El futuro llegó antes de lo esperado
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En el marco de la iniciativa ‘Liderazgo Empresarial 2030 en América Latina’ (Cátedra en Liderazgo Empresarial, IAE Business School), entrevistamos a más de 100 presidentes y CEOs de la región, con el objetivo de conocer su visión sobre los nuevos desafíos del liderazgo en esta tercera década del siglo XXI, incluyendo los aprendizajes que nos trajo la pandemia. La primera conclusión es que el futuro ya llegó, antes de lo esperado.
El análisis del contexto y mega-tendencias, que realizamos en 2019, nos permite afirmar que previo a la pandemia, disfrutábamos de una era de cambio acelerado, impulsado por la Industria 4.0, el desarrollo científico y múltiples avances en diversas áreas del saber y el hacer, lo que generaba cierta sensación de omnipotencia e inmortalidad. El Covid-19 nos cambió esa realidad, experimentamos la vulnerabilidad a nivel global, como nunca antes en la historia.
La crisis universal de la pandemia puso en el centro de atención a las personas, su salud y bienestar. El correlato en el mundo de la empresa, fue la centralidad que la mayor parte de ellas dio a sus colaboradores, clientes, proveedores y comunidades. Según el Trust Barometer 2021 de Edelman, las empresas aparecen como la institución más confiable, destacando en particular el rol del CEO local y el propio empleador, quienes fueron especialmente valorados por la cercanía y la calidad de la información.
Este posicionamiento por encima de otros liderazgos, potenció la demanda creciente de un mayor involucramiento de los líderes de empresa en la construcción de una sociedad más próspera, sustentable e inclusiva. En otras palabras, se espera que el primer nivel directivo de las empresas trabaje en una mejor articulación con el liderazgo público y del tercer sector, a favor del bien común de la sociedad.
Estamos en un punto de inflexión histórico, que nos presenta la oportunidad de co-crear valor en cuatro dimensiones: económico, humano, ambiental e institucional, desde el específico rol empresarial. Según afirma Judy Samuelson en ‘The Six New Rules of Business’, al desafío de competir, se añade ahora, el de co-crear.
A mismo tiempo, el debate por el “futuro del trabajo” nos enfrenta a la urgente necesidad de distinguir entre el aporte de valor de la persona y el de la tecnología. Más aún cuando la pandemia aceleró entre 5 a 10 años, la incorporación de la tecnología a la vida humana en general y al trabajo en particular. Del estudio que estamos realizando surge con claridad que la propuesta de valor de las empresas, en esta tercera década del siglo XXI, debe partir del análisis de la información -”data driven”- que nos aporta la tecnología, dando espacio luego a que la persona humana, con empatía y creatividad diseñe soluciones a medida de las necesidades y aspiraciones de la sociedad.
En consecuencia, y en parte debido a la crisis de la pandemia, hoy podemos decir que el talento humano, complementado con la tecnología, ocupa el centro de la escena, como nunca antes en la historia. Si bien ésto se visualizaba desde hace tiempo en la valoración que los mercados, como Wall Street, hacen de compañías basadas en talento, como Apple, Amazon, Google, y de Argentina, Mercado Libre, la pandemia hizo más evidente aún este fenómeno donde el talento es el activo más relevante.
Si bien, desde su inicio, la revolución digital potenció la dinámica de trabajo en red, en un contexto creciente de creación de valor de negocios a través de ecosistemas de oferta de productos, servicios y soluciones,la pandemia puso aún más en evidencia esta interdependencia entre todos los actores de la sociedad. Como ejemplo de anticipación a esta realidad, entre otros, observamos desde hace tiempo, ámbitos en el que la dinámica ecosistémica favorece el desarrollo humano y empresarial. Son espacios de creación de valor como Silicon Valley en California, el Distrito 22@ de Barcelona o el mismo Parque Empresarial Austral, en Pilar, donde conviven empresas de diversos rubros (tecnología, salud, alimentación, logística, diseño, etc.) con acceso a la interacción con académicos y científicos, expertos en salud, tecnología y management.
Finalmente, y como resultado de estos emergentes, vemos la necesidad de un liderazgo empresarial diferente, que podríamos denominar Liderazgo Stakeholder. Un liderazgo que sea capaz de co-crear con diversos partícipes y grupos de interés, pensar y actuar de manera sistémica, y gestionar el propio liderazgo, a partir del autoconocimiento.
Acostumbrados a contar con un mapa de stakeholders, principalmente orientado a identificar riesgos, los empresarios reconocen que en esta nueva etapa es imprescindible incorporar una mirada de oportunidades y sinergias con los diversos partícipes y grupos de interés.
El futuro llegó antes de lo esperado, pero vemos la oportunidad de potenciar la iniciativa y re-lanzar el desarrollo de las empresas en América Latina, con un nuevo liderazgo, capaz de co-crear valor para la sociedad.
* El autor es Presidente del Parque Empresarial Austral y Titular de la Cátedra de Liderazgo Empresarial del IAE Business School.