El fraude electoral de Maduro suma rechazos internacionales
Las recientes elecciones parlamentarias venezolanas fueron un fracaso no sólo sonoro, sino estrepitoso, para el dictador Nicolás Maduro y sus amos: los gobernantes cubanos.
Pese a sus ardides y amenazas, ni siquiera fue a votar uno de cada tres venezolanos. El propio gobierno, a través del Consejo Nacional Electoral, tuvo que admitir que apenas el 31% de quienes estaban legalmente en condiciones de votar lo hizo efectivamente. El 69% le dio la espalda al llamado electoral, en el que ha sido un tremendo portazo a la dictadura venezolana.
Esa fue –no es sorpresa- la participación electoral venezolana más baja de los últimos quince años. Más de dos tercios de los votantes no concurrió a las urnas. Y el mismo Maduro y su propia esposa tuvieron que cambiar, muy a último momento, su lugar concreto de votación, por miedo (más bien, por pavura) a ser objeto de un repudio estruendoso por parte de sus hoy paupérrimos conciudadanos.
En efecto, Maduro optó por votar en el interior del llamado "Fuerte Tiuna", la más importante base militar del país, donde lo hizo rodeado de los militares a los que mantiene firmemente a su lado, permitiéndoles participar activamente en el narcotráfico y enriquecerse con ello, para deshonra eterna del uniforme militar del país caribeño. Lo mismo hizo su esposa, Cilia Flores, por idénticas razones. Ambos, actuaron entonces movidos por el temor a la previsible reacción adversa de su propio pueblo.
Hasta el hijo de Maduro, apodado "Nicolasito", se mostró desanimado por la baja concurrencia, manifestando "no estar conforme" con lo sucedido. Hablamos de una suerte de Máximo Kirchner venezolano. "Nicolasito" encarna obviamente el continuismo dinástico de los Chávez. Lejos de él, en el sur de nuestro propio subcontinente, de alguna manera en paralelo, Máximo Kirchner juega con el perro que alguna vez le regalaran a su familia en nombre de Hugo Chávez, bautizado "Simón" (pobre Simón Bolívar, por el que ha sido realmente un increíble destrato hacia él).
Pocos minutos después del cierre oficial de los comicios, comenzaron a llegar los repudios de las amañadas elecciones venezolanas por parte de los países democráticos del mundo. En total, nada menos que 45 países las rechazaron concretamente. Hasta ahora, al menos. Puede haber más. Entre ellos, Colombia, Chile, Uruguay, Brasil, Panamá, Canadá, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Perú, la República Dominicana y los Estados Unidos, en nuestro propio continente.
Para Brasil, según los dichos de su canciller, el corajudo Ernesto Araujo, los comicios venezolanos fueron tan sólo una "farsa". Obviamente, ha sido así.
La Unión Europea y sus 27 Estados miembros también rechazaron específicamente el fraude electoral evidente cometido por Maduro. Lo mismo hizo también, por su parte, Gran Bretaña.
La Argentina, en cambio, permaneció en un preocupante y más que sugestivo silencio. Lo que ha sido coherente con la frase del hoy desprestigiado presidente Alberto Fernández con la que, nada más llegar a la presidencia de nuestro país, manifestó que "extrañaba" a Hugo Chávez y a Evo Morales, entre otros. Todo un pronunciamiento, que no confunde a nadie. Por aquello de "dime con quién sueñas y te diré quién eres".
En otro sentido, el audaz Nicolás Maduro obtuvo el previsible aplauso de Cuba, Irán, China y Rusia, países todos que hoy son sus más importantes aliados.
Cuba ciertamente no podía dejar de hacerlo. Después de todo, la isla (que, en los hechos, con sus "servicios" de seguridad maneja efectivamente a Venezuela) hoy sobrevive descarada y "solidariamente" colgada de los ingresos producidos por los importantes recursos hidrocarburíferos venezolanos, succionándolos constantemente, como si les pertenecieran. Sin generar –por ello- el rechazo de países como el nuestro.
Evidentemente, lo ocurrido recientemente en las urnas venezolanas no ha "legitimado" en modo alguno la evidente usurpación del poder venezolano desde hace rato consumada por Nicolás Maduro y por su peligroso entorno comunista. En rigor, ha ocurrido todo lo contrario: Maduro –con lo sucedido- quedó "deslegitimado".
El próximo sábado habrá, en toda Venezuela, una fuerte manifestación de repudio a Nicolás Maduro que tendrá lugar en las calles y plazas de las principales ciudades del ahora desvencijado y sufrido país caribeño. Sin que ello conmueva al dictador Maduro, que sigue permitiendo que Venezuela (y los venezolanos) sean ordeñados sistemáticamente por el gobierno comunista de Cuba. Ni lerdos ni perezosos Maduro y los cubanos lo lograron al "colgarse" de los recursos naturales de Venezuela para beneficio propio, está claro.
Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas