El extraño erotismo de Tununa Mercado
Hay escrituras que revelan los pliegues de este mundo y nos permiten encontrar sentimientos intactos. Flores exóticas de nuestra memoria, erótica huella de primeros estremecimientos. Algunos autores parecen más dispuestos a toparse con ellos, como si al escribir los descubrieran. Es el caso de Tununa Mercado, cuyos libros, hasta ahora, andaban dispersos, y algunos, inhallables. Recién publicados de manera conjunta, aparecieron sus relatos de Canon de alcoba y En estado de memoria , y la novela Yo nunca te prometí la eternidad . De distinta factura, los tres dan cuenta de su respiración audaz y fecunda, de un estilo que parece cincelar la experiencia.
En Canon de alcoba nos encontramos con relatos que, parafraseando al título, se han vuelto canónicos. Como "Antieros", esa especie de paneo doméstico por todos los rincones de la casa, un ejercicio sensorial de la costumbre, con los verbos en infinitivo, como si al conjugarlos se perdiera el instante de la percepción: "Comenzar por los cuartos. Barrer cuidadosamente con una escoba mojada [...] Recoger la basura una primera vez al terminar la primera recámara y así sucesivamente con las otras".
La palabra también es tema, no sólo recurso; el relato "Asamblea" comienza: "Cuesta iniciar la recuperación de la palabra, perdida, ultrajada. Tan cómoda estaba, a horcajadas de la consigna. Fácilmente, hacía cabriolas y llegaba a desprenderse del cuerpo que la emitía".
En los retazos de historia de su libro En estado de memoria , se entrecruzan amigos entrañables con personajes célebres, a veces en las calles o bancos de plaza, otras en las casas o en sueños; en Córdoba, Buenos Aires o México, en éxodo o en exilio. Cada espacio con su tiempo y figuras, y alguna ventana por dónde mirar lo que vendrá o para que el sol haga de las suyas. Gestos, naturaleza, preguntas, escozores, todo cabe en la indagación que Tununa Mercado realiza con la frase, como si ésta, al contornearse por la página, hiciera aparecer una historia oculta.
Hay un relato que intenta explicar esta forma y el particular apetito intelectual de Tununa: "Fenomenología"; allí, la autora expone su íntima relación con la literatura, el extraño erotismo de sus escritos ("había en ellos una morosa flotación en un elemento espeso") y el escamoteo del sentido.
Por último, la novela Yo nunca te prometí la eternidad es una historia conmovedora que irrumpe a través de cartas encontradas, en plena Segunda Guerra Mundial. Una madre huye con su niño y, en medio del camino, un imprevisto los separa. Así se inicia una búsqueda angustiante, al tiempo que los personajes se trasladan de Berlín a París, de España a Jerusalén, y luego a México.
Por su parte, Ediciones al Margen está publicando textos de Noé Jitrik (a los que me referiré la próxima semana), también ejercicios lúcidos, íntimos, de la memoria que cobra vida nueva por escrito.
Feliz coincidencia del amor y/a las letras: hace más de cincuenta años que Jitrik y Mercado viven juntos.
© LA NACION
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