El extraño verano de 2013
Muchas cosas raras sucedieron entre enero y febrero de 2013, en nuestras playas atlánticas
Muchas cosas raras sucedieron entre enero y febrero de 2013, en nuestras playas atlánticas.
Primero, aclaremos que fue un verano del Niño, es decir que tuvimos lluvia, frío y viento en lugar de sol, playa y chicas en bikini. Tal vez haya intervenido también el calentamiento (¿?) global.
La humanidad cambia a pasos agigantados. Por ejemplo: cuando éramos jóvenes, las chicas se bronceaban al sol y tenían un aspecto magnífico, con la piel color cuero tostado. Ahora, alguien las convenció de que el sol genera atroces arrugas en la piel, cuando no cáncer, de modo que han dejado de exponerse a sus rayos y están de color blanco verdoso. Si algún centímetro cuadrado de sus cuerpos llegara a quedar librado a la acción maligna del sol, allí estará una gruesa capa de protector-pantalla solar 60 para mantener el perfecto color aspirina.
Con los años, estas chicas se convertirán en viejas: no sólo arrugadas como es normal en las mujeres de cierta edad, sino también pálidas y ojerosas, a causa de haber vivido sin alegría y con poco sol.
Tampoco los muchachos se ven muy bronceados, y es natural, ya que llegan a la playa a las cuatro de la tarde, exclusivamente para dormir la siesta bajo alguna sombrilla. Se despiertan a las ocho, luego comen algo, después descansan otro rato (porque están agotados) y a medianoche comienzan la famosa "previa", que es una alcoholización intensiva para llegar al "boliche" a las 2 de la mañana, ya perfectamente ebrios. En esas condiciones, nadie puede bailar ni hablar de manera normal, y tampoco se espera que lo hagan. El sonido es ensordecedor: no se oye nada. Las muchachas y los varones bailan individualmente, cada uno consigo mismo, al compás de un terrible batifondo de alaridos y chirridos desafinados. A la salida, ya con el sol alumbrando la escena, ellos y ellas se derrumban y vomitan entre médanos y zanjas.
A eso lo llaman "ir a bailar".
De cualquier forma, este mamarracho es respetado como si fuera una ceremonia sagrada, ya que "los jóvenes tienen derecho a divertirse". Es más importante que nacer o morir, es el mandato supremo: divertirse, pasarlo bien, gozar de la juventud. Lejos del deporte (que exige madrugar) y del estudio (que es aburridísimo) la consigna es divertirse.
Los muchachos se ven muy bronceados, y es natural, ya que llegan a la playa a las cuatro de la tarde, exclusivamente para dormir la siesta bajo alguna sombrilla
Pero hay otros mil cambios que se han hecho sentir en este verano. Por ejemplo: los jovencitos se han emancipado del veraneo paterno. Ahora, chiquilines de 16 años se unen en una pandilla de cuatro u ocho miembros y alquilan un departamento por su cuenta (con el aval de algún padre cómplice) en Pinamar, San Bernardo, Miramar, Mar del Plata o donde sea. Las ruidosas trasnochadas de los adolescentes han de resultar un problema serio para los vecinos durante la quincena, o lo que sea. Dios los ampare.
Los jóvenes más crecidos (digamos, de 18 a 28) se van en grupo a Miami, Orlando, Río de Janeiro o Playa del Carmen. Ya no más Cariló o Gesell.
En cuanto a los padres de estos chicos, algunos han descubierto la floreciente industria del crucero. Pagar en pesos, adelantado y all-inclusive, por un viaje confortable a través de las costas argentinas, uruguayas y brasileñas. Por una o dos semanas, según las posibilidades. No hay gastos sorpresa. Tampoco vecinos de carpa, alucinados terrores por la hora en que vuelven los hijos a casa, y se ahorran muchos gastos que insumiría una casa de veraneo familiar.
Ahí tenemos otro cambio. Ya no tiene sentido mantener una "casa de verano", sea un chalet en Los Troncos o un departamento en Punta, cuando los niños parten a vivir un verano distinto y bien lejos. ¿Para qué, entonces, una casa familiar, que en realidad constituye un privilegio exclusivo para familias ricas?
Hay otros cambios. El clásico teatro de revistas, un espectáculo tradicional de Buenos Aires, en cuyo ADN se inscriben Nélida Roca, Susana Brunetti, Adolfo Stray, Jorge Corona y Alberto Olmedo, tenía su extensión y su apoteosis en Mar del Plata, donde todos ellos fueron dioses de la taquilla y la popularidad.
Lejos del deporte (que exige madrugar) y del estudio (que es aburridísimo) la consigna es divertirse
Ya no más. El año pasado no hubo un solo espectáculo de revistas en Buenos Aires. El show marplatense de Moria Casán y Carmen Barbieri, pensado este verano para mil espectadores y más por función, fue superado en el promedio de concurrentes por la obra de "Peter y Paula" (Alfonso y Chaves, respectivamente) en Villa Carlos Paz. Todas las figuras del teatro marplatense provienen de la televisión: son mediáticos. O de la radio: son periodistas de renombre que hacen su monólogo. El teatro comercial, entonces, se ve obligado a pegar un salto de audacia y calidad… o morir.
Difícil perspectiva para el espectáculo porteño, donde nunca se vio un strip-tease como la gente o un show adulto sin concesiones. Estamos habituados a llevar a los niños al teatro, tengan cuatro o trece años, lo que obliga al cómico Nito Artaza a una serie de divertidas aclaraciones después de las guarangadas de rigor: "Ya está, ya pasó, después en casa le explican al nene... ". El teatro de revistas ya no es un espectáculo para adultos sino un híbrido en extinción.
Otro fenómeno irrepetible: las temperaturas caprichosas han subido hasta los 30 y 35 grados en sitios turísticos de la Patagonia como Bariloche, San Martín de los Andes, Villa la Angostura y Las Grutas. Esto atrajo a muchos turistas que combinaron el verano sureño con el shopping en Chile. En efecto, hoy el viajero argentino busca productos importados como zapatillas, tablets, buzos o perfumes, tal como antes se conseguían en Miami, en la muy accesible Villarrica, o Valparaíso. ¡En Chile se consigue todo!
Algunos artistas de presencia estelar en el verano, como Florencia de la V., han protestado por la proliferación de los grandes espectáculos gratuitos, que en cierto modo le restan público al teatro comercial. En realidad, se trata de recitales masivos generalmente dedicados a los muy jóvenes, como el de Tan Biónica en Pinamar (25.000 personas bajo el sol con 28 grados) o el de Axel en el Paseo Hermitage: 50.000 personas.
Todas las figuras del teatro marplatense provienen de la televisión: son mediáticos
Para colmo, el año comenzó con dos "fines de semana largos" terroríficos, abarcando Navidad y Año Nuevo. Allí muchos dejaron los pocos pesos sobrantes. Hoy día, muchos ciudadanos se toman cuatro u ocho fechas de vacaciones y se dan por "veraneados". Con lo cual se reduce el alquiler de chalets y la reserva en habitaciones de hotel. Según los empresarios, ya no puede medirse el ejercicio turístico de un año por el período enero-febrero, sino que deben sumarse los gastos e ingresos del año completo. Grave inconveniente para los hoteleros que tienen una sede en Mar del Plata y otra en Río Hondo. Ya no pueden complementarse. En la competencia del verano han entrado Merlo (San Luis) que disputa el público de Villa Carlos Paz, y ahora la novísima opción Bariloche-Chile.
Así pues, todo ha cambiado. En este simpático Verano del Niño, entre borrasca y llovizna, entre garúa y tempestad, entre ventarrón y sudestada, entre chaparrón y ventisca, los veraneantes miramos de pronto el almanaque, tomamos conciencia de la fecha y, subiéndonos el cierre de la campera polar, murmuramos: "¡Caray! Dentro de tres días hay que volver a la oficina...Ya se fue el verano".
Para los que vivimos nuestros primeros años en los interminables veraneos de antes (hasta tres meses) en Villa Gesell o Pinamar, lo que se ha ido, en realidad, es una época. Nuestra época.