El final de Canicoba Corral: se va el peor de todos
Tenía la capacidad de dividir a las dos coaliciones más importantes de la política. Lo defendieron y lo rechazaron expresiones de la gobernante alianza peronista, pero también de la opositora Juntos por el Cambio. Supo esconder una enorme fortuna personal entre familiares y amigos. Fue juez durante muchísimos años y nadie pudo llevarlo a un juicio político o a un juicio penal por enriquecimiento ilícito. Los expedientes que entraban en su despacho no morían nunca, aunque tampoco se resolvían. Esa era su principal armadura política y financiera. Al final, gozará de la placidez del retiro controlando la fortuna que tiene y cobrando una generosa y enorme jubilación. Rodolfo Canicoba Corral ha perdido la continuidad como juez, pero no debió resignar nada más. "La Justicia es mejor sin él", dijo ayer un empinado magistrado. Es cierto, pero sabe a poco.
Podría ser juzgado penalmente por enriquecimiento ilícito con los datos sobre su riqueza posteriores a 2017. En ese año, el entonces juez Claudio Bonadio cerró una causa por el mismo delito contra Canicoba Corral. Un error del fallecido juez, sin duda. Hay quienes en los tribunales de Comodoro Py sostienen que el enriquecimiento ilícito es, a partir de aquella decisión de Bonadio, cosa juzgada y que, por lo tanto, no puede volver a juzgarse. Otros sostienen que se podría abrir una causa nuevasolo si existieran hechos nuevos y posteriores a la decisión de Bonadio. Demasiada controversia como para suponer que el destino del juez será sentarse frente a los jueces.
En rigor, Canicoba Corral descubrió la finitud de su destino cuando la dirigencia política, que siempre lo protegió de una u otra manera, decidió no ir contra una corriente social que reclama insistentemente una mejor justicia. La continuidad de Canicoba Corral hubiera echado más combustible sobre la protesta de una franja importante de la sociedad, que reclama más respeto por las instituciones. En un país empobrecido, y al que seguramente lo aguardan más sufrimientos, los márgenes de arbitrariedad de los que gobiernan se encogieron dramáticamente.
Durante la gestión de Cristina Kirchner nunca se puso en duda la continuidad de Canicoba Corral. De hecho, él se pavoneaba diciendo que no tenía ni un solo pedido de juicio político por sospechas de corrupción en el Consejo de la Magistratura. Era cierto. Le había hecho muchos favores al cristinismo. Uno de los que menos se habla fue una declaración radial posterior a la denuncia del fiscal asesinado Alberto Nisman contra la expresidenta por encubrimiento a los autores del criminal atentado contra la AMIA. Inmediatamente después de que Nisman hizo la denuncia contra Cristina, y antes de su muerte, Canicoba Corral afirmó por radio que él jamás había autorizado las escuchas telefónicas que sostenían gran parte de la denuncia del fiscal. Canicoba Corral es el juez de la causa por el atentado contra la AMIA y las escuchas habían sido autorizadas por él. El juez no sabía, cuando firmó esa autorización, que Nisman se encontraría con una conspiración para proteger a los que hicieron el atentado contra la mutual judía. Tampoco Nisman sabía de antemano con qué se encontraría. Lo cierto es que Canicoba Corral dejó solo a Nisman en los peores días de su vida, en las vísperas de su muerte injusta.
Sería conveniente que esa causa sea sorteada de nuevo para que caiga en manos de un juez que pueda llevarla sin la amenaza de la caducidad. Los jueces subrogantes, que son los que ocupan el lugar de los jubilados o los renunciados, solo pueden estar un año a cargo de esos juzgados con la posibilidad de una prórroga por otro año más. El atentado contra la AMIA, que dejó 85 muertos, es demasiado importante como para que su investigación ande de mano en mano. Ya pasó demasiado tiempo de impunidad con Canicoba Corral a cargo del expediente. No merece nuevas dilaciones por el hecho inverosímil de que no tendría un juez firme.
Poco tiempo después de que asumiera Mauricio Macri, el entonces ministro de Justicia, Germán Garavano, le pidió la renuncia a Canicoba Corral. Argumentó que había versiones sobre el cobro de sobornos por parte del juez. Canicoba Corral le respondió que esas versiones no eran ciertas y se negó a renunciar. Sucedió poco después de que Garavano consiguiera la renuncia del entonces juez Norberto Oyarbide. Pudo con Oyarbide, pero no tuvo la misma suerte con Canicoba Corral. Otras expresiones del entonces Cambiemos (entre las que figura el expresidente de Boca Daniel Angelici) prefirieron luego proteger al polémico juez. Eso explicaría que Juan Pablo Más Vélez, miembro del Consejo de la Magistratura y cercano a Cambiemos, haya propuesto en noviembre del año pasado, cuando ya el gobierno de Macri tenía los días contados, que se cerraran cinco investigaciones por supuesta corrupción contra Canicoba Corral. Garavano le pidió la renuncia cuando Macri asumió. Angelici hizo las gestiones para perdonarle todo cuando Macri se estaba yendo. Esas contradicciones explican la capacidad de Canicoba Corral para armar y desarmar alianzas políticas mientras crecía su patrimonio.
Más Vélez desistió luego de su pedido a favor del juez, pero un exponente cristinista en el Consejo de la Magistratura lo hizo suyo hace poco más de un mes. Pedía otra vez que se cerraran todas las investigaciones sobre la fortuna de Canicoba Corral. Le faltó solo un voto para lograr su propósito. Justo en ese momento LA NACION publicó que el juez y su esposa alquilaban una lujosa casa en un country por 3200 dólares mensuales. Los diputados Paula Oliveto y Juan Manuel López presentaron entonces con esa información un nuevo pedido de juicio político. El consejero Ricardo Recondo, representante de los magistrados, reclamó la postergación del tratamiento de la situación de Canicoba Corral. Final para Canicoba Corral. El tiempo jugaba en su contra. La postergación significaba que ninguna causa se cerraría y al juez le quedaban pocas semanas para cumplir los 75 años, la edad máxima para ejercer como magistrado, según la reforma constitucional de 1994. La Corte Suprema de Justicia estableció una jurisprudencia según la cual esa disposición de la Constitución es de cumplimiento obligatorio. Canicoba Corral no tenía siquiera un trámite comenzado para seguir como juez. El fin de su aventura era inexorable.
Dicen que el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, Gerónimo Ustarroz, hermano del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, se mostró siempre desinteresado por el destino de Canicoba Corral. Según versiones coincidentes, fueron Ustarroz y Recondo, que vienen de espacios políticos muy distintos, los que acordaron postergar sin fecha el tratamiento del caso Canicoba Corral. Ese acuerdo implícito acorralaba al juez porque lo sometía al paso del tiempo y al cumplimiento de la edad límite. Ustarroz expresaba también contradicciones dentro de la coalición peronista gobernante. Mientras el cristinismo trataba de salvarlo, los seguidores de Alberto Fernández buscaban abandonarlo a su suerte. El Presidente tuvo una mala experiencia con Canicoba Corral. Corrían los tiempos en que Alberto Fernández caminaba en el desierto de su oposición a Cristina. Aunque nunca lo había visto antes, le pidió una reunión a Canicoba Corral en nombre de un empresario hotelero que tenía un expediente en el juzgado de Canicoba Corral. El juez lo recibió y le prometió que resolvería el problema, aunque a cambio de un resarcimiento. Alberto Fernández dio por terminada la reunión de mala manera. Luego, el actual presidente le dijo al autor de un libro sobre la Justicia que Canicoba Corral era el ejemplo de la corrupción judicial. El libro se publicó con la frase de Alberto Fernández.
El favor que el cristinismo le pedía a Alberto era doble. Debía poner la cara para salvar al juez de investigaciones por corrupción y luego debía, también, pedirle al Senado que le concediera al magistrado un nuevo acuerdo por cinco años más. Tras cumplir los 75 años, Canicoba Corral podía seguir siendo juez solo con un nuevo acuerdo senatorial por un lustro adicional. Es lo que estipula la Constitución. Alberto no podía hacer eso sin quemar los papeles de su propia historia.
Así como dividió a Juntos por el Cambio, Canicoba Corral también fracturó al Frente de Todos. Su poder era tan grande como su fortuna. "Se va el peor de todos", dijo ayer otro juez conocido. ¿Acaso todos los otros jueces son buenos? Hay que poner las cosas en su lugar. No significa que Canicoba Corral es el único juez objetable en los tribunales federales, sino solo el peor.