El futuro de la oposición
Recientemente, la “inflexible” jefa de los “halcones” puso fin a una interna sin sentido, permitiendo que Pro se enfoque en lo que verdaderamente les importa a sus votantes: frenar la impunidad, la incompetencia y la deriva autocrática. En algún momento nos explicarán por qué el salto de distrito de María Eugenia Vidal era tan crucial para el futuro del país.
Habrá que esperar a septiembre para saber si los candidatos que Pro eligió son realmente los más competitivos. Por ahora, solo puede decirse que la oposición perdió una oportunidad inmejorable de revisar su gestión de gobierno, enriquecerse mediante el debate y discutir un programa alternativo para el país. En la campaña tendremos sonrisas, miradas empáticas, lágrimas derramadas en nombre de los que menos tienen y llamamientos a la unidad de los argentinos. Seguramente, poco se hablará de la urgente necesidad de reconstruir un capitalismo competitivo, del atropello a las libertades individuales durante el confinamiento, de los feudos provinciales y de las corporaciones que destruyeron el trabajo y la movilidad social ascendente (y que muchos sueñan todavía con sumar a una “construcción más amplia”). En la gramática política argentina la connivencia se volvió sinónimo de moderación.
Aun si la “unidad” mejora la performance de la oposición en las PASO, el horizonte del cambio es difuso. Los mismos que avalaron una cuarentena extrema y anticonstitucional y guardaron silencio estratégico ante abusos, bancarrotas masivas y fronteras cerradas, serán los garantes de los derechos y la república. Mientras tanto, las figuras modernizadoras son repelidas bajo el mote de extremistas y radicales, en pos de un diálogo y una convivencia democrática que nunca llegan.
Profundizando el sendero de Gramsci, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe explican que el objetivo último de la política es generar una “nueva hegemonía”. Los tópicos, los diagnósticos y el proyecto de país populista deben convertirse en un nuevo sentido común nacional. Cuando el populismo se consolida como el imaginario dominante, no hay adversario capaz de resistir. Lo que nunca imaginaron estos autores es que las categorías populistas pudieran colonizar también a buena parte de la dirigencia “republicana”. ¿Tal vez acabemos cerrando la grieta por asimilación de los polos?
En la medida en que la oposición renuncie a canalizar el descontento social con visiones alternativas, propuestas programáticas y narrativas propias, el mapa político se irá reconfigurando. Tal vez surjan nuevos liderazgos, tal vez se potencien otros que ya existen. Es imposible saberlo. Las crisis profundas son siempre una caja de Pandora. Lo único cierto es que el camino del cambio estará cada vez más del lado de los que escuchan a la gente y exhiben un compromiso verdadero, a prueba de internas, sondeos de imagen y billetera. Los asesores de marketing pueden ganar elecciones, pero las transformaciones reales siempre son obra de los que creen en la política.
Filósofo y politólogo