El espejismo del cuarto trimestre de 1999
Las informaciones sobre producción y ventas son escudriñadas con ansiedad y los datos que van apareciendo son debatidos con pasión.
No es para menos. La reactivación es imprescindible para proveer alguna mejora en el empleo y los ingresos y aliviar así las penurias que acumuló la prolongada recesión.
Por otro lado, el programa de corto plazo con que inauguró su gestión la Alianza supone y requiere un crecimiento de la actividad que haga su contribución a los ingresos fiscales y facilite el cumplimiento de las metas comprometidas.
Así, por varias razones, la tendencia de la actividad constituye una cuestión crucial.
Al respecto hay, por un lado, un creciente consenso acerca de la lentitud de la reactivación en lo que va del presente año.
Por otro lado, por contraste con la expansión aparentemente vigorosa que mostró el dato del PBI del cuarto trimestre de 1999, surge naturalemente un interrogante acerca del factor que actuó como freno de esa tendencia.
Creemos que esa pregunta es algo apresurada. El examen de los datos de fines del año último sugiere que no nos encontrábamos entonces en una fase de recuperación, sino en un altibajo de una tendencia estancada.
El nivel de actividad presente sería, consecuentemente, más una continuación de un prolongado proceso recesivo que una abrupta, e inusual, reversión de tendencia.
En el gráfico se muestra la evolución del PBI trimestral desestacionalizado hasta el último dato disponible, el del cuarto trimestre de 1999.
Entre el pico del segundo trimestre de 1998 y el punto más bajo de la recesión, la caída fue de casi 5 por ciento.
Puede observarse el repunte a finales de 1999. Fue un aumento trimestral de 2,1 por ciento, equivalente a una tasa anualizada de 8,6 por ciento.
Es un incremento muy alto, similar a la mayores tasas de crecimiento experimentadas en la década.
Podría, en primera instancia, indicar el inicio de una nueva fase expansiva.
Sin embargo, los datos muestran varias "anomalías" que justifican la hipótesis mencionada arriba.
En primer lugar, el comportamiento de la inversión. En el gráfico citado se expone, junto al PBI, la evolución de la Inversión Bruta desestacionalizada.
La relación sistemática entre las tendencias de la inversión y el producto puede observarse a simple vista.
La robustez de esta relación se verifica estadísticamentre. En la década de los noventa, en las fase expansivas y en la recesivas, las variaciones trimestrales de la inversión y el producto estuvieron altamente correlacionadas.
Extraña excepción
La inversión tendió a aumentar (caer) 2,5% por cada punto porcentual de aumento (caída) del producto.
En cambio, el cuarto trimestre de 1999 mostró una destacada excepción al respecto. Mientras el PBI aumentaba a una tasa significativa y la regularidad observada en el pasado predecía una tasa trimestral de aumento de la inversión de aproximadamente un 5 por ciento, la inversión se contrajo al 4,9 por ciento.
En segundo lugar, también es anómala la composición del aumento. Este fue liderado por la producción de bienes, que se expandió a una tasa trimestral de 3,8 por ciento (equivalente a una tasa anual de 16,2 por ciento). Mientras tanto, los sectores de servicios crecieron a una tasa trimestral mucho menor, de 1,2 por ciento en media.
Desagregando la expansión de los sectores productores de bienes se observa que ésta es totalmente explicada por las manufacturas, con una tasa de crecimiento de 7,6% trimestral (equivalente a un 34% anual), mientras que el resto presenta una declinación leve, de alrededor de 1% en términos anualizados, determinada esencialmente por el retroceso de construcción (-1,4% trimestral) y de agricultura (-1,4% trimestral).
Adicionalmente, los datos que suministra el EMI muestran que la expansión del sector manufacturas en el trimestre comentado se debió en parte importante al comportamiento del sector de automotores.
En el gráfico también pueden verse las series trimestrales desestacionalizadas del producto del sector manufacturas y del EMI, que ilustran su estrecha correlación.
El sector automotores no mantuvo en lo que va del año la excepcional dinámica de corto plazo que mostró en el cuarto trimestre de 1999, cuyo peso en las tasas del PBI de manufacturas y del PBI total constituyen la explicación principal de la expansión registrada por las cuentas nacionales.
Datos desfavorables
Con relación al primer trimestre de 2000, contamos con la información más amplia que proporciona el EMI desestacionalizado trimestral, que cubre todo el sector industrial y que incluye el mencionado sector de automotores.
Este dato se muestra en el gráfico. La caída que ilustra representa una contracción trimestral de 2,6% y predice un comportamiento análogo del producto del sector de manufacturas.
En resumen, creemos que hay buenas razones para argumentar que en el cuarto trimestre de 1999 tuvo lugar un aumento focalizado y transitorio de la actividad, sobre una tendencia estancada, más que el inicio de una nueva fase de crecimiento.
El autor es investigador del Cedes y profesor de las universidades de Buenos Aires y Palermo.
- El próximo domingo: el columnista invitado será Federico Sturzenegger.