El encargado, la serie que fastidia al canon progre
Cuantos mayores reconocimientos gana la serie El encargado, protagonizada por Guillermo Francella (es la más vista en la Argentina y con una audiencia estimable en Brasil, España y hasta en Estados Unidos), más insólita ofuscación aqueja a buena parte de la fauna artística, cultural y de la crítica especializada que se autoperciben biempensantes y, como tales, con derecho a imponer su sesgo ideológico unilateral a los demás. Disentir equivale a bullying y hasta cancelación. A Gastón Duprat y Mariano Cohn (los directores de El encargado) no solo no los amilana esa amenaza, sino que les divierte cuestionarla. Sus fábulas audiovisuales no apuntan a los poderosos de siempre, sino que buscan retratar contradicciones de personajes de la vida cotidiana que dictan cátedra sin percibir sus propias fisuras. Como bien escribió Jesús Ruiz Mantilla en el diario El País, la dupla va “contra lo que ellos consideran una ridícula superioridad moral de ciertas elites culturales perfumadas de poliéster”.
Aunque el gobierno anterior, con Victoria Donda a la cabeza desde el fenecido Inadi, movió sus influencias para que el proyecto de El encargado abortara antes de nacer, con la excusa de que “discriminaba” a los porteros –ya que Francella compone a uno que incurre en todo tipo de tejemanejes para tener en un puño a los consorcistas del edificio en el que trabaja–, no pudo impedir que en 2021 se grabara la primera temporada, de 11 capítulos.
Resultaba llamativa tal sensibilidad social hacia los porteros: nadie ha salido a defender a abogados, policías o médicos que no quedan bien parados en tantas otras producciones audiovisuales. Es que en el trasfondo de la persecución albertista había una razón menos romántica: Víctor Santa María, el poderoso secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal, y titular del Partido Justicialista porteño, fue aportante clave en la campaña del presidente que venía a terminar con el patriarcado y que hoy enfrenta graves cargos en la Justicia por violencia de género contra su expareja.
Al menos, Santa María tuvo más éxito que Fernández y Donda al ordenar a sus medios de comunicación (Página 12, Canal 9, la radio 750 y la señal de noticias IP) que no hicieran el más mínimo comentario sobre ese programa.
Fue contraproducente: contribuyeron a potenciar su repercusión y así El encargado, en 2022, transitó su segunda temporada, de siete capítulos. La tercera temporada completa (otros siete) ya está disponible en Disney+. Nominada al Emmy (el Oscar de la TV mundial), no figuró ni como candidata en los premios de la Academia de Cine argentina. Ser rebeldes, Cohn-Duprat, tiene su costo.
A Francella se le vinieron al humo hace un tiempo simplemente porque, durante una entrevista, tuvo la mala idea de desearle buena suerte al gobierno actual y considerar que era necesario hacer un ajuste serio de la economía. Figuras muy populares lo sermonearon públicamente. No se perdona disentir con la opinión dominante de ese “colectivo” contra el actual oficialismo.
Sobre llovido, mojado, la tercera es la más política y delirante de las temporadas de la producción que lo tiene como figura central. En la ficción, el gremio le hace un escrache con pintadas al edificio donde trabaja Eliseo Basurto (el portero al que le da vida Francella) por haber armado una empresa que terceriza su oficio (el peor escenario, tan temido por el Suterh en la vida real). Hasta le cantan: “Basurto, basura, vos sos la dictadura”. Una comisión bicameral del Congreso pone la lupa sobre él y termina siendo convocado a la Casa Rosada por su máxima autoridad. Estos y una infinidad de detalles –el afiche, por ejemplo, de Francella luciendo la banda presidencial y empuñando el bastón de mando– les hicieron saltar la térmica a los kirchneristas asumidos y también a los que todavía no han salido del clóset (diría Javier Milei). Hasta se la llegó a catalogar dramáticamente como “la primera ficción del régimen”, un garrafal error de información ya que se terminó de grabar en septiembre de 2023, cuando nadie podía imaginar, a ciencia cierta, quién gobernaría a partir del 10 de diciembre.
Andrés Calamaro definió a Duprat y Cohn como “cineastas no alineados”, en alusión a que enfrentan al canon progre imperante. Malas noticias para dicha corriente: habrá una cuarta temporada de El encargado y se proyecta una quinta, tan bien van las cosas. Los más fans de la serie hasta fantasean con una spin-off en la que el personaje de Matías Zambrano (Gabriel Goity), el enemigo acérrimo de Eliseo, agarre la batuta.
Lo que son las paradojas de la vida: cuando Alberto Fernández se enteró de que Robert De Niro, convocado por Cohn-Duprat, venía a filmar a Buenos Aires Nada, con Luis Brandoni, movió cielo y tierra con tal de conseguir una foto, cual cholulo, con el gran actor norteamericano. Hasta no puso reparos en que se grabara en la Casa Rosada (escenas que se ven en el último capítulo) aun cuando había propiciado la cancelación de El encargado años atrás, como se contó al principio de esta columna. Es que el presidente que se entretenía grabando videítos con su celular soñaba con que De Niro protagonizara una película sobre su vida. Como con el seleccionado argentino, Fernández se quedó con las ganas y tampoco hubo foto con la estrella norteamericana.
¿Aparecerá Milei en la próxima temporada? Incógnita.