El foro Llao Llao, con una “jaula de oro” y una regla que rompió el equipo de Milei
El encuentro empresarial es un ámbito herméticamente cerrado, en el que se cuida con celo que no trascienda quién dijo qué
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Cubrir el foro Llao Llao es distinto a cualquier otro evento empresarial al que pueda asistir un periodista. Se trata de un encuentro exclusivo y hermético, en el cual antes de viajar se les avisa a los medios: “No están invitados”. Y así lo hacen sentir.
El foro Llao Llao nació en 2012, aunque en ese año todavía no se llamaba así. Uno de los dos dueños del hotel, Eduardo Elsztain, invitó a un grupo de emprendedores de Endeavor, la fundación que conecta empresas con fondos de inversión, para celebrar la reapertura del lugar, que había estado cerrado cuando las cenizas del Volcán Puyehue cubrieron la ciudad de Bariloche. El objetivo era conversar fuera del ámbito rutinario y hallar puntos en común entre el empresariado, la política y los sectores sociales.
“La pasamos tan bien que decidimos repetirlo cada año”, dice Elsztain. Al año siguiente ampliaron la invitación a un grupo de empresas familiares, que están agrupadas en la asociación Generación por una Argentina Mejor (GAM). En 2016, comenzó a llamarse formalmente foro Llao Llao.
Desde su nacimiento, el evento se mantuvo cerrado a la prensa. No se informaba la fecha del encuentro ni se les avisaba a los periodistas, pero el foro empezó a levantar el perfil, tal vez sin quererlo, por los empresarios que asistían y los invitados que llevaban.
Entre los dueños de compañías que suelen asistir se encuentran Marcos Galperin (Mercado Libre), Martín Migoya y Guibert Englebienne (Globant), Carlos Miguens (San Miguel), Marcos Bulgheroni (Pan American Energy), Andrea Pagani (Arcor), Verónica Andreani (Andreani), Martín Eurnekian (Aeropuertos Argentina 2000), Alberto Arizu (Luigi Bosca), y Cristiano Rattazzi (exFiat).
Por el lado de los invitados, en 2021, por ejemplo, sorprendió la asistencia del entonces ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, de excelente relación con Cristina Kirchner. Era el primer acercamiento de un funcionario de La Cámpora con el círculo rojo.
Esta clase de encuentros empezó a generar cada vez más curiosidad de la prensa y la situación cambió en 2022.
En abril de ese año, esta cronista había sido enviada por LA NACION a Neuquén a cubrir un evento de energía de IDEA, una cámara empresarial que suele invitar a los medios para que registren lo discutido. El plan de viaje era ir y volver en el día, pero antes de tomar el vuelo de regreso, José Del Rio, Secretario General de Redacción, me preguntó si podía ir a Bariloche a cubrir el foro Llao Llao.
En vez de pedir un remis hacia el aeropuerto, fui a la terminal de ómnibus y me tomé un micro nocturno. Llegué un miércoles frío de abril, como hace décadas no ocurría: la ciudad había amanecido con una inédita nevada otoñal. En mi equipaje había solo dos prendas, una campera de cuero y un suéter sin mucho abrigo.
El diario había reservado una habitación en el hotel Llao Llao y, a excepción de mis editores, nadie sabía que iba al evento. Ese año habían invitado como expositores a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y al entonces ministro de Economía, Martín Guzmán. También iba un economista que en ese entonces era poco gravitante en los medios gráficos: el actual presidente Javier Milei.
El primer día del foro, sin que nadie me notara, logré ingresar a las reuniones y almorzar con los empresarios, mientras escuchaba el reclamo de expresidente Macri hacia los líderes de negocios. Según él, no había sido apoyado suficientemente durante sus cuatro años de gobierno. Decía en ese entonces que, si bien todos lo felicitaban por su gestión, al mismo tiempo le pedían que no les quitaran sus beneficios impositivos o comerciales. Nació la frase: “¿Pero la mía está, no?”
A nivel periodístico, fue muy rico haber podido conocer esa intimidad empresarial del foro. Sin embargo, como era de esperar, a una parte del comité organizador no le gustó.
Desde entonces, los controles de seguridad se intensificaron. Ya no dejan que cualquiera pueda alojarse en el hotel durante los tres días que dura el foro. La prensa, por su parte, tiene el acceso muy limitado: solo puede estar en la sala de directorio del hotel, al que llamamos “jaula de oro”, ya que tiene una vista espectacular y la comida que ofrecen es exquisita (se destacan las empanadas de truchas).
Pero no se puede salir de ahí. De hecho, hay guardias de seguridad en todo el hotel que impiden el paso. Para identificarnos, a los medios les repartieron unas pulseras de plástico fucsia, mientras que los empresarios tienen unas celestes y los expositores, unas verdes.
En el foro rige la regla de Chatham House, “para permitir conversaciones que enaltezcan la dinámica”, dice la organización. Esto significa que los participantes pueden hablar de lo conversado, pero no pueden detallar quién lo dijo. Por lo tanto, es muy poca la información que recibimos los periodistas.
El equipo de comunicación de Milei cambió eso. Para sorpresa de todos, Santiago Oría, el cineasta que acompaña al Presidente a todos los eventos, grabó su exposición en el foro y la subió completa a las redes. Durante una hora y 10, todos pudimos ser parte de la conversación del evento más exclusivo del país.