El enigma del Fondo Patriótico
En plena guerra se recolectaron US$ 54 millones en donaciones; su destino exacto aún se desconoce
Fueron casi tres meses de donaciones para financiar la guerra, pero el punto más alto llegó con Las 24 horas de Malvinas , aquella transmisión ininterrumpida de ATC comandada por Jorge "Cacho" Fontana y Lidia "Pinky" Satragno, del 8 al 9 de mayo de 1982. Jorge Cyterszpiler firmando en cámara un cheque de 100 millones de pesos aportado por Diego Maradona, Andrea del Boca mostrando un tapado de zorro bordó para ser subastado por 40 millones de pesos, mujeres que tejían bufandas en el Obelisco, ancianas que se desprendían de sus joyas en los estudios de televisión. Mirtha Legrand, Libertad Lamarque, Susana Giménez, Moria Casán, Guillermo Vilas. El festival solidario de León Gieco, Litto Nebbia y Charly García en el que se juntaron 50 camiones de ropa que -al igual que medio millón de raciones de comida- quedaron varados en Comodoro Rivadavia. Imágenes que aún pueden verse en YouTube.
Treinta años después, el destino de la mayor colecta de la historia aún sigue generando sospechas y frustración. Es el espejo ingrato en el que la sociedad vuelve a verse reflejada cuando mira hacia atrás.
Aunque el decreto que dio origen al Fondo Patriótico llevaba la firma de Leopoldo Galtieri y de su ministro de Economía, Roberto Alemann, el ingeniero Manuel Solanet es el único ex funcionario de la dictadura que todavía busca refutar la impresión generalizada de que el Fondo fue, en la hipótesis más benigna, malgastado.
Solanet integró el gobierno militar durante siete años y llegó a secretario de Hacienda con Galtieri, cuando tenía 41 años. Hoy ofrece documentos, fechas, números, anotaciones. Asegura que no hubo nada irregular y, sostiene en su aval, que jamás fue citado en ninguna causa judicial que investigara el destino de los fondos. "Estoy seguro de que nadie se robó el dinero", afirma.
Hasta el 30 de julio de 1982, el Fondo recolectó 767.483 millones de pesos ley, 54 millones de dólares de entonces. El dato surge de un estado contable de la Secretaría de Hacienda. Transferencias, cheques, acciones, dólares, chelines, joyas, alimentos, ropa. 450 televisores, 50 videograbadoras, 10.000 litros de pintura, un Mercedes Benz, varios departamentos. 1119 donaciones en monedas de oro y alhajas que fueron fundidas en lingotes de un kilo en la Casa de Moneda. El resto fue subastado en el Banco Ciudad. En total, 141 kilos de oro, equivalentes a 2.176.194 dólares.
Desde el presente, todo se confunde. El sentimiento patriótico de una sociedad que ató su destino a un dictador como Galtieri, la solidaridad, la ingenuidad, la noble decisión de ayudar a los conscriptos de 18 años, el creerse parte de una epopeya, el chauvinismo, la participación. Los que colaboraron se dividen entre los que creen que fueron usados y los que, como la actriz Thelma Biral, sostienen que en parte se dejaron usar por un gobierno militar que llevaba seis años en el poder y estaba en la antesala del abismo. El ex arquero de la selección Ubaldo Fillol, que donó dos departamentos con vista al mar en Valeria del Mar, es una excepción. "Estaba sensibilizado y quería colaborar. No me arrepiento porque era una causa nacional. Lo volvería a hacer si pudiera", expresa ahora el ex futbolista que se desempeñó hasta hace tres meses en la Secretaría de Deporte y hoy está sin trabajo.
Según Solanet, en los 74 días que duró la guerra se usaron 424.000 millones de pesos -unos 30 millones de dólares- y sobraron 343.000 millones -24 millones en moneda estadounidense- que él recomendó destinar a la asistencia de los ex combatientes. La información está incluida en un libro que escribió, pero que nunca dio a difusión masiva por recomendación de sus superiores. "El Fondo se lo comieron las fuerzas. Nosotros supimos mucho después que se habían juntado infinidad de recursos. Es parte de los agujeros negros de Malvinas, de lo que queda por resolver para que la sociedad sepa qué pasó", dice Ernesto Alonso, miembro del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (Cecim). Alonso desembarcó en las islas el martes 13 de abril de 1982.
Solanet dice que no sabe en qué se gastaron esos 30 millones de dólares porque las Fuerzas Armadas nunca entregaron una rendición. Sólo acredita que el dinero recaudado se repartió en partidas iguales en las cuentas que tenían las tres armas en el Banco Nación. Cada una contaba con direcciones de presupuestos y auditorías, pero sólo el Ejército difundió en 1982 datos genéricos sobre los casi 140.000 millones de pesos que recibió.
El economista de FIEL agrega que un porcentaje iba para el Ministerio de Defensa y la gobernación en las islas a cargo de Mario Benjamín Menéndez. "Yo no tuve relación con el Fondo", asegura hoy, a los 82 años, el entonces comandante del Primer Cuerpo del Ejército. "La información que recibí de mis camaradas era que había sido usado para prótesis para veteranos y heridos. Pero no podría dar detalles. No sé cómo fue canalizado por las secretarías generales de cada fuerza. Yo estaba en Malvinas y si venía algo, bienvenido. El que estaba a cargo allá era el coronel (Oscar ) Chinni y un coronel de apellido Colavela. Pongo las manos en el fuego por Solanet", dice. Según el estado contable del ingeniero, la gobernación recibió unos 4000 millones de pesos. El ex secretario de Hacienda argumenta que lo recaudado no alcanzaba para comprar ni un avión Mirage, pero reconoce que fue la mayor parte de lo que se utilizó en la guerra, casi el doble de lo que costó el desembarco.
En algo hay coincidencia: muy poco de lo recolectado llegó a destino y los soldados padecieron el hambre y el frío. En 1982, Dardo Forti era subteniente del Regimiento de Infantería Mecanizado 3. Hoy es coronel en actividad y está a cargo de la Dirección de Logística del Ministerio de Defensa. "Hacíamos fuego con tierra porque no teníamos leña. Mil hombres comíamos de tambores de gasoil de 200 litros. La carencia fue el enemigo principal que tuvimos que enfrentar. Cuando llegaron los ingleses ya estábamos rendidos", recuerda. En su libro Hasta el último día, Logística, la otra guerra , relata el modo en que los soldados afrontaron esos días.
Sobre el final de la dictadura, el gobierno de Reynaldo Bignone creó por decreto una cuenta de asistencia a ex combatientes en el presupuesto de Defensa, pero en 1984, al comenzar la gestión de Raúl Alfonsín, esa partida se diluyó en Rentas Generales.
Tres décadas más tarde, el destino de los fondos es un enigma que permanece y la colecta parece una puesta en escena con sabor a farsa. Solanet está convencido de que, si la dictadura hubiera ganado la guerra, hoy nadie repararía en el destino del Fondo Patriótico. Quizá tenga razón.