alejó del hoy reaparecido Duhalde, dicen que el caudillo de Lomas de Zamora no le guarda rencor y que ambos son hombres pragmáticos: saben que sus caminos pueden volver a cruzarse
Alberto Balestrini rechaza la idea de que su rol como eventual vicegobernador de Daniel Scioli sea el de "comisario político". Sin embargo, el hecho de ser el jefe del poderoso PJ de La Matanza y la ambición, hecha pública, de suceder a José María Díaz Bancalari en la presidencia del distrito, le asignan necesariamente esa función.
El presidente Néstor Kirchner sabe por experiencia propia que sin el peronismo bonaerense es muy difícil gobernar, sobre todo si se quiere evitar el riesgo de encarar cambios profundos. La consigna, entonces, es tener a todos los dirigentes de peso dentro del armado, y pocos como Balestrini pueden hoy aglutinar a ese puñado de hombres controvertidos y mañosos sin espantar al resto del electorado.
Por eso, aunque Balestrini no quería dejar la presidencia de la Cámara de Diputados para ir al Senado bonaerense, lo que en términos futboleros es como ir a jugar a la B, Kirchner no dudó en usar el peso de su investidura para hacerle una oferta que el matancero no pudo rechazar.
"Yo al único que no podía decirle que no era al Presidente, y cuando me invitó a ir en la comitiva a México, sabía que no tenía alternativas", le dijo a LA NACION. "Es que lo único que siempre quise ser es diputado, a mí me gusta la tarea legislativa", responde elusivo cuando se lo consulta por las razones, mientras prende uno de los varios cigarros puros que fuma por día. Otros de sus clásicos son el tango y la música clásica, que siempre suenan en la radio de su auto. "Escuchar música me distiende", explica el dirigente, de 60 años y padre de seis hijos de entre 38 y 22. "Tres con mi primera esposa, dos son del primer matrimonio de mi mujer y tenemos una hija en común. Y además tengo seis nietos".
Pases y distanciamientos
Balestrini, a quien apodan "El Loco", fue el primero de los intendentes bonaerenses que en 2002 le dio su apoyo a Kirchner y que lo invitó a un acto en La Matanza, un enorme conglomerado urbano con un millón y medio de habitantes donde el peronismo es, hasta hoy, imbatible.
Poco antes, el matancero retaceó su apoyo a la candidatura presidencial del cordobés José Manuel de la Sota cuando su jefe, el por entonces Presidente Eduardo Duhalde, lo llamó para testear la idea. "Sería como volver al menemismo", le dijo.
Al poco tiempo, el que le bajó el pulgar a Balestrini fue Duhade, cuando Kirhner lo sondeó como potencial compañero de fórmula para las elecciones de 2003, cargo que paradójicamente terminó recayendo en Scioli. Entre un hecho y otro, Balestrini estuvo en conversaciones con el puntano Adolfo Rodríguez Saá, según confirmaron tanto fuentes de La Matanza como del entorno del efímero presidente en diciembre de 2001.
En este cruce de alineamientos, en 2005, cuando las aguas entre Kirchner y Duhalde se dividieron definitivamente, Balestrini apoyó desde el primer momento la candidatura a senadora de Cristina Fernández de Kirchner. Pero dicen que el caudillo de Lomas de Zamora no le guarda rencor. En definitiva, es un camino que antes o después siguieron hasta sus escuderos más leales.
La fuerza de Balestrini reside en el dominio de un distrito que tiene un peso mayor al de varias provincias a la hora de elegir presidente por voto directo. El y Duhalde son hombres pragmáticos, que saben que sus caminos pueden volver a cruzarse.
Comenzó a militar a principios de los 70, en el Centro de Estudiantes de la Universidad de El Salvador, de donde egresó con el título de abogado en 1975, la misma profesión que su hermano menor, Alvaro, también jurista y actual presidente de Vélez Sársfield, una pasión compartida por ambos hermanos, aunque el padre era de San Lorenzo.
Una rebeldía menor, una pequeña confrontación que no se repitió en el campo de la política, ya que su padre, Alberto Juan Balestrini, fue un militar peronista, forzado a retirarse de la carrera con el grado de mayor en noviembre de 1955.
Alberto Edgardo Balestrini era en los años 70 un joven estudiante de clase media acomodada, que vestía mocasines caros y ropa fina -gusto que mantiene-, pero que colaboraba con el trabajo del padre Carlos Mujica, aquel sacerdote tercermundista asesinado en 1974 por la Triple A.
Ya en democracia, reapareció con Antonio Cafiero en el MUSO (Movimiento, Unidad, Solidaridad y Organización), antecedente de la Renovación Peronista que se gestaría en 1984 para metabolizar la derrota a manos del radicalismo y superar la etapa de la ortodoxia.
Pero como nada es de un día para el otro, y en La Matanza el que mandaba era el ortodoxo Federico Russo, Balestrini se mantuvo en la periferia del poder matancero y hasta tuvo algún cargo menor dentro de la Municipalidad hasta 1989, cuando, junto con la elección de Carlos Menem, el poder territorial pasó a manos del nuevo presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri.
Balestrini iba a ser secretario Parlamentario, pero la necesidad de equilibrar las cargas en la interna del PJ derivaron, durante los primeros dos años de gestión de Pierri, en su designación como secretario administrativo, que es quien maneja los fondos de la Cámara, ni más ni menos.
"Tengo respeto por su formación intelectual y deposité en él una gran confianza. ¡Era el encargado de manejar el presupuesto!", dirá Pierri a LA NACION, desterrando especulaciones sobre que la divisoria de aguas políticas los distanció. "Yo lo quiero mucho, es mi amigo", agrega Pierri, en sintonía con lo que declaró el propio Balestrini en el libro de la periodista María O Donnell, El Aparato : "Con el Muñeco (apodo de Pierri) nunca nos peleamos personalmente, sólo políticamente. Respetamos los códigos, ni yo lo agravié a él ni él a mí".
El juego de la oca
Después de transitar dos años por la Cámara de Diputados quería tener juego propio y movió todas sus fichas para ser elegido diputado nacional en las elecciones de 1991. Luego hizo lo necesario para presidir las comisiones de Juicio Político y la de Seguimiento de la Reforma Tributaria y Previsional. En paralelo con este crecimiento político, su hermano Alvaro también hizo carrera en la Justicia, donde pasó de juez del Tribunal de Faltas a miembro de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo -hicieron notar las fuentes consultadas-.
Dos años más tarde, cuando -Pacto de Olivos mediante- Carlos Menem consiguió consumar la Reforma Constitucional que le aseguraría un segundo mandato y lo enemistaría con Eduardo Duhalde, el convencional Alberto Balestrini fue designado vicepresidente de la vital Comisión del Núcleo, encargada de incluir en la Carta Magna la letra chica del Pacto de Olivos.
En el despacho de la Presidencia de la Cámara de Diputados hay una foto de la placa de bronce que se instaló en la Universidad de Santa Fe, sede de la Constituyente, con los nombres de los miembros de la Comisión del Núcleo. También adornan el despacho los consabidos retratos de Perón y Evita, un óleo de Perón y otro de Juan Manuel de Rosas, y una gran foto de jóvenes marchando hacia la trágica jornada de Ezeiza, el 20 de junio de 1973.
Como en el Juego de la Oca, tras la Reforma Constitucional a Alberto Balestrini le tocó retroceder varios casilleros. Al calor de la puja interna, no pudo renovar su mandato como diputado y tuvo que recalar en el Senado bonaerense, al que se supone volverá a partir del 10 de diciembre. Desde esa banca siguió construyendo poder territorial mientras monitoreaba la interna, que se movía al ritmo del enfrentamiento entre Menem y Duhalde.
Para hacer frente a los vientos de cambio que parecía traer la Alianza, en 1999 Duhalde presionó a Balestrini para que fuera el candidato a intendente de La Matanza. Tenía que enfrentar a una figura mediática como Lidia Satragno, Pinky.
Balestrini reunía varias condiciones: tenía el poder distrital -ese año le ganó las internas al pierrista Hugo Cozzi-, conocía los vericuetos de La Matanza y, sobre todo, era "un dirigente sin prontuario", como admitió el propio Duhalde en la charla de la que el matancero salió como candidato.
Quedó para la historia el paso en falso de la conductora de TV que, inexperta en política, cuando vio los datos de su San Justo natal se proclamó ganadora en "mi Matanza". Balestrini, que conocía el paño, sonrió y pidió esperar los datos de "La Matanza profunda", que finalmente no sólo le dieron la intendencia a él sino el plus que necesitaba Carlos Ruckauf para ganarle a Fernández Meijide.
"Bienvenido a la capital del hambre", decía una gigantografía de la campaña de Pinky. El dato era cierto, era tiempos muy duros para todo el país, pero Balestrini se valió de esa frase para exacerbar el sentimiento peronista de los matanceros. Dio vuelta el discurso para remarcar un supuesto costado discriminador hacia los pobres.
Días después, en González Catán, Balestrini agradeció la victoria al electorado con una frase de honestidad brutal: "Es una maravilla que nos sigan votando, si nunca les dimos una mierda", dijo.
Veinte años no es nada
Aún hoy mantiene esa condición de dirigente "sin prontuario" que lo catapultó, después de haber pasado por dos períodos al frente de la que, al menos numéricamente, es la principal intendencia del Conurbano. No es poco, y no es frecuente.
Ricardo Rolleri, el actual presidente del bloque justicialista en el Concejo Deliberante de La Matanza, es edil desde 1983 y conoce como pocos la política matancera. "Como intendente Balestrini siempre miró primero la cuestión jurídica y administrativa y luego la cuestión política", explica.
Otras fuentes, en cambio, señalan que "no tienen prontuario porque no tienen oposición, los captan a todos".
Tal vez por eso, Rolleri -que militaba en la línea de Federico Russo y perdió alguna interna con Balestrini- definió al candidato a vicegobernador como "un hábil político, un conductor capaz, que conoce la política. Respeta los compromisos y no se olvida de La Matanza", agregó.
Claro que no todas son flores. En las semanas previas al ofrecimiento "irrechazable" que Kirchner le hizo a Balestrini, en las paredes de La Matanza aparecieron afiches de un sector kirchnerista que llamaban a reemplazar en el distrito a los que "en 20 años no hicieron nada".
Fuentes del peronismo local hicieron notar que en el PJ-Matanza, donde se analizaron exhaustivamente costos y beneficios de acompañar a Scioli en la fórmula, esos afiches sonaron como una advertencia.
El autor de esa campaña fue Jorge Ceballos, dirigente de la agrupación piquetera Barrios de Pie y subsecretario de Organización y Capacitación del Ministerio de Desarrollo Social.
"Lo que dicen los carteles es verdad: en 20 años no hicieron nada, lo dicen los vecinos. Cuando salimos a caminar por La Matanza, cosa que ellos no hacen, nos dicen que no hay servicios. En los nuevos barrios, donde hace unos años había sólo campo, hay un gran abandono y mugre. Figuran cantidad de calles asfaltadas que siguen siendo de tierra; alguien se quedó con esos asfaltos", explicó Ceballos días antes de que el cierre de listas lo abandonara a su suerte.
El dirigente piquetero, se supone que a raíz de la aceptación de Balestrini a integrar la fórmula, quedó relegado a competir por la intendencia de La Matanza "por la colectora". Esto es, fuera de la sábana que encabezará Cristina Fernández de Kirchner, privilegio que sí tendrá el intendente Fernando Espinoza, un hombre de Balestrini.
Lo que no deja de ser curioso es que, además de en la adhesión al kirchnerismo, Balestrini haya coincidido con Ceballos en que nada se ha hecho en La Matanza, y que a pesar de eso lo sigan votando.
Quién es
Militancia universitaria
Alberto Edgardo Balestrini nació el 9 de marzo de 1947. Se recibió de abogado en la Universidad del Salvador donde, en los años setenta, comenzó a militar en su Centro de Estudiantes. Tiene seis hijos de entre 38 y 22 años y seis nietos. Lo apodan "el loco".
Trayectoria politica
Actual presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, fue elegido por primera vez como diputado nacional en 1991. Ocho años más tarde, le disputó y le ganó a Pinky la intendencia de La Matanza, conglomerado bonaerense donde el peronismo es, hasta hoy, imbatible.